Parece mentira, pero sí, créanme, reestrenan Los Goonies con motivo de su 40.º aniversario. No me puedo creer que haga ya cuatro décadas de la que sigue siendo una de mis películas favoritas. La vi de niña, la he vuelto a ver con mis niños, la sigo viendo hoy en día. Y mi escena preferida, antes y ahora, es cuando los Fratelli apresan a Gordi y le hacen confesar. Él cuenta la verdad, que sus amigos van en busca de un tesoro, pero es tan inverosímil que Francis Fratelli, enfadado, le espeta: “Venga, cuéntalo todo”; él responde: “Todo? Está bien, hablaré” y ahí empieza una retahíla delirante de las travesuras de su vida, del robo del peluquín del tío Max hasta la anécdota del vómito en el cine. La debo de haber visto mil veces, pero no falla, se me siguen saltando las lágrimas.
Y ya sé que es estirar el chicle hasta la absurdidad, pero pensé en las verdades de Gordi viendo el primer debate de la segunda vuelta entre Jeannette Jara y José Antonio Kast para elegir presidente de Chile el día 14. La verdad de Gordi que tiene que ver con lo que le preguntan y resulta absurda y la que nada tiene que ver y es cómica.
No es que en el debate no se hablara de nada, se habló y hubo mucha tensión entre ambos. Se reprocharon sus hojas de servicio, para invalidarlas, se acusaron sobre personas (las dudas sobre Quiroz o el potencial indulto al exmilitar Krassnoff ) y se valieron de referencias (Bukele y Maduro). Pero de los dos temas clave que preocupan al conjunto de chilenos, inseguridad y estancamiento económico, nada o casi nada. Si no fuera tan serio, sería hasta cómico, como en la peli.
En Chile como aquí, abundan los que votarán contra algo y escasean quienes lo harán a favor
Creo que el debate ejemplifica tres corrientes de fondo que observamos en la política chilena. Primero, tal como revela el informe UDP, la polarización afectiva es intensa. Entre los electores de derechas, un 36% rechaza las ideas del Frente Amplio y un 47% asegura que les “dan asco” (atención al término). Entre los de izquierdas, un 35% declara rechazo a las ideas del Partido Republicano y un 53% siente “asco”. Es decir, más que un desacuerdo político racional, sobre temas, hay un rechazo visceral al otro. Segundo, un cambio radical en la agenda de preocupaciones ciudadanas. Hace cuatro años, ¡no cuarenta!, Gabriel Boric ganó con un discurso contra la desigualdad, el abuso de las élites y los poderosos. Hoy la derecha cabalga sobre la inseguridad, los migrantes y “los parásitos” del sector público (y la izquierda también ve en la economía y la inseguridad los principales males del país). Tercero, hay Constitución sin constitucionalistas. El 80% de los chilenos votaron a favor de redactar una nueva Constitución en el plebiscito del 2020. Dos procesos constituyentes fallidos más tarde, Chile se quedó con la Constitución de 1990, pero la desconfianza en las reglas del juego está en máximos.
Situémonos. Desde la vuelta de la democracia, todos los presidentes (Aylwin, Frei, Lagos y Bachelet) pertenecieron a la Concertación. Solo Piñera fue un presidente de la derecha (aunque antipinochetista) y ahora Boric por la izquierda. Con la concertación desaparecida, y aunque Jara ganara en primera vuelta con el 26,75% de los votos, lo más probable es que el domingo gane Kast por el margen más amplio que nunca tuvieron las derechas en ese país. De hecho, ya en primera vuelta, las derechas sumaron el 50,33% de las preferencias, lo que subiría al 70,13% añadiendo los votos del populista Franco Parisi.
Cuando estoy en la región, suelen comparar a Argentina con el futuro de España y a Chile con su presente (¡ya me gustaría que alguien nos comparara con Uruguay!). Lo que sí es seguro, allí como aquí, es que el desprecio por la centralidad, la polarización contra algo como única oferta política, resumir un proyecto de país en un monosílabo, el desprestigio del futuro y la hiperventilación declarativa no nos conducen a ningún lugar mejor. Veremos qué sucede en el futuro porque la sensación es que el voto a Kast es más un castigo que la adhesión a un proyecto. Allí como aquí, abundan los que votarán contra algo y escasean quienes lo harán a favor.
Como dice mi buen amigo Pato Fernández, “la bronca y el miedo son los grandes protagonistas de estas elecciones. No los proyectos colectivos. También la desilusión. Es cierto que no se vive de poesía, pero es muy triste hacerlo sin ella”. Y así es. Seguiremos riendo con Gordi en privado, pero acabaremos llorando por lo común.
