El temor a no decir las cosas por su nombre y la uniformización del lenguaje hacen que a menudo se pierdan los matices necesarios para comprender exactamente de qué estamos hablando. Nos referimos a expresiones como menores no acompañados . Si nos atenemos a su literalidad y a los contextos en que se utiliza, podemos llegar a pensar que el problema esos menores es que han sido abandonados sin ninguna consideración por sus progenitores y que de ahí vienen su desamparo y la necesidad de protección en la sociedad de acogida. Pero la realidad es más compleja.
Estos menores protagonizan hoy, a su pesar, el arranque de la semana política. Un pequeño grupo del millar largo de solicitantes de asilo llegados a Canarias en cayuco que, por orden del Tribunal Supremo, deben ser distribuidos por la península, llegarán este lunes a su nuevo destino en centros de titularidad estatal. Madrid será una llamativa excepción, ya que el Gobierno de Díaz Ayuso alega que los equipamientos de su comunidad no reúnen las condiciones mínimas exigibles. En las otras autonomías no ha habido problemas con estos primeros traslados.
Los jóvenes distribuidos por la península huyen del hambre y el yihadismo de Mali
Así que, al tiempo que se alivia un poco la agobiante situación que vive una comunidad tan expuesta a la llegada de migrantes sin papeles como es Canarias, se empieza a dar una salida para estos jóvenes desamparados. Son niños y niñas que, ya sin eufemismos, han huido despavoridos de la hambruna y del terror yihadista que asolan Mali, de donde proceden el 90% de ellos.

Un cayuco lleno de inmigrantes llega a Gran Canaria
Los extremistas de Jama’at Nusrat al Islam wa al Muslimeen (JNIM) controlan amplias zonas de Mali. No solo constituyen una amenaza potencial para países como España, como ya hemos advertido en este diario, sino que dinamitan la estabilidad de un país abocado a una catástrofe humana por la falta de seguridad alimentaria. De ahí que sus padres los lanzaran a tan peligrosa aventura.
Es arriesgado establecer comparaciones entre distintas épocas, pero la huida de estos jóvenes de un país hecho pedazos evoca la de aquellos pequeños a quienes sus padres españoles embarcaron solos rumbo al exilio en la Guerra Civil. Se los conoció como “los niños de la guerra”.
Hoy empieza una nueva etapa en la vida de los niños de la guerra de Mali y de otros países rotos.