“Hace falta un cambio de paradigma para que se respeten los ritmos de cada cuerpo”

Carolina Ackermann Barreiro

Carolina Ackermann Barreiro

La presidenta de la Asociación de Cultura Menstrual, La Vida en Rojo, lamenta que “la menstruación se ha visto como algo vergonzoso o peligroso durante siglos” y que no se debe reducir a “un problema médico”

* La autora forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia

En un artículo publicado recientemente en La Vanguardia abordé la salud menstrual en la escuela primaria desde una premisa clara: gestionar la menstruación con dignidad es un derecho de las alumnas y no puede seguir quedando a expensas de la buena voluntad de cada centro. 

El Parlamento Europeo estima que alrededor del 10% de las niñas y mujeres en la UE sufren pobreza menstrual con mayor impacto en jóvenes, refugiadas y mujeres con discapacidad. El dato es contundente: aún hoy muchas alumnas pierden horas de clase por falta de recursos y por un tabú que seguimos sin desmitificar. 

En un informe sobre Equidad y Salud Menstrual en España del año 2023 se demostró que dos de cada diez mujeres reconocieron haber tenido problemas económicos para comprar productos menstruales, y casi cuatro de cada diez no pudieron acceder a los que realmente querían.

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La pregunta ya no es solo si contamos con baños adecuados o con productos sostenibles y asequibles (que también); es si vamos a seguir tolerando que la ignorancia y el estigma sigan impactando negativamente en la vida de niñas, mujeres y personas menstruantes por la ausencia de educación y recursos.

Aunque persisten narrativas culturales que trivializan la menstruación, la politización feminista del tema ha permitido avances normativos en igualdad y derechos. Sin embargo, queda un desafío mayor: trasladar esos marcos legales a cambios reales en la vida cotidiana de niñas y mujeres.

En este camino, tuve la oportunidad de participar en Barcelona en un encuentro organizado por la Asociación de Cultura Menstrual La Vida en Rojo, donde se dialogó sobre políticas, culturas menstruales, migración y educación, en un espacio que unió voces de Perú y Catalunya con la participación de la psicóloga y educadora menstrual Sofía Mondragón y de Carolina Ackermann, presidenta de la asociación. 

Encuentro de intercambios de saberes en torno a la educación menstrual.

Encuentro de intercambios de saberes en torno a la educación menstrual.

La Raposa, 3 de julio de 2025 / La Vida en Rojo

Para mí fue también un cierre de ciclo: un año después de la investigación que dio origen a mi artículo, el círculo se completaba al conocer en persona a mujeres como Lila Arsuaga Méndez, con quienes había compartido la fase previa de ese trabajo. Un espacio de sororidad que dejó en el aire la fragancia de la lavanda y la certeza de que la conversación es ya resistencia.

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De esa confluencia entre la constatación de la realidad y el encuentro con quienes la transforman surge hoy mi acercamiento a La Vida en Rojo, la primera asociación estatal que puso la Cultura Menstrual en el centro del debate social en España. 

Ampliar Participantes en el encuentro de intercambios de saberes en torno a la educación menstrual, en La Raposa.

Participantes en el encuentro de intercambios de saberes en torno a la educación menstrual, en La Raposa.

La Vida en Rojo

Desde su fundación en 2021, la organización ha desplegado su labor en ámbitos como la educación, la salud, la investigación y la divulgación, tejiendo redes con activistas, artesanas de compresas de tela, creadoras de contenido, artistas, políticas, educadoras sociosanitarias y organizaciones tanto nacionales como internacionales

Con este trasfondo conversamos con su presidenta y cofundadora, Carolina Ackermann Barreiro, educadora y activista, para conocer los ejes de intervención de la asociación y comprender cómo la Cultura Menstrual puede abrir un nuevo horizonte de conciencia social.

Carolina Ackermann Barreiro.

Carolina Ackermann Barreiro.

La Vida en Rojo

Me parece muy interesante conocer el nacimiento de la asociación. ¿Cómo nace esta iniciativa?

Todo comenzó en 2019, en el primer Encuentro de Cultura Menstrual celebrado en el Centro de Cultura de Mujeres Francesca Bonnemaison, en Barcelona. Éramos unas ochenta mujeres llegadas de distintos puntos de España y de Europa. Yo estaba en la organización y sentí que estábamos haciendo historia: aquello no podía quedar en un evento aislado. Había que dar un paso más y crear una asociación con fuerza política y jurídica, capaz de dar visibilidad y apoyo a talleristas, terapeutas, investigadoras, divulgadoras y activistas (entonces casi nadie hablaba todavía de “educadoras menstruales”).

