En mi adolescencia, no me perdía Las historias para no dormir, de Narciso Ibáñez Serrador, lector insaciable de Poe y Lovecraft. Cada capítulo televisivo se introducía con una puerta que se cerraba de golpe tras oírse un grito desgarrador, antes de que la pantalla se fundiera a negro. A las nueve de la mañana, Junts convocó a la prensa para replicar al presidente del Gobierno, que veinticuatro horas antes había intentado acercarse de nuevo al partido de Carles Puigdemont a la desesperada, reconociendo incumplimientos y comprometiéndose a acelerar la ejecución de los acuerdos.
La portavoz, Miriam Nogueras, utilizó un tono menos áspero que en sede parlamentaria y no pegó ningún portazo, no hubo gritos y ni siquiera dio doble vuelta a la llave para evitar que se abra. La situación no ha cambiado por el cortejo de Sánchez, ni porque el Gobierno aprobara en las últimas horas un decreto con cinco compromisos firmados con Puigdemont sobre empleo público, recursos de los ayuntamientos, demora de las facturas digitales, creación de un fondo para propietarios de viviendas alquiladas y divulgación de balanzas fiscales.
Miriam Nogueras cerró la puerta al Gobierno, pero sin dar doble vuelta a la llave
Nogueras insistió en que la decisión de bloqueo a las iniciativas del Gobierno está tomada y que están donde estaban, recordó que es el PSOE el que ha dicho que se moverá y avisó que no bastará con cumplir a medias. Y todavía lanzó un mensaje que invita a pensar que la puerta no está atrancada: “Ojalá nuestro mayor problema sea que, dentro de un mes, tengamos que explicar qué hace Junts porque resulta que el Gobierno ha cumplido sus acuerdos”.
Uno de los capítulos de Historias para no dormir, titulado La promesa, narraba el temor a ser enterrado vivo de un hombre que sufre de catalepsia, así que pide que, cuando fallezca, lo inhumen con solo tres dedos de tierra encima para poder salir si vuelve a la vida. El heredero cumple con el requisito, pero pone el ataúd cabeza abajo, de tal modo que, cuando más araña la tierra, más se entierra. El miedo a que se desvirtúen los acuerdos anida en Puigdemont, algo que nunca pensó el personaje del cuento de Poe. El Supremo lo intentará probablemente con un nuevo recurso contra la amnistía, un año y medio después de que se aprobara.
