Enseñanzas del doctor Lluís Folch i Camarasa

Lectores Expertos

Fue considerado toda una institución en el campo de la pedagogía: “Me gusta llamarme médico educador”

El doctor Lluís Folch i Camarasa.

El doctor Lluís Folch i Camarasa.

Joaquín Callabed

* El autor forma parte de la comunidad de lectores de Guyana Guardian

El Dr. Lluís Folch i Camarasa (Barcelona, 1913 - 1999) fue una institución en el campo de la pedagogía. “Me gusta llamarme médico educador”, afirmó. Pediatra, pedagogo, psiquiatra y poseedor de una gran cultura, fue fundador de los Servicios de Psiquiatría Infantil en el Hospital dela Santa Creu i Sant Pau en 1941.

Su padre, el Dr. Folch i Torres, fue una figura destacada de la pedagogía a principios del siglo XX, además de escritor y su mejor maestro.

Hasta sus 85 años mantuvo su consulta privada, con clientela de todo el Estado. Gran conferenciante y conversador vibrante. Hablaba con pasión de su experiencia sobre la adopción, la protección a la infancia, del adolescente y del fracaso escolar.

Recuerdo de la visita a la clínica de Folch i Camarasa

Hace años me recibió durante algunas horas en su clínica de la plaza Tetuán y tomé algunas notas, que ahora rememoro. Allí consultaba junto con sus dos hijos, formando un prestigioso equipo especializado en dificultades escolares y otros temas pedagógicos.

Recordaba sus vivencias, junto a su padre, en la fundación de la protección a la infancia. Una bella página de la pedagogía catalana y española. Rezumaba una gran calidad humana. Era feliz con su oficio. Destilaba sinceridad y seducía con sus palabras.

  • Sobre la figura de su padre, el Dr. Folch i Torres

El recuerdo de su padre, el Dr. Folch i Torres, estaba siempre presente:

- “Mi padre fue un intuitivo genial. Venían de todo Europa para conocer sus trabajos. Aquí fuimos pioneros en la protección a la infancia. Me sorprenden algunas ideas que se venden con nuevas y hace muchos años que estaban estudiadas. Se cometen errores graves”.

  • Sobre la adopción

- “Hay un riesgo grave en la adopción de niños por un tiempo determinado. Cuando termina este período, ¿qué hacer? Una niña huérfana me dijo: '¡Yo quiero una mamá para mí, para siempre!'... Había tenido cuatro adopciones. Mi padre ideó un sistema de grupos de 6 o 7 niños sin que existiera una vinculación tan estrecha. He visto en orfelinatos cómo los niños acuden al teléfono porque han oído decir que, a veces, los padres llaman por teléfono... Hay que cuidar mucho esos detalles”.

  • Sobre la infancia abandonada

Sobre la infancia abandonada hablaba así:

- “Desde luego con amor, pero también con método. Mi padre intuyó que los niños necesitan una relación amistosa con niños y tienen facilidad para relacionarse. El grupo se hace familia. El dormitorio colectivo ha de educar el pudor. No se debe dejar nunca a un niño solo hasta que se adapte a la institución como sea. Conseguimos 'resurrecciones' de problemas muy serios”.

  • Sobre la adolescencia 

- “La adolescencia es un período raro y difícil en la que el niño descubre que el mundo de los adultos se rige por otras normas. Puede pensar por sí mismo. Descubre que el mundo hay que descubrirlo por uno mismo. El proceso educativo en esta fase debe ser un diálogo entre lo que es la pauta como posibilidad y el mundo que le rodea donde todo lo influye”.

  • Sobre la oposición del adolescente

- “Después de 42 años de experiencia como asesor del juez de menores he aprendido que debemos hacernos cuatro preguntas: ¿Qué pasa?, ¿Qué valor tiene?, ¿A qué cuadro se asemeja?, ¿Qué tratamiento debemos darle? Hay que individualizar cada caso”.

  • Sobre el fracaso escolar

- “Este término tiene sus raíces históricas en Francia, donde, por primera vez, se dijo 'ningún niño sin escuela'. Se detectaron niños que tenían una inteligencia reducida y precisaban una escuela especial. Otros tenían una inteligencia normal y perdían cursos escolares y se diagnosticó de 'fracaso escolar'. Estos últimos necesitaban una enseñanza a medida, según opinión de Claparède. Según la exigencia de los planes de estudio se puede 'programar' el fracaso escolar. Antes se exigía un coeficiente de 0,85, ahora 1,05 y en países como Rusia, 1,15. En estos casos, el fracaso escolar no es un término correcto. Es bueno saber que la inteligencia tiene 132 funciones. Todo niño es aprovechable. Hay que hacer la enseñanza a medida”.

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