Carles Puigdemont hace bueno aquel refrán catalán que dice que “ a cada bugada es perd un llençol” ( en cada colada se pierde una sábana). Como proclamó Alfonso Guerra, las consultas la carga el diablo, pero el hombre de Waterloo no aprende. Para no remontarnos a más atrás en el tiempo, hace tres años convocó un referéndum entre la militancia –insólito en Europa– para abandonar el gobierno catalán. Ganaron los partidarios de irse, por un estrecho margen (55%), pero la decisión comportó heridas –ideológicas y económicas– que aún no han cicatrizado.
La marca Junts no mejoró en las elecciones y solo una carambola le permitió ser relevante en el Congreso. Y ahora, Puigdemont repite error y convocará a la militancia para decidir si rompe con el PSOE. No me imagino a Jordi Pujol no tomando él decisiones de este calado, tras buscar la complicidad de su ejecutiva.
La última consulta de Puigdemont a sus militantes sacó a Junts del Govern
Junts se ha convertido en un partido malhumorado, sin rumbo fijo y, lo que es peor, poco útil para las clases medias e imprevisible para quienes simpatizan con un catalanismo liberal-conservador. El actual presidente del partido ha cometido el mismo pecado de audacia que su antecesor. Firmar un pacto con el PSOE en el que incorporaba cuestiones que no dependen de la voluntad de quien está al otro lado de la mesa es ponerse una soga al cuello. Presumir de que a partir de ahora se cobrarán sus votos por adelantado puede que funcione retóricamente, pero la realidad es mucho más compleja (y cambiante).
La última encuesta de La Vanguardia, de hace un mes, apuntaba a una caída de Junts en 14 escaños y una bajada de 8 puntos en intención de voto, en beneficio sobre todo de Aliança Catalana. A la vez, el sondeo aportaba que el presidente del Gobierno preferido para los catalanes era Pedro Sánchez (36%), también para los posconvergentes.
“En otoño ocurrirán cosas que no han pasado hasta ahora”, había anunciado Puigdemont, como si fuera Russell Crowe (el gladiador Máximo) amenazando a Joaquin Phoenix (el emperador Cómodo) en Gladiator. Aquello acaba mal para los dos protagonistas, esperemos que el expresident haya visto la película.
