En la última década, las capitales españolas han redoblado los esfuerzos en convertirse en ciudades inteligentes. Se ha buscado, sobre todo, hacer uso de las últimas tecnologías para fomentar la sostenibilidad, mejorar la movilidad y la calidad de vida de los ciudadanos. No obstante, en estas iniciativas siempre hay un gran olvidado: las personas con discapacidad. En especial, las personas con discapacidad visual se enfrentan a grandes dificultades cuando necesitan orientarse en las grandes ciudades. Los entramados de carteles, señales y postes que están pensados para señalar los lugares de interés no son una herramienta útil para ellos.
“Un ejemplo que casi nadie tiene en cuenta son las obras en la calle. Normalmente colocan carteles escritos o vallas sin avisos sonoros ni señalización táctil, lo que hace que para nosotros sea imposible saber que hay un obstáculo o un desvío. Esto no solo genera inseguridad, sino también un riesgo real de accidente”, explica Alibluebox, que lleva más de diez años divulgando sobre herramientas de accesibilidad para personas con problemas de visión en su página web y canal de YouTube.
“En los establecimientos la situación tampoco es sencilla. Muchas veces se cambian los productos de lugar”, continúa. “Y la información suele presentarse únicamente en formato visual, como menús escritos en pizarras o carteles que no puedo leer”.
En los establecimientos la situación tampoco es sencilla. Muchas veces se cambian los productos de lugar
Para paliar esta situación, muchas ciudades están integrando soluciones de todo tipo: desde semáforos que funcionan con sonido hasta texturas distintas en los pasos de peatones para que puedan identificarlos. Pequeños gestos que pueden suponer una gran diferencia para los invidentes. Una de las iniciativas más interesantes al respecto de la integración y la autonomía de las personas con discapacidad visual en este ámbito consiste en unas pequeñas pegatinas con recuadros de colores.
La mayoría las hemos visto alguna vez: suelen aparecer en el transporte público, en restaurantes y cafeterías e incluso en nuestro detergente o champú de uso habitual. Pero, aunque millones de personas los ven cada día y no llegan a prestarles atención, para muchas otras son una herramienta muy importante para hacer el día a día más accesible.
Moverse por la ciudad es un gran reto para las personas ciegas, pero esta tecnología les está ayudando como nunca antes.
Estas pegatinas pertenecen a NaviLens, un sistema de señalética que utiliza unos marcadores de colores para almacenar información pertinente sobre ubicaciones, paradas de metro, ascensores, establecimientos e incluso alimentos. Para obtener su información —que se representa en forma de texto, pero también puede, por ejemplo, escucharse— solo hay que escanearlos con el teléfono móvil.
Su objetivo es ser un apoyo a las personas con discapacidad visual, ofreciendo información que tradicionalmente suele exponerse en carteles: frecuencias de metro, indicaciones hacia la salida, ingredientes o alérgenos, entre muchas otras cosas.
Su objetivo es ser un apoyo a las personas con discapacidad visual, ofreciendo información que tradicionalmente suele exponerse en carteles
Barcelona fue una de las primeras ciudades españolas en implementar NaviLens en su transporte público, algo que, más tarde, han imitado otras como Murcia, Zaragoza, Madrid e incluso a nivel internacional, en Boston, Nueva York, Berlín o Roma. Algunas marcas de alimentación y cosmética también han optado por hacer uso del sistema para ofrecer información nutricional o de composición, como Coca-Cola, Pantene, Oral-B, Kellogg’s, Nivea o Nestlé.
El proyecto surge en el año 2017 como una colaboración entre la empresa murciana Neosistec y la Universidad de Alicante. Neosistec había emprendido varios proyectos orientados a mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad visual a través de la tecnología. Pero su implementación era dificultosa porque dependían de tecnología externa como móviles con visión estereoscópica o gafas inteligentes.
Según explica la cofundadora, Nuria Fructuoso, NaviLens surge “de darnos cuenta de que necesitábamos crear algo que no dependiera de dispositivos externos, a veces inaccesibles para el usuario, sino de su móvil y nada más.” Tras cinco años de desarrollo y varios prototipos descartados, surgió NaviLens tal y como lo conocemos.
Aunque pueda parecer un modelo parecido a los códigos de barras o códigos QR tradicionales, su particularidad es que estas señales de colores “pueden ser detectadas por la cámara del móvil desde muy lejos, de forma ultrarápida, incluso si las apuntamos en ángulo o en movimiento. Eso hace que el usuario no tenga que enfocarlo o encuadrarlo correctamente. Si no, los usuarios ciegos no podrían utilizarlo.”
Código NaviLens.
Probando la aplicación en nuestro teléfono, lo cierto es que lo que sorprende es, precisamente, la eficiencia del sistema. Incluso en malas condiciones de luz o a varios metros de distancia, NaviLens nos explica la frecuencia y dirección de la línea del tranvía que estamos a punto de tomar o cuánto azúcar hay en nuestros cereales.
