El titular de esta columna es, en realidad, de Juan Carlos de Borbón. Sus memorias empiezan con dos afirmaciones. Una, de referencia familiar: “Mi padre siempre me aconsejó que no escribiera mis memorias”. Y otra de protocolo real: “Lo reyes no se confiesan”. Entonces, ¿por qué desobedece cuando remacha diciendo que los secretos de un monarca deben permanecer sepultados en la penumbra de los palacios? Su respuesta es sorprendente: “Siento que me roban la historia”.
El rey emérito va desarrollando esta cuestión a lo largo de las quinientas páginas de su libro Reconciliación, que ayer salió a la venta en España. Políticos, periodistas, biógrafos e incluso la familia real salen de alguna manera señalados. No hay en sus páginas una autocrítica de sus errores, lo que seguramente le humanizaría. En una entrevista en France 3 no pudo ser más rotundo: no se arrepiente de nada, ni cree que tenga que pedir perdón por nada, cuando llegó a poner en peligro la Corona. Es más, justifica su abdicación por su mala salud, como una decisión personal, como si el poder político no le hubiera alertado de que estaba en peligro la institución. Tampoco hizo caso a la reina Isabel, que le había avisado años antes de que “un rey no abdica nunca”, ni a don Juan, que le advirtió también que “un rey muere con las botas puestas”.
Juan Carlos escribe en sus memorias que le han robado su historia y renuncia a la autocrítica
Asegura Juan Carlos de Borbón que empezó a pensar en ella a principios del 2014, en la celebración de la Pascua Militar, cuando apareció “vacilante”. Desmiente que ese desastre fuera resultado –como se publicó– de una noche alegre en Londres y un regreso apresurado, atribuyendo sus dificultades con el discurso a los analgésicos por la apnea del sueño, una infección en la cadera y un problema cardíaco que le anuló la visión.
Desconcierta que se muestre quejoso desde el punto de vista afectivo con el rey Felipe y con la reina Letizia, de quien aseguran que retiró una frase inconveniente en el último momento. Las memorias serán un éxito, precisamente porque un rey no las escribe y menos en vida. Pero recuerden que Nietzche nos advirtió que la verdad es una especie de error, una ilusión útil. Y más cuando alguien intenta que le devuelvan la historia.
