Los mata a solomillos Wellington

Como media Australia, estoy consternado por la condena dictada contra Erin Patterson, una ama de casa que se cargó a buena parte de su exfamilia política a base de solomillos Wellington, acaso gracias al empoderamiento que inspiran esos concursos donde el más torpe se atreve a poner al día unas criadillas de choto al ajillo.

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JAMES ROSS / EFE

El juicio ha sido la comidilla de los australianos y un revés reputacional para un plato insignia de la gastronomía británica. Según la sentencia, Erin Patterson, 50 años, divorciada y madre de dos hijos, introdujo setas venenosas en los solomillos Wellington –entre el hojaldre y la chicha– que sirvió a sus exsuegros, a su excuñada y al pajarito de su novio, único superviviente del banquete, convocado con la coartada de que la anfitriona tenía cáncer –mentira– y deseaba compartir la noticia.

¿Es refinado cargarse a los exsuegros a solomillos Wellington? Tiene su mérito...

–¡Siempre serás una hija para nosotros, Erin! ¡Lo que necesites!

Estas cosas suelen decirse aunque no consta en el sumario. Lo que sí consta es que el exmarido presentó sus excusas y faltó a la cena, a saber si por cuestiones de agenda o porque conocía el peligro de su ex en la cocina.

Los cuatro invitados se sintieron indispuestos, acudieron a urgencias y en cuestión de una semana pasaron a mejor vida salvo el novio. Los informes toxicológicos revelaron que la chef había empleado Amanita phalloides, hongo letal y encima machista.

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La condenada declaró que empezó a interesarse por las setas durante la pandemia en lugar de salir al balcón de su casa a dar apoyo a los médicos, aprender yoga sin fines ulteriores o echarse un amante sablista por las redes sociales. “Tienen buen sabor y son muy saludables”, argumentó. Y tan saludables...

¿Es refinado cargarse a los suegros con un solomillo Wellington? Las cosas como son: tiene su mérito, es original y se trata de un plato que viste, a diferencia de los chipirones en su tinta.

El veredicto ha polarizado Australia porque Erin Patterson tuvo sus defensores, siguiendo la tradición universal de tomar partido en un divorcio. Ya la veo feliz en las cocinas del presidio, innovando que es gerundio y se lleva.

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