Juan Carlos de Borbón explica en sus memorias que siente que le roban su pasado, Donald Trump manifiesta en sus declaraciones que le preocupa que le hurten su presente. Si al rey emérito le inquieta cómo lo tratarán los libros de historia, al presidente norteamericano le obsesiona cómo le valoran a diario en X. Ambos resultan seductores a su manera, con carisma, pero con serias dificultades de autoevaluación ética.
Maqueta del arco de triunfo que quiere Trump
Trump es especialmente narcisista, así que se llevó uno de los mayores disgustos de su vida cuando en los inicios del primer mandato los vecinos de tres inmuebles del Upper Manhattan decidieron quitar las letras metálicas con su nombre de esos rascacielos denominados hasta entonces Trump Palace. El argumento para tal medida era que no querían que se asociaran sus viviendas con el presidente. De todos modos, Trump sigue teniendo decenas de hoteles y grandes edificios con su nombre.
Y ahora, desde el pasado jueves, el Centro Kennedy de Artes Escénicas de Washington se denomina Trump Kennedy Center por voluntad suya y por los votos de la junta.
Maria Shriver, sobrina del presidente asesinado, criticó en las redes esta decisión e ironizó con que pronto vamos a ver que pondrá su nombre en el aeropuerto JFK, en el monumento a Lincoln o en el museo Smithsonian. De hecho, el Instituto de la Paz de la capital del país ya ha sido rebautizado con su apellido. Shriver recordó que, Trump no tuvo tampoco ningún inconveniente en adoquinar el jardín de rosas de Jackie Kennedy en la Casa Blanca, que ahora es un patio.
Trump quiere construir en Washington un arco de triunfo como el que Napoleón erigió en París
Pero el verdadero sueño del presidente está por venir. Él ha explicado que quiere construir en Washington un arco de triunfo como el que levantó Napoleón en París para conmemorar la batalla de Austerlitz, en 1805. Como ha declarado su amiga y jefa de gabinete, Susie Wiles, en Vanity Fair : “Trump gobierna con la mentalidad de que no hay nada que no se pueda hacer. Nada, cero, nada”.
Los narcisos tienen un ego que les desborda. Definió así a uno de ellos la escritora británica George Eliot: “Era como un gallo que creía que el sol había salido para oírle cantar”. Trump pronto cantará bajo su propio arco de triunfo. Ojalá que entonces todavía el sol alumbre la Tierra.
