Amazon y Meta se deshacen de miles de trabajadores: una ola de destrucción creativa para explotar todo lo que ofrece la IA
Inteligencia artificial
Amazon y Meta justifican los despidos como parte de una reestructuración cultural y tecnológica en plena transición hacia la inteligencia artificial
Agile, la filosofía empresarial de Daniel Ek que ha llevado a Spotify a lo más alto: “Su éxito tiene que ver con el estado mental, la cultura y el liderazgo”
Andy Jassy, CEO de Amazon.
Estos días estamos asistiendo a un goteo constante de noticias de despidos. Todas ellas proceden de empresas que no solo van bien, sino que en muchos casos van mejor que nunca. Se ha filtrado que Amazon planea doblar sus ventas para 2033 y que, en lugar de contratar a las 600.000 personas que necesitaría con la tecnología actual, no las contratará: empleará robots y agentes de inteligencia artificial.
El objetivo de Amazon no puede ser más claro: automatizar el 75 % de las tareas logísticas y una parte significativa de las funciones directivas y administrativas. Este año prevé ya prescindir de 160.000 empleados en Estados Unidos, y el número puede aumentar significativamente mes a mes.
En España, Amazon emplea a unas 28.000 personas y ya ha anunciado su intención de prescindir de unos 1.200, todos ellos personal cualificado de Amazon Digital Spain en Madrid y Amazon Spain Service en Barcelona.
¿Significa eso que Amazon España va mal? En absoluto: acaba de presentar resultados con un incremento de beneficios del 38 %. Y este no es un caso aislado. Prácticamente todas las grandes consultoras han anunciado reducciones de plantilla. Meta acaba de comunicar que prescindirá de 600 investigadores de IA en su grupo principal. Entonces, ¿qué está ocurriendo?
Exterior de un almacén Amazon.
La IA lo cambia todo
Una disrupción sin precedentes
Estamos probablemente ante la disrupción tecnológica más importante de la historia de la humanidad: la inteligencia artificial generativa. Esta disrupción se materializa gradualmente a lo largo de décadas, y tiene tres grandes frentes: los agentes de IA generativa, la movilidad autónoma y eléctrica, y los robots. Los tres están apenas empezando, pero su repercusión en el mercado no puede ser más evidente.
Parafraseando a Jon Hernández, experto en IA, “El problema con la inteligencia artificial es que la sociedad aún no es consciente de lo que se puede hacer ni lo que puede llegar a suponer para todos”. Y sus consecuencias ya se están viendo en la economía global.
Las nuevas tecnologías abren oportunidades y generan crecimiento, pero destruyen las organizaciones y modelos basados en las tecnologías que van a ser reemplazadas
El campo más rezagado es el de los robots, aunque 1X ya comercializa un robot humanoide doméstico y Unitree ofrece otro por apenas 5.900 dólares. Los coches autónomos y los robotaxis avanzan más rápido: Tesla planea ampliar su flota a 1.000 unidades en San Francisco y 500 en Austin antes de fin de año. Nvidia y Uber han firmado un acuerdo para desplegar 100.000 en los próximos años, mientras que los Apollo chinos y otros modelos similares ya circulan por la mayoría de grandes ciudades de China. También allí —y en Estados Unidos— funcionan camiones autónomos, transportes automatizados en puertos y minas, e incluso comienzan a probarse los drones-taxi.
El mundo de los agentes inteligentes, aunque todavía incipiente en las empresas, ya ha sido ampliamente adoptado por los particulares: más de 800 millones de personas usan ChatGPT y muchos otros como Anthropic, Gemini, Manus, Nano Banana o Sora. A esto se suman las plataformas de automatización como AgentKit, n8n o Make, y los agentes de programación como Cursor o Codex, que se han convertido en un requisito indispensable para aspirar a un puesto en el sector tecnológico.
Estamos, pues, en el inicio de esta disrupción, pero ya podemos observar sus efectos. Joseph Schumpeter definió estos episodios de crecimiento acelerado como procesos de “destrucción creativa”: “Las nuevas tecnologías abren oportunidades y generan crecimiento que aún no podemos imaginar, pero al mismo tiempo destruyen las organizaciones y modelos basados en las tecnologías que van a ser reemplazadas”.
