Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo llevan tiempo instalados en una dinámica de confrontación personal que ha dinamitado todos los puentes entre ellos. En la sesión del pasado miércoles se cruzaron descalificaciones que no dejaron bien parados a ninguno de los dos. El presidente de Gobierno, por ejemplo, volvió a recurrir otra vez a la fotografía que se hizo Feijóo con el narcotraficante Marcial Dorado en los años noventa. Desde las elecciones del 2009, cuando se presentó por primera vez, el líder popular se ve obligado a aclarar que, en el momento de la foto, Dorado era solo un contrabandista. A Sánchez le valió para espetarle que “la única persona de esta Cámara que ha mantenido una relación estrecha con un condenado es usted”. He perdido la cuenta de las veces que Sánchez le ha recordado a Feijóo que se hizo esta fotografía.
En la réplica, el líder popular, visiblemente molesto, acusó al presidente de ser “partícipe a título lucrativo del abominable negocio de la prostitución” y le preguntó de qué prostíbulos había vivido. La razón del ataque es la empresa que había regentado el suegro de Sánchez, ya fallecido, que estaba relacionado con saunas. No pareció que la acusación de Feijóo fuera un desliz y si alguien tenía alguna duda, basta saber que el PP presentó ayer una batería de 33 preguntas sobre el supuesto “uso de inmuebles públicos como prostíbulos por parte del suegro de Pedro Sánchez”. Este es el nivel en el que ha caído la política española.

Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo, el miércoles en el Congreso
Al paso que vamos, si alguien tiene aspiraciones a ocupar
cargos en la Administración, no solo debe tener una trayectoria impoluta y sin atisbos de corrupción, acoso laboral o sexual, sino que debe asegurarse que su círculo familiar está también igual de limpio. Se tendrá que mirar con lupa el currículum de padres, hermanos, cónyuges, hijos y, a partir de ahora, también de los suegros.

Feijóo acusa a Sánchez de haber "vivido de prostíbulos
Seguro que el PSOE y el Partido Popular pueden hallar argumentos mucho más sólidos para erosionarse mutuamente sin caer en estos ataques tan pueriles. Luego que nadie se queje ni se lamente por la desafección ciudadana y el crecimiento de la abstención.