Sentí que estábamos haciendo historia: aquello no podía quedar en un evento aislado, había que dar un paso más

Carolina Ackermann Barreiro
Carolina Ackermann BarreiroPresidenta de la Asociación de Cultura Menstrual

Lo más valioso de ese momento fue comprender que no caminaba sola. Por entonces publicaba y ofrecía talleres sobre la comprensión de la salud menstrual y cíclica, el uso de la copa y compresas de tela para la menstruación como opción ecológica y saludable, y lo hacía bajo el nombre de Espacio Matriz, en Castelldefels y alrededores. Muy pronto se unieron a la iniciativa de crear la asociación María Victoria López Benito, docente, que ya ofrecía servicios y actividades a través de Hystera. Salud femenina; y Ana Luisa Meza, psicóloga, que también impartía talleres desde Psicoutera, cada una aportando sus tiempos, talentos y experiencias.

Desde el inicio tuvimos claro que nuestro trabajo sería educativo, pero también político y divulgativo. Queríamos tejer red con todas las mujeres que ya estaban abriendo camino, en solitario o en colectivos. Así nació La Vida en Rojo, con compromiso y entusiasmo, con la vocación de impactar no solo en Catalunya, sino en todo el Estado español, y en diálogo con compañeras educadoras y activistas de otras partes del mundo.

¿Cuál es la visión principal que impulsa la asociación?

Nuestra visión surge de un enfoque que mira la historia y la cultura de manera crítica: entender que las experiencias de las mujeres, su ciclicidad y su salud integral siempre han estado mediadas por construcciones sociales y culturales que han silenciado y controlado los cuerpos femeninos. 

Durante siglos, la menstruación y otros procesos fisiológicos se han visto como algo vergonzoso o “peligroso”, se han ocultado y se han dejado fuera de la educación y la ciencia. Reconocer eso hoy nos ayuda a entender por qué es tan importante visibilizar estas experiencias y reivindicar derechos que hasta hace poco ni siquiera se planteaban.

Por eso hablamos de un cambio de paradigma: que se valore y celebre la ciclicidad, que se respeten los ritmos de cada cuerpo y que dejemos de reducir la menstruación a un problema médico o el ciclo a mera prevención de embarazos.

Es, desde la divulgación, la educación, la investigación y el activismo desde donde trabajamos para erradicar formas de violencia de género que también se expresan en lo menstrual. Y lo hacemos porque queremos poner sobre la mesa los estigmas, los abusos, las desigualdades que atravesamos las mujeres. Porque hablar de menstruación nunca es hablar solo de un proceso fisiológico: es hablar de equidad, de derechos y de justicia ecosocial.

Trabajamos para erradicar formas de violencia de género que también se expresan en lo menstrual

Carolina Ackermann Barreiro
Carolina Ackermann BarreiroPresidenta de la Asociación de Cultura Menstrual

¿Qué es exactamente la educación menstrual y por qué es tan importante?

Pues lo que llamamos educación menstrual, para nosotras es un enfoque pedagógico profundamente político que busca dignificar la menarquia, la menstruación, el ciclo ovárico y menstrual y el climaterio. 

No se trata solo de fisiología: también implica hablar de cómo nos organizamos a nivel social y laboral siendo cíclicas, con necesidades, habilidades y una forma de estar en el mundo específica. Aborda todo, desde cómo las niñas inician la menarquía según su cultura o religión, hasta el cuidado de los ecosistemas, ya que los productos de gestión menstrual, según su calidad, pueden afectar tanto a las usuarias como al medio ambiente.

Creo firmemente que, sin educación, no podemos impugnar ni desterrar el estigma. Y mientras los estigmas persistan, la salud y la equidad menstrual seguirán siendo una utopía.

Mientras los estigmas persistan, la salud y la equidad menstrual seguirán siendo una utopía

Carolina Ackermann Barreiro
Carolina Ackermann BarreiroPresidenta de la Asociación de Cultura Menstrual

¿Qué consideras que falta para que la educación menstrual esté en los colegios de manera integral?

Aunque desde 2023 el Estado obliga a que la educación menstrual llegue a todas las aulas, la ley todavía no se aplica realmente. El tema no se tiene presente en los centros, no ha llegado como una obligación concreta y, además, no se cuenta con educadoras menstruales (un colectivo aún no reconocido profesionalmente), y son escasas las matronas que pueden desplazarse y que, a la vez, tengan formación integral sobre el ciclo ovárico-menstrual en todas sus dimensiones. 

