Carta de ajuste

LA SITUACIÓN POLÍTICA

La política española debe ser hoy observada desde el ángulo de la nueva doctrina de seguridad de Estados Unidos

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LV

El próximo 18 de enero del 2026 se celebrará la primera vuelta de las elecciones presidenciales en Portugal. Son unas elecciones importantes, a las que deberíamos prestar atención. El presidente de la República portuguesa tiene importantes poderes: nombra al primer ministro, puede disolver el Parlamento y es el jefe supremo de las Fuerzas Armadas. La principal novedad de esas elecciones es la presencia de un candidato militar, el almirante en la reserva Enrique Gouveia e Melo. De nuevo un militar compitiendo por la jefatura del Estado en el Portugal democrático. En 1976 la conquistó el general António Ramalho Eanes, el jefe de Estado Mayor que un año antes (noviembre de 1975) había reconducido el movimiento revolucionario militar de los jóvenes oficiales. Ramalho Eanes fue presidente durante diez años con el apoyo de los socialistas.

El almirante Gouveia e Melo, también ex jefe del Estado Mayor de las Fuerzas Armadas, competirá por la presidencia con el prestigio ganado durante la epidemia como coordinador del programa nacional de vacunación contra la covid. Se trata de un personaje aparentemente alejado de la política que podría captar apoyos entre el electorado socialista. Alarmado por esa candidatura de signo transversal, el fogoso líder de la extrema derecha, André Ventura, también se ha presentado. Ahí donde hay platós de televisión, ahí está el hombre de Chega. No quiere que el outsider militar le reste protagonismo. La campaña se halla muy abierta. Es muy probable que por primera vez en cuarenta años las elecciones presidenciales portuguesas deban decidirse en segunda vuelta. Señoras y señores, está en juego el futuro político de toda la península Ibérica en un momento muy delicado para el futuro de la Unión Europea.

Ventura se ha colocado en el escaparate de las presidenciales para demostrar que es el hombre del futuro. Si consigue ser finalista, aunque pierda en la segunda vuelta, se habrá consolidado como alternativa de futuro ante el desgaste de los dos partidos centrales (PSD y PS) en un país encrespado por los precios de la vivienda y la llegada de miles de inmigrantes brasileños. Un país que acaba de vivir una importante huelga general contra le reforma de la legislación laboral. El líder de Chega tiene a su favor la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos, reciente documento, de enorme importancia, en el que se proclama que la Administración norteamericana “cultivará a los partidos patrióticos europeos”, es decir, apoyará activamente a las formaciones de extrema derecha agrupadas en la plataforma Patriotas por Europa que plantean una drástica reconducción de la UE

Estamos entrando en un abrupto cambio de época. Estamos navegando hacia territorios desconocidos. En Portugal se librará el primer asalto de una nueva e incierta fase en la cual el Gobierno de los Estados Unidos ha elevado a la categoría de doctrina estratégica la desestabilización de la UE, en perfecta sintonía con Rusia. El segundo asalto tendrá lugar en primavera en Hungría, sede social de los Patriotas por Europa. Viktor Orbán podría perder las elecciones legislativas ante un candidato opositor que parece haberle tomado la medida. Se trata de Péter Magyar, antiguo miembro del partido de Orbán, hijo de una familia muy vinculada a la política húngara en el periodo democrático, al que se le presuponen mayores simpatías por la Unión Europea. ¿Permitirán Donald Trump y Vladímir Putin que su mejor aliado en Centroeuropa pierda el poder? Estamos viajando hacia zonas desconocidas.

Entretanto, el nuevo primer ministro francés Sébastien Lecornu intentará resistir con el apoyo parlamentario de socialistas y verdes en los momentos más críticos, para evitar otro adelanto de las elecciones legislativas, que daría definitivamente el poder al antiguo Frente Nacional, también agraciado por la nueva doctrina de Seguridad Nacional norteamericana. Una de las primeras iniciativas del nuevo embajador de Estados Unidos en París, Charles Kushner, el multimillonario suegro de Trump, ha sido reunirse con Marine Le Pen y Jordan Bardella, líderes del actual Reagrupamiento Nacional. Si Lecornu resiste, la extrema derecha no tiene garantizada la victoria en las elecciones presidenciales previstas para la primavera del 2027.

Marine Le Pen y Jordan Bardella fueron recibidos el viernes 12 de diciembre por el embajador de Estados Unidos en Francia, Charles Kushner

Marine Le Pen y Jordan Bardella fueron recibidos el viernes 12 de diciembre por el embajador de Estados Unidos en Francia, Charles Kushner

@USAmbFrance

A lo largo del 2026, también se celebrarán elecciones democráticas en Dinamarca y Suecia. Se votará en Escocia, con los laboristas a la baja. Y también se abrirán las urnas en los länder alemanes de Baden-Wurtemberg y Renania-Palatinado, en el oeste del país, donde pasaran examen la coalición gobernante (CDU-SPD) y la pujante extrema derecha (Alternativa para Alemania). Capítulo aparte son las elecciones a la Duma rusa previstas para septiembre del año que viene, en las que podemos estar seguros de que volverá a ganar la plataforma oficialista Rusia Unida, controlada por Putin.

