“Los ratones se comen los libros”, me dice mientras saca una caja de plástico de un buzón en el tronco de un árbol, “por eso he ido aprendiendo métodos para que puedan estar protegidos en el bosque, a la espera de que llegue su lector”. Es un libro de citas sobre libros, en el recodo del camino que hace de prólogo a la experiencia Bibliobosc. Tras una vida como librero y cuentacuentos en Mataró, Pep Duran decidió jubilarse, irse a vivir a una casita entre las montañas del Montseny y convertir cuatro hectáreas de bosque en una biblioteca. Consiste en cerca de trescientos puntos que albergan desde un único ejemplar en un buzón o bajo una piedra hasta cuatro pequeñas bibliotecas en sendas cabañas. Un laberinto de árboles y libros con un cicerone que se lo sabe de memoria.
“Me lo paso muy bien jugando, abriendo caminos, buscando casa para los libros”, cuenta mientras nos acompaña a mis hijos y a mí hasta el fondo del barranco, donde se encuentra el Infierno. Con La Divina Comèdia en las manos, en traducción de Joan Francesc Mira, envuelta en una funda de plástico con agujeros de roedores y moho por la humedad, me dice que ha aprendido “que todo se deshace, también la vida”. Se agacha, trepa, desciende cogido a una cuerda, nos resume historias, nos lee libros pop-up mientras va desplegando sus páginas frente a nuestros ojos. Tiene 84 años y hace poco casi se cae con su coche por la angosta pista forestal que conduce hasta aquí. El vehículo pasó varias semanas en el mecánico. Él, al día siguiente, siguió recibiendo a visitantes como si nada hubiera pasado.
Uno de los carteles que conforman la experiencia Bibliobosc
El Bibliobosc nació de la mano de Pep Duran en el 2016 y su primer libro en un buzón fue 'Estimada Marta'
Cuando en el 2008 cerró sus puertas la célebre librería Robafaves, una auténtica institución cultural en el Maresme, su compañera de vida, Sílvia, sufría un cáncer. Juntos iniciaron la reforma de esta finca, entonces abandonada. Ella falleció tres años después. El Bibliobosc nació como tal en el 2016 y su primer libro en un buzón, Estimada Marta, de Miquel Martí i Pol, fue un homenaje a Sílvia. Para entonces ya había conocido a la escritora de literatura infantil Paloma Sánchez Ibarzabal en el Camino de Santiago. Ella dejó Madrid para compartir con él los exigentes cuidados de esta “biblioteca imposible, que destruye libros”. Con vistas al Turó del Home y, muy al fondo, un triángulo de mar.
Calonge, poble de llibres
Otra sierra, la del Jonc, rodea con sus elevaciones y árboles el pueblo de Calonge en el Baix Empordà. Desde el 2021 es una vila de llibres con seis librerías a pocos metros las unas de las otras, de modo que es posible pasar la tarde paseando entre literatura. La ruta puede comenzar en La Botiga dels Fils, una tienda de lana y ganchillo con una selección de títulos que tratan ese mundo; y proseguir por La Fàbrica, especializada en música y con bar; la Libelista Calonge, generalista y muy bien cuidada y surtida; la preciosa Rals, de literatura e ilustración; La Històrica, obsesionada con la literatura que recrea el pasado, tanto en clave de ensayo como de ficción, y, finalmente, Calonge Còmics. Juntas y por separado organizan todo tipo de actividades culturales. El próximo fin de semana, por ejemplo, su nuevo librero VIP será el escritor Rafael Vallbona, que recomendará lecturas en cada establecimiento; y La Històrica organiza un espectáculo que cuenta, en canciones, la historia de la Navidad.
Esta librería, especializada en música, es una de las seis que convierten Calonge en una ‘vila de llibres’
También es hiperactiva Natura Llibres, en el pueblo pirenaico de Alins (Pallars Sobirà), que se define como una cabaña y se aloja en la estructura de Can Xurret, una antigua borda familiar de 1790. En la web te dan las coordenadas para encontrarla (42°32’56.5”N 1°19’04.0”E) y te advierten de que si está cerrada es porque están dando un paseo por la montaña: llámelos y vuelven enseguida (626534710).
Las librerías y bibliotecas salvajes
Pero no hace falta irse de Barcelona para conocer librerías agrestes. A tiro de piedra de la catedral sobrevive, encantadora e histórica, la Selvaggio, que en italiano quiere decir salvaje . En su interior, lleno de papeles antiguos (postales, láminas, libros, cromos, calendarios, almanaques) y de marionetas de otra época, su propietario se pasa las tardes fumando sin miedo. Es Fernando Selvaggio, hijo de artistas italianos que durante la primera mitad del siglo XX trabajaron tanto en espectáculos circenses como en la construcción de autómatas (alguno de ellos todavía funciona en el Tibidabo). No es difícil encontrar en sus cajones imágenes de los viejos parques de Barcelona del siglo XIX, hace tiempo desaparecidos bajo la cuadrícula del Eixample, como el de los Campos Elíseos y el Prado Catalán.
También encontramos en Selvaggio mapas y guías de la antigua ciudad, cuando Vallvidrera era todavía un municipio independiente. Dejó de serlo en 1890, cuando se integró en el distrito de Sarrià. Su funicular se inauguró en 1906. Hay que tomarlo para llegar a la biblioteca de Collserola - Josep Miracle, diseñada como un gran mirador de los árboles y las montañas circundantes (en efecto: rodean, literalmente, la superficie transparente).
Fernando Selvaggio sentado al fondo de la librería que regenta cerca de la Catedral de Barcelona
Además de ser la sede cada primavera del festival Liternatura, dirigido por el escritor Gabi Martínez, alberga el proyecto Bibliollavors, un servicio de préstamo de semillas de especies autóctonas, que conciencia sobre la importancia de la biodiversidad. Las bibliotecarias trabajan con escuelas: plantan con los niños y niñas del barrio; fabrican juegos de memoria para que recuerden los nombres de las diversas plantas; les cuentan cuentos ecológicos y fantásticos. Allí dentro, el tiempo pasa más lento: por momentos te sientes parte del bosque.
Y decenas de bosques en miniatura se encuentran –para acabar con ese viaje tan imposible como El Bibliobosc– en la Xiloteca del centro de documentación del Museu del Disseny. Se trata de una colección de pequeñas muestras de madera, para trabajar su identificación y su aplicación en carpintería, diseño, mobiliario. Estos 138 pequeños bloques, cada uno de una madera distinta, permiten viajar con los ojos y el tacto a otros tantos troncos, ecosistemas: bibliotecas.