Creo que lo que falta está muy ligado a la limitada información en los libros de texto y a la necesidad de un abordaje amplio y transformador. Hoy muchas niñas solo ven un apunte en los márgenes de la biología, centrado en la reproducción, y eso deja fuera emociones, derechos y salud integral. La menstruación debería formar parte del currículo con nombre propio, desde una mirada positiva, propositiva y coeducativa.

La menstruación debería formar parte del currículo con nombre propio, desde una mirada positiva, propositiva y coeducativa

Carolina Ackermann Barreiro
Carolina Ackermann BarreiroPresidenta de la Asociación de Cultura Menstrual

Pero claro, para esto hacen falta recursos y tiempo: formar y sensibilizar al profesorado, abrir espacios de conversación donde niñas y niños puedan hablar sin miedo ni vergüenza. Y no basta con una charla aislada: hacen falta varias sesiones que aborden distintos temas (fisiología, emociones, derechos, salud para la gestión menstrual, fertilidad, diversidad de experiencias menstruales, etapas de la vida cíclica, entre otros), para que el alumnado pueda integrar el conocimiento poco a poco. Sin esta educación, sumada a centros con baños dignos y accesibles y productos de gestión menstrual saludables y asequibles, seguiremos perpetuando el silencio, y la educación menstrual nunca será realmente integral.

Este año habéis lanzado una campaña por los derechos menstruales. ¿Qué significa exactamente esto?

Cuando hablamos de derechos menstruales, hablamos de Derechos Humanos en torno a la menstruación y el ciclo y nosotras le damos a la campaña nuestra perspectiva que es también feminista e interseccional.

La Ley Orgánica 1/2023, mal llamada popularmente “la ley del aborto” (y digo mal llamada porque incluye muchos otros derechos) reconoce justamente aquello por lo que venimos trabajando: educación, salud, dignidad, justicia y equidad menstrual y cíclica. Pero que exista a nivel jurídico no basta; hace falta que se conozca y que se aplique de verdad, con recursos económicos, materiales didácticos y personas sensibilizadas.

Cuando hablamos de derechos menstruales, hablamos de Derechos Humanos en torno a la menstruación

Carolina Ackermann Barreiro
Carolina Ackermann BarreiroPresidenta de la Asociación de Cultura Menstrual

Nuestra campaña pone todo esto sobre la mesa y busca hacer presión para que se cumpla en escuelas, servicios sociales, cárceles, centros de trabajo y otros espacios de la vida cotidiana, para que nadie quede fuera, especialmente quienes ya enfrentan barreras más grandes debido a sus condiciones o contextos: mujeres migrantes que pueden tener dificultades lingüísticas o administrativas, personas con discapacidades o neurodivergentes que necesitan adaptaciones, mujeres racializadas que sufren discriminación estructural, o quienes viven en zonas rurales o comunidades con menor acceso a recursos.

Tu asociación educa y hace activismo. ¿Cómo se articula esto en el día a día?

Nuestra labor educativa es muy diversa: desde talleres de bienvenida a la menarquia hasta cursos sobre ciclicidad, climaterio y menopausia. Acompañamos a niñas, madres, familias, profesionales de la salud y educadoras, siempre con un enfoque feminista y de derechos humanos. 

Pero para nosotras, el activismo no son solo grandes manifestaciones. También está en lo cotidiano: hablar del ciclo con naturalidad en casa o en el trabajo, exigir información integral sin sesgos en la consulta médica, o visibilizar necesidades básicas como baños adecuados para la gestión menstrual. Todo eso también es activismo.

Haciendo intervención en espacios comunitarios y en el espacio público, llevando la perspectiva menstrual a bibliotecas, centros cívicos, empresas o eventos al aire libre, a la par que exigimos la investigación en enfermedades muchas veces diagnosticadas con retraso, como la endometriosis. Así, educación y activismo se entrelazan en cada acción, pequeña o grande.

Para finalizar, creo que estáis trabajando en un libro nuevo que va a revolucionar la manera de entender la Educación Menstrual. ¿Qué nos puedes adelantar?

Sí, esa noticia ya empieza a circular y me hace mucha ilusión. Es una obra colectiva, escrita por catorce mujeres de distintos países y ámbitos, bajo el cuidado y la coordinación que he hecho desde la Asociación La Vida en Rojo. Será una obra pionera en castellano, con perspectiva feminista, interseccional e internacional.

Me siento muy feliz de haber asumido el trabajo de coordinación de todo el trabajo en red con las demás autoras, y el proceso fue muy fructífero, aprendí y aprendimos mucho en el camino con los dilemas y reflexiones que fueron surgiendo. Deseamos que muy pronto esté disponible para su lectura y uso.

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