Incluso si “la tecnología es tan buena que despierta interés en todo el mundo sin grandes campañas de comunicación”, como asegura Fructuoso, la popularización del sistema también ha supuesto un reto para Neosistec. “Puede funcionar para cualquier caso de uso que se nos ocurra; pero internacionalizar un proyecto tiene es complejo a muchos niveles”, cuenta. “Quizá la parte más complicada para nosotros ha sido conseguir poder operar en determinados países por las exigencias burocráticas y jurídicas”.
Puede funcionar para cualquier caso de uso que se nos ocurra; pero internacionalizar un proyecto tiene es complejo a muchos niveles
Para NaviLens, el apoyo institucional fue clave, especialmente en los primeros compases del proyecto. En el año 2017, la iniciativa ganó el Premio Vodafone Connecting for Good, y su repercusión mediática hizo que TMB (Transportes Metropolitanos de Barcelona) y su equipo de accesibilidad se pusiesen en contacto con ellos.
Hicieron una prueba en una sola estación de metro y una línea de autobús, y los resultados fueron tan positivos que se acabó extendiendo a toda la red. La confianza de la barcelonesa fue clave para que otras ciudades siguieran sus pasos a la hora de introducir NaviLens en sus transportes públicos.
Aunque podemos ver sus señales en Londres, París, Osaka o Amsterdam, Fructuoso se queda con Murcia: “nuestra ciudad natal es, probablemente, una de las que más ha apostado por NaviLens, implantándola en paradas de bus, tranvía, museos, yacimientos, rutas turísticas y hasta en las placas de las calles.”
Moverse por una ciudad
Un millón de pequeños retos para una persona ciega
La investigación de Neosistec y la creación de NaviLens vienen de la mano de una revelación: la de que navegar una ciudad es un acto que puede parecer trivial para muchos ciudadanos, pero lleno de pequeños desafíos para quienes sufren discapacidad visual.
Fructuoso señala que “para cualquier persona, las ciudades, sobre todo si son grandes, son entornos complejos y exigentes. Moverse a través de sistemas de transporte público llega a ser en muchos casos poco accesible y difícil de entender. Si esto es así para personas con capacidad visual, podemos imaginar que, para una persona con dificultades visuales todo se vuelve infinitamente más complicado.”
Código NaviLens.
“Para las personas con dificultades visuales y sobre todo para las personas con ceguera total o muy poco resto visual, moverse en entornos desconocidos es un gran reto”, continúa. Hay un montón de pequeños muros que saltar.
A la hora de subir a un autobús, por ejemplo, necesitamos saber dónde está la parada y situarnos en ella. Saber cuándo pasará el autobús que estamos esperando, o si ha tenido alguna incidencia. Conseguir que el autobús pare, y saber si el autobús que ha parado es el nuestro. Y, además, lograr bajarnos en la parada correcta.
Aunque el principal interés de NaviLens tiene que ver con la accesibilidad, la información e indicaciones que se obtienen a través de los códigos pueden ser útiles para cualquier ciudadano
En muchas partes de este proceso implica carteles, letreros o referencias visuales a las que estas personas no pueden acceder. “Y también están las barreras idiomáticas, si estás en otra ciudad”, acalara. “NaviLens solventa todo esto simplemente colocando un código en la parada o en el propio autobús”.
Antonio Reyes es invidente y complementa el uso de NaviLens con el apoyo de su perro guía y de aplicaciones como Google Maps para la movilidad por la ciudad. Nos señala que “la movilidad con NaviLens es interesante si sabes a dónde estás yendo”, y que cada vez se hacen más avances en su implementación.
Por ejemplo, recientemente “he empezado a verlo en algunos medicamentos, como el Gelocatil. Es útil porque nos permite saber no sólo qué medicamento estamos tomando, que eso ya lo pone en la caja en braille, sino, por ejemplo, cuando caduca.” Pero lo cierto es que para el sistema funcione de manera verdaderamente óptima se requeriría que más marcas, establecimientos e instituciones se comprometieran con él. “A la hora de comprar, por ejemplo, lo tienes muy complicado. Si los productos están etiquetados, es muy fácil, pero no todo está etiquetado, y para buscarlo necesitas ayuda de una tercera persona. Sería una utopía que estuviese en todos los sitios, pero sería fantástico.”
Aunque el principal interés de NaviLens tiene que ver con la accesibilidad, la información e indicaciones que se obtienen a través de los códigos pueden ser útiles para cualquier ciudadano. Fructuoso insiste en que el origen del proyecto tuvo que ver con ayudar a las personas con dificultades visuales “a ser más autónomas en entornos desconocidos”, y esa voluntad se mantiene, pero con el tiempo han ido añadiéndose, también, otras funcionalidades.
“Por ejemplo, en el caso de un museo, el código NaviLens puede ofrecer información mediante audio u ofrecer información multimedia, añadir vídeos en lengua de signos, con lectura fácil...”, concluye. “En el fondo, es un producto para todos que intenta ayudar a conseguir una accesibilidad universal”.