Y veremos que pasa en España. ¿Elecciones anticipadas muy pronto? ¿Elecciones anticipadas en junio, coincidiendo con las autonómicas andaluzas? Pedro Sánchez anunció ayer su decisión de seguir, pese a la tormenta que azota al Partido Socialista Obrero Español por los casos de corrupción que tienen como epicentro a dos antiguos secretarios de organización, José Luis Ábalos y Santos Cerdán, y a la oleada de denuncias internas por comportamientos machistas de determinados dirigentes del partido, oleada Me Too espoleada por la caída de Francisco Salazar, el hombre que iba a tomar el control de la secretaría de organización. Investigaciones judiciales y denuncias internas. Una tremenda situación. Con todo en contra, Sánchez se mostró ayer imperturbable: piensa seguir, no parece tener intención de llevar a cabo la ‘radical’ remodelación del Gobierno que le piden sus socios de Sumar, y se dice dispuesto a sudar la camiseta para obtener los apoyos parlamentarios que hoy no tiene.

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El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en su comparecencia de balance en La Moncloa 

Dani Duch / Propias

Sánchez y su equipo no quisieron ayer transmitir nerviosismo durante la comparecencia del presidente para dar cuenta de su balance del 2025, y en la posterior copa de Navidad que cada año se celebra en Moncloa. Consigna: no transmitir inseguridad cuando solo faltan cinco días para las elecciones autonómicas en Extremadura. Veremos como están las cosas la próxima semana cuando se conozcan los resultados de esas elecciones. La coyuntura parece orientarse a una ronda de contactos con los socios parlamentarios. Oriol Junqueras, de Esquerra Republicana, dio ayer un primer paso en esa dirección. La situación es tremendamente provisional.

España ya está en el radar de la nueva Estrategia de Seguridad Nacional de Estados Unidos. Sánchez se ha negado a apoyar públicamente la exigencia de Trump de subir el gasto militar al 5% del PIB, aunque el Consejo de Ministros ha contraído compromisos de gasto en Defensa por valor de 60.000 euros en los últimos dos años, sin pasar por el Parlamento, lo que supondría una elevación superior al 2% del PIB. Ha sido el único gobernante que le ha dicho que no a Trump en la Asamblea General de la OTAN. Se ha enfrentado abiertamente al Gobierno de Israel durante la matanza de Gaza. Y es uno de los últimos defensores en el Consejo Europeo de la política de “transición ecológica”, expresión que en estos momentos está desapareciendo del léxico de los organismos europeos. Llama la atención que un dirigente decidido a correr notables riesgos políticos en la arena internacional haya delegado la dirección organizativa de su partido en dos individuos con los pies de barro. Detectó algo sobre Ábalos, lo apartó del Gobierno, pero después lo recuperó como diputado por consejo del hermético Cerdán. Si Sánchez no sabía nada, ha sido tremendamente incauto.

Veamos qué ocurre este próximo domingo en Extremadura. Si la maniobra de Alberto Núñez Feijóo de desplegar en línea cuatro convocatorias electorales autonómicas (Extremadura, Aragón, Castilla y León y Andalucía) para debilitar una y otra vez a su rival, se salda con un fortalecimiento de Vox, la nueva doctrina de Seguridad Nacional de Estados Unidos habrá obtenido un interesante éxito en España.

Política interior y política exterior siempre van juntas, forman una unidad dialéctica. En el boletín Penínsulas venimos insistiendo en este enfoque desde el primer día, pero en España sigue siendo muy fuerte la costumbre de observar y narrar la política interior como un asunto exclusivamente ‘nacional’ y en muchas ocasiones exclusivamente madrileño. Los relatos sobre la transición excluyen sistemáticamente el ángulo internacional. Estas semanas lo estamos comprobando de nuevo con motivo del cincuenta aniversario de la muerte del general Franco. La transición española fue un capítulo relevante de la segunda fase de la Guerra Fría después del brutal estallido de la crisis del petróleo de 1973, que multiplicó por cuatro los precios de la energía en los mercados occidentales. Las dictaduras del sur de Europa (Portugal, Grecia y España) ya no daban más de sí y fueron cayendo, una tras otra, en función de las características de cada país. En Portugal y Grecia, el ejército entró en crisis. En Portugal, por el cansancio que provocaban las eternas guerras coloniales en África, en Grecia, por la invasión turca de la isla de Chipre. En España, el ejército vencedor de la Guerra Civil estaba absolutamente unido a la dictadura, y el cambio se efectuó mediante una compleja sucesión de maniobras desde arriba y presiones desde abajo, cuyas claves aún estamos desentrañando.

El debate público español tiende a dejar de lado el factor internacional, pero después de la nueva Doctrina de Seguridad Nacional norteamericana ya no podemos obviarlo, puesto que Washington nos está diciendo que piensa intervenir en la política interior de los países europeos para favorecer a la extrema derecha ‘patriótica’. Estamos en un abrupto cambio de época, estamos navegando hacia lo desconocido. Península Ibérica, Francia y Alemania son hoy las piezas clave un proyecto histórico muy ambicioso que se llama Unión Europea. Un mal acuerdo sobre Ucrania y un cambio de dirección en la península Ibérica y en Francia dejarían aislada a Alemania, con un desenlace bastante previsible.

No podemos dejar de ver la situación interna española, en estos momentos muy impredecible, sin la lente de la política internacional. Ya no es posible. Sánchez programó ayer un compás de espera, una carta de ajuste en la que todas las barras y todas las líneas se mueven.

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