Todos tenemos un mal día, eso pensé al oír a Jordi Turull mientras criticaba ciertas deducciones fiscales de Andalucía, aunque quizás entendí mal y no estaba insinuando que con el sudor de Catalunya y el pan que le quitamos a nuestros niños esos andaluces despilfarran lo que no tienen.
El presidente andaluz, Juanma Moreno, durante un pleno en el Parlamento de Andalucía
De unos años a esta parte, hay un catalán emprenyat y también un catalán ofensivo, aficionado a deslizar ideas hirientes –y anacrónicas– sobre los demás pueblos de España con predilección por extremeños, andaluces y, últimamente, aragoneses, esos cazurros que nos quieren robar unos murales y trasladarlos a lomos de borricos, como en Nobleza baturra.
Ya son ganas de hacerse enemigos al rescatar el tópico de la Andalucía indolente
Hace casi un siglo, un tipo avispado que se hacía llamar Dale Carnegie publicó Cómo ganar amigos e influir sobre las personas, éxito que en una edición catalana del 2025 bien podría titularse Cómo ganar enemigos y rentabilizar las consecuencias, ya que no hay nada como estas trifulcas de vecinos para maquillar las vergüenzas propias.
Yo no digo que desgravar por tener un perro o apuntarse a un gimnasio para no ir nunca sean aciertos, al contrario, allá ellos, pero de ahí a sugerir que impiden la plenitud del bienestar de los catalanes... No fotem!
Intuyo –la intuición es muy personal– que se trata de calentar en el microondas el cliché de la Andalucía tabernaria, pinchaúvas y despreocupada frente al catalán industrial, laborioso y precavido.
Ya entiendo que JuntsxCat anda desorientat y tira de fondo de armario en estas horas que evocan los días finales de UCD. Les sobran los motivos: han desperdiciado sus famosos siete diputados y sus electores están en Catalunya, donde circula alegremente el cálculo –muy discutible– de que con los 20.000 millones que nos roban cada año, los andaluces llevan vida de señoritos (vamos, que mantenemos España). Por cierto, tampoco estaría de más, aquí y allí, que en lugar de aprobar deducciones fiscales se limitasen a no subir impuestos o incluso a suprimir alguno.
Esto de ganarse antipatías entre los pueblos de España a base de desprecios, ¿cohesiona y ayuda a los catalanes o es el enésimo tiro en el pie? Llevamos ya muchos...
