El filósofo Donaldotan Natotrump nació el 14 de junio de 1946 en el Jamaica Hospital, pero nada tenía que ver con jamaicanos excelsos como la leyenda olímpica Usain Bolt, ni con la gran isla caribeña, sino que su islote y referente era (y es) Manhattan, en la desembocadura del río Hudson, en el norte del puerto de Nueva York, allí donde se movía el dinero del mundo en un templo de oración llamado Wall Street. Es allí donde residía la esencia de la filosofía del maestro Donaldotan Natotrump, que se dio a conocer como “trumpismo” o “corriente trumpista”.
Este fue el gran “ismo” filosófico de la primera mitad del siglo XXI, aunque se empezó a gestar a mediados del siglo XX, cuando el recién nacido Donaldotan Natotrump lloró por primera vez en aquella sala de partos del Jamaica Hospital de Queens.
Mucho, mucho tiempo después, incluso cuando ya los extraterrestres poblaron la Tierra, aún se estudiaba en las facultades de Filosofía el trumpismo, por encima del platonismo, el sofismo, el estoicismo, el agustinismo, el averroísmo, el humanismo, el racionalismo, el cartesianismo, el contractualismo, el empirismo, el utilitarismo, el positivismo, el kantismo, el existencialismo, el irracionalismo, el marxismo, el emergentismo, el realismo, el agatonismo o el sistemismo. Todos y cada uno de los “ismos” de la Historia de la Humanidad, desde la Antigüedad y hasta el nacimiento de Donaldotan Natotrump, fueron literalmente barridos por el hegemónico trumpismo. Solo se estudiaba esta filosofía porque las universidades que no impartieran esta materia eran clausuradas y reducidas a escombros. Solo sobrevivieron las llamadas Trumpist Universities o Trumpist Colleges.
Donaldotan Natotrump cambió por completo el concepto de “filósofo”. Ya no era una persona erudita, virtuosa y, ni mucho menos, austera, ni vivía retirada ni huía de las distracciones y concurrencias. Era, más bien, todo lo contrario. El gran Donaldotan Natotrump, la figura más influyente del (no) pensamiento del siglo XXI tenía que ser el foco de atención, el centro del planeta, el ombligo de la Tierra. Su gran medio de comunicación para difundir su doctrina eran las redes sociales, especialmente, la suya propia.
Y dicen los que vivieron en aquella época que tenía dotes de showman, además de mostrarse propenso al sadismo o a la humillación en público de todo aquel que le contradijera. Fueron famosas sus encerronas en la Casa Blanca, como al líder ucraniano Volodímir Zelenski o al sudafricano Cyril Ramaphosa. Sus ocurrencias eran muchas y muy variadas, pues lo inverosímil era sinónimo de trumpista, igual que jugar con la verdad y la mentira como los trileros moviendo la bolita. Solo existía, en realidad, una certeza, la que él certificaba. Así era Donaldotan Natotrump, más que un filósofo, fue un auténtico profeta.
La OTAN / NATO era uno de los foros preferidos de Donaldotan Natotrump para difundir su filosofía. Le gustaba que todos los países (antes llamados “aliados” y luego “esclavos” o “dependientes”) le adularan y le prometieran gastar y gastar y gastar mucho dinero en armamento fabricado por empresas de Estados Unidos, el grandísimo país de Donaldotan Natotrump.
Hubo una vez que un insignificante presidente (Pedro Sánchez) de un insignificante lugar (España) de un insignificante continente (Europa), siempre a ojos del gran filósofo, osó contradecirle e insinuar que no iban a invertir tantos dólares en armas como el trumpismo demandaba porque, si no, se ponía en riesgo el bienestar de los españoles y de las españolas. Y fue entonces cuando Donaldotan Natotrump vociferó su doctrina: “Vamos a hacer que paguen el doble. Y lo digo en serio. Vamos a obligar a España. Nos lo devolverán en aranceles porque no voy a dejar que eso ocurra”.

Pedro Sánchez (a un lado, separado del grupo) casi ni sale en la foto de familia de la OTAN en La Haya.
Todo lo que tenía que ver con la sanidad o la educación universales era contrario a la filosofía de Donaldotan Natotrump, basada en la riqueza y el poder de unos pocos para someter a muchos. No es extraño, pues, que aquel insensato Pedro Sánchez ("hemos salvaguardado el interés de España”, afirmó) fuera relegado a un lado en la fotografía de familia del club OTAN / NATO. Ni siquiera nadie se atrevía a ponerse una corbata del mismo color (rojo chillón) que Donaldotan Natotrump, quien debía distinguirse de todos los mortales tanto por fuera como por dentro. El maestro marcaba el camino. Y todos le siguieron ciegamente... Incluso, años después, los extraterrestres.