En los primeros análisis que han salido sobre el nuevo disco Lux de Rosalía, una de las constantes que se repiten es que Novia robot, la canción número 15, “parece un poco fuera de contexto”. No es de extrañar leer algo así; se trata de una melodía que se salta el misticismo de canciones como Jeanne o La rumba del perdón —justo la preliminar y la siguiente a Novia robot— y que apuesta por un tono mucho más Motomami, como un hit popero de sonidos asiáticos.
Aunque cuenta con los mismos violines orquestales del resto del disco, lo que ayuda a contextualizarla mejor dentro de Lux, lo cierto es que Novia robot se siente como un impasse extraño en el mismo. ¿Por qué, en su apuesta por crear esta especie de ópera que la consagra como autora, Rosalía ha apostado por una canción así? En realidad, porque tiene todo el sentido.
A lo largo de Lux, Rosalía apuesta por conceptos y mensajes en los que va profundizando con cada vez más potencia. Tal y como ha explicado la propia artista, el disco se compone de cuatro movimientos: el primero está basado en los excesos, la devoción y la fragilidad humana; el segundo en la dualidad entre el deseo y la redención; el tercero en la vigilancia, la vulnerabilidad y la identidad en la era digital; y el cuarto en la reconciliación y el perdón.
Esta canción tan significativa se erige justo en el principio del cuarto movimiento, como un nexo entre la vulnerabilidad en tiempos de IA y la necesidad de perdonarnos y de reconciliarnos con nosotros mismos, con dios y/o con nuestros ex. Y para ello compone un retrato claro de la relación entre la mujer y el poder a lo largo de la historia. Una relación que antes era de sumisión por el yugo de la religión y que ahora se puede ver reflejada en el auge de robots y chatbots de compañía.
La artista Rosalía publica este viernes su cuarto disco, 'Lux'.
Un auténtico robo de identidad, de libertad y poder a mano armada
“Bienvenidas a Robotikas con k: un mundo de fantasía robótica femenina hecha por el placer del sexo opuesto. Un auténtico robo de identidad, de libertad y poder a mano armada, donde todas somos invitadas”, inicia Rosalía con una introducción que deja muy claras sus intenciones.
Con esta declaración irónica, la artista pone de relieve algo que se ha explorado a lo largo de los siglos en la ciencia ficción y que en los últimos meses estamos viendo hacerse realidad: que las novias robots son el súmmum del control masculino. Son sustitutas de las mujeres que complacen a su hombre en todo y sin rechistar; quedándose a un lado para convertirse en sujetos pasivos que “no dan problemas”.
Bienvenidas a 'Robotikas con k': un mundo de fantasía robótica femenina hecha por el placer del sexo opuesto
Muchos hombres han soñado con contar con seres así a su lado lo largo de la historia, pero hoy en día ha pasado de ser una fantasía machista a una amenazante realidad. Grok, la IA de Elon Musk, se ha personificado en una especie de “novia virtual sexy” para que cualquiera —especialmente los hombres heterosexuales— puedan cumplir sus fantasías. Y este es solo el principal de los ejemplos. El contenido erótico, frontera que la IA aún mantenía para no caer en peligros aún mayores, ya se está comenzando a permitir tanto en Grok como en ChatGPT. Y a eso se le suman los robots sexuales que, como bien anuncia Rosalía, no están tan lejos de popularizarse.
De hecho, una de las decisiones curiosas de la canción es decir que están “Orgullosas de ser la empresa con mayor éxito en 2025”. En lugar de situar esta fantasía robótica en el futuro, no tiene miedo de colocarla en el presente; porque es algo real y que sitúa a la perfección el devenir de una cultura que, en los últimos años, ha perdido el miedo a ser considerada machista.
Por supuesto, que la canción tenga una parte cantada en chino mandarín no es casualidad. Rosalía parafrasea hasta 14 idiomas distintos en Lux, cada uno con una intención distinta. Y en el caso del mandarín y Novia robot, es imposible pasar por alto una conexión evidente con Shenzhen, la Silicon Valley china donde los robots campan a sus anchas y todo está digitalizado.
Con la conexión china, Rosalía añade una capa a su sátira de la sociedad actual. El futuro ya no se ve en forma de barras y estrellas, sino que se ha trasladado al otro lado del mundo. China es la principal potencia que parece arrastrarnos hacia una realidad en la que las novias robot son el pan de cada día. Y lo hace desde una ideología en los que el debate sobre el feminismo no tiene cabida.
Shenzhen, China.
Guapa para dios
Cuando Rosalía anunció Lux, muchos criticaron que cayera en una “deriva católica” que parece estar convirtiéndose en una moda —ejemplificada con Los domingos de Alauda Ruiz de Azúa o influencers como Rene ZZ—. No es para menos; el disco está dedicado a santas de la historia y no deja de hablar de dios en ningún momento.
No obstante, Novia robot es el ejemplo perfecto de que, de nuevo, nos estábamos equivocando con Rosalía. Si bien nunca ha ocultado su fe cristiana, su reivindicación como mujer empoderada sigue estando en el centro, tal y como ya estaba en Motomami y El mal querer.
Soy la RoRo, llevo tutú, muy rococó y tengo actitud
Mientras artistas como Sabrina Carpenter lanzan portadas de disco que la colocan como sumisa y al servicio del hombre, Rosalía apuesta por el camino adverso. En su relación con dios no se olvida de sí misma; y de hecho sirve como altavoz del aguante que las mujeres han tenido en el cristianismo a lo largo de la historia.
Hay dos momentos de la canción que dejan esto claro. Con “Soy la RoRo, llevo tutú, muy rococó y tengo actitud” no solo deja claro características perfectas que debe tener una robot de compañía para con su hombre, sino que lo hace a través de alguien en concreto: la influencer RoRo.
Conocida por adoptar un rol pasivo hacia su novio y popularizada por ser la “mujer perfecta” que no se queja y está al servicio de su pareja, es una representante ideal de esta actitud neutralizada de los robots de compañía. Se trata de un beef directo que ironiza sobre un fenómeno cada vez más en auge.
La otra frase clave es “Guapa para dios, me pongo guapa para dios, no para ti ni para nadie, solo guapa pa' mi dios”. Es el pseudoestribillo que llega en el clímax de la canción, y aunque muchos lo puedan malinterpretar, lo cierto es que deja claro el fenómeno central de la canción: que los hombres nos estamos convirtiendo en dioses perversos.
Con el acceso a la IA generativa y la robótica, cada vez surgen más polémicas sobre hasta qué punto jugamos a ser dios; sobre todo cuando se trata de sustituir roles perfectamente humanos. El sexual es el más claro de ellos. Si la IA sirve para ahorrarnos tiempo, también puede serlo para ahorrarnos problemas, y eso nos lleva directamente a un mundo donde el sexo sea relegado a máquinas de las que no puedan surgir conflictos.
A pesar de lo que pueda parecer, Novia robot es el ejemplo perfecto de uno de los temas centrales de Lux: en un mundo deshumanizado, debemos luchar por recuperar lo que se nos está yendo de las manos.




