Se resisten al zoom, evitan las videollamadas y dudan entre el botón de grabar o el de hacer foto. Para muchas personas mayores, la tecnología sigue siendo un terreno confuso, más por saturación de opciones que por falta de voluntad. Les han vendido móviles que hacen de todo, pero nadie les ha explicado con calma cómo funcionan. Al final, confían en lo poco que controlan, que suele ser la cámara, aunque a menudo sin saber muy bien hacia dónde apunta.
Eso es lo que le ocurrió a una familia que viajó a Portugal con la intención de guardar un recuerdo bonito del viaje. Para ello, decidieron montar un vídeo recopilatorio con las grabaciones de la madre, una mujer que, móvil en mano, quiso dejar constancia de los días que pasaron en Lisboa.
Autenticidad al poder
Una recopilación de recuerdos que no salió como se esperaba
El resultado fue bastante distinto a lo que esperaban: clips borrosos, encuadres imposibles, planos de su propia cara y un sinfín de imágenes del suelo y de las barandillas de los miradores.
Lejos de desecharlo, los hijos pensaron que tenía su gracia. Juntaron las escenas en un vídeo casero que, casi por accidente, se convirtió en una recopilación involuntaria de lo que graba una madre cuando le das un teléfono moderno sin instrucciones claras. Apenas hay rastro de la ciudad, pero sí muchas tomas de los azulejos a ras de suelo, fragmentos de bordillos, rejas de escaleras y su cara enfocada a pocos centímetros del objetivo.
El vídeo ha corrido como la pólvora en redes sociales, donde ha sido recibido con humor por la sinceridad de lo que muestra. Alguien del grupo resumió la experiencia al señalar en una publicación que “ha recogido la belleza natural de las barandillas y el suelo”. A su manera, el clip ofrece un retrato accidental de cómo las generaciones mayores viven el turismo en la era digital, con más intención que pericia técnica.
La familia solo cortó los trozos más largos, empalmaron unos cuantos planos y dejaron que el conjunto se defendiera por sí solo. Pese a la torpeza de las imágenes, o precisamente por eso, el resultado ha hecho reír a miles de personas y ha terminado siendo una pequeña joya doméstica que nadie esperaba conservar.