Ambos aspectos —la destrucción y la creación— forman parte inseparable de estos ciclos de cambio. Autores como Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt, cuyas contribuciones inspiradas en Schumpeter les valieron el Nobel de Economía este año, han profundizado en las tensiones que generan estos procesos: entre el conocimiento teórico (propositional, el saber por qué) y el conocimiento práctico o innovador (prescriptive, el saber cómo); y entre las grandes empresas que intentan capturar al legislador para no desaparecer y las nuevas que emergen para cambiar el mundo.
Los sectores más competitivos, donde la tecnología es más aplicable y la adopción más rápida, son los primeros en experimentar el impacto
Schumpeter era pesimista: pensaba que el capitalismo no sobreviviría porque las grandes corporaciones lograrían detener la innovación. Sin embargo, Aghion y Howitt demostraron que esa captura solo puede producirse en ciertos lugares y momentos. Allí donde no ocurre, la innovación florece y el capitalismo se renueva.
Las disrupciones no avanzan con la misma velocidad en todos los sectores ni en todos los países. Eso explica los despidos actuales: los sectores más competitivos, donde la tecnología es más aplicable y la adopción más rápida, son los primeros en experimentar el impacto. Por eso, los ajustes se concentran en las empresas líderes, en los hubs de innovación más dinámicos del planeta y en compañías que compiten mediante innovación, no mediante costes bajos o distribución.
Mientras tanto, todos nosotros hemos incorporado ya la mayoría de las herramientas que tenemos a nuestro alcance a nuestro día a día.
Mark Zuckerberg, CEO de Meta.
¿El fin de una era?
El camino de la destrucción creativa
Andy Jassy, el actual CEO de Amazon, ha explicado que la razón de los despidos es un cambio organizativo y cultural. Durante años fue el responsable de AWS, y sus presentaciones en Re:Invent son legendarias. Sabe bien cómo orientar una empresa hacia la máxima eficiencia en un entorno complejo y tecnológicamente avanzado, pero eso pasa por ciertos sacrificios.
Se trata de conceptos básicos: de construir organizaciones más planas, de trasladar a código —o a “código con patas o ruedas”— buena parte de las funciones actuales, y de reinventar la organización para competir en el nuevo entorno tecnológico.
El anuncio que hicimos ni siquiera está realmente impulsado por la inteligencia artificial. En realidad, se trata de cultura
En el caso de Amazon, además, hay otros factores. La empresa diseña sus propios chips, fabrica sus propios robots (aunque no todos) y ofrece servicios de nube e IA generativa. Siempre ha tenido la tradición de usar internamente lo que vende, lo que le otorga legitimidad ante el mercado. Este movimiento, por tanto, no es más que continuar una tradición, especialmente en un momento en que Amazon no es percibida como líder en sistemas agénticos o IA generativa.
También hay incentivos estratégicos: más tráfico para sus servidores, ahorros en fabricación y diseño de chips gracias a la escala, y sobre todo aprendizaje. Los sistemas agénticos en las empresas están resultando mucho más complejos de lo que se suele admitir. Colocar un modelo de lenguaje “en medio” y esperar que todo funcione no basta.
Transformar estos sistemas en algo accesible para la mayoría de las empresas requerirá tiempo, experimentación y un uso real. No se aprende desde la barrera, sino desde la práctica. En este sentido, tal y como advierte Satya Nadella, consejero delegado de Microsoft: “La clave está en aprender la nueva función de producción… desaprender es la parte más difícil. Aprender es fácil”. En otras palabras: no basta con aplicar tecnología, se trata de cambiar la forma en que producimos, trabajamos y operamos. Solo así se podrán explorar —y a la vez — reinventar modelos.
Ese es precisamente el camino que Andy Jassy quiere recorrer en Amazon: un cambio organizativo y cultural que posibilite un reinicio desde dentro.“El anuncio que hicimos… no estuvo realmente motivado por razones financieras, y ni siquiera está realmente impulsado por la inteligencia artificial, al menos por ahora”, dijo Jassy. “En realidad, se trata de cultura”, dejó claro.
En definitiva, Andy Jassy está recorriendo el camino de la destrucción creativa para adaptarse a una nueva era que lo está cambiando todo. Y no será el único en hacerlo.