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“Las vacunas han dejado de ser una prioridad para la sanidad de EE.UU.”

La 'batalla de la ciencia'

La psicóloga social Dolores Albarracín, catedrática de la Universidad de Pensilvania y premio Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA, pone cara a las trabas de Donald Trump a la investigación

La catedrática Dolores Albarracín, durante la entrevista 

Fundación BBVA

Los carteles de las farolas de Bilbao no anuncian estos días el museo Guggenheim ni artistas, sino rostros de creadores, economistas, científicos e investigadores. Como el de la argentina Dolores Albarracín, que comparece ante La Vanguardia con la vana esperanza de que esta sea su última entrevista (aún le queda otra, hélas!). Es el peaje por haber obtenido uno de los prestigiosos premios Fronteras del Conocimiento de la Fundación BBVA.

Albarracín, psicóloga social y catedrática de la Universidad de Pensilvania (antes dio clases en Florida e Illinois), ha ganado el galardón en la categoría de Ciencias Sociales, junto a los también profesores Icek Ajzen, Mahzarin R. Banaji, Anthony G. Greenwald y Richard E. Petty. El jurado elogia sus contribuciones a la teoría de las actitudes y sus aplicaciones en la educación o la salud, entre otras muchas áreas. ¡Ah, la salud! “Las vacunaciones ya no son una prioridad para la salud pública de Estados Unidos”, explica.

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El rostro de Dolores Albarracín y de otros galardonados 

M. Martín

¿Por qué las vacunas ya no son una prioridad?

Mi investigación para el fomento de las vacunaciones ha dejado de recibir las ayudas que recibía hasta ahora y la explicación fue que ya no coincidía con las prioridades. Es decir, fomentar y aumentar las campañas de vacunación ya no es una prioridad para el Instituto Nacional de Salud en Estados Unidos porque ha habido un cambio de prioridades.

¿Qué es prioritario ahora?

En cuanto a salud lo que llaman la libertad médica, libertad para vacunarte o para tomar una vitamina en su lugar. O para acudir a un curandero. En cuestiones prácticas el debate se reduce a eso. Ese es uno de los principios. Otro es redirigir fondos para el fomento de la natalidad y para los hogares bien constituidos, las familias completas.

Es decir: padre, madre, hijos.

En efecto, ni hogares monoparentales ni parejas gays encajan ahí. Cortar los subsidios –una decisión cuestionada por la justicia– para grupos minoritarios y vulnerables es desarmar la estantería de la salud pública.

Y debe haber más casos.

Así es, con toda una serie de decretos sumarios que han hecho algo inédito: cancelar grants...

Disculpe, ¿grants?

Perdón. Son subsidios que financian proyectos de investigación en beneficio de la comunidad. En el caso de las vacunas era una ayuda de unos cuatro millones de dólares durante cinco años, por lo tanto, un proyecto de envergadura, parecido a otros que he tenido a lo largo de toda mi carrera y que, como todos, había sido seleccionado cuidadosamente por tribunales científicos antes de recibir el aval del Congreso. Nunca había ocurrido que luego el poder ejecutivo eliminase las asignaciones.

La entrevistada 

FBBVA

¿Qué es peor? ¿Creer que las vacunas interfieren en los planes de Dios o vincular a los mexicanos con drogas y violaciones?

Ambas son ideas muy nocivas. La segunda provoca violencia; la primera, una crisis de salud pública como la que estamos viendo en Estados Unidos, con brotes de sarampión en lugares donde estaba erradicado y niños muriéndose de esta enfermedad a estas alturas.

El miedo, la desinformación, la persuasión… ¿Qué ayuda más al discurso del odio y la xenofobia?

La xenofobia no es estrictamente mi campo de estudio, pero el miedo siempre se puede canalizar o utilizar para focalizar ciertos temores en un grupo identificable: los extranjeros, las minorías religiosas o étnicas… Y esto puede ocurrir en cualquier país. El miedo que estudio está relacionado con las teorías conspirativas. Quienes las creen lo hacen porque encajan a la perfección en su visión de que hay una amenaza…

El miedo hunde su raíz en la ansiedad y en otros sentimientos muy humanos”

Dolores Albarracín

¿Una amenaza exterior?

En realidad es interna porque el miedo puede tener su raíz en cualquier incertidumbre o ansiedad, sentimientos que todos tenemos. Es algo inherente al ser humano. Por eso el miedo encaja tan bien con las teorías conspirativas de quienes buscan una explicación y encuentran una que les cuenta por qué se sienten como se sienten. El miedo es muy persuasivo, pero por sí solo no es suficiente: necesita fuentes que narren y difundan teorías conspirativas.

El miedo, la desinformación, la persuasión… ¿Qué ayuda más al éxito político de fuentes como Javier Milei o Donald Trump?

Las ciencias sociales determinan que… ¡Que es una cuestión compleja! En Estados Unidos hay sectores relegados, alienados y desplazados por la pérdida de trabajos, como la minería del carbón, que alimentaba regiones enteras. Y con el agravante de que allí no hay una red de sostén social como la de las socialdemocracias. En ese contexto, Trump no solo promete que va a resucitar esos empleos, a sabiendas de que no es posible, sino que culpa de la pérdida del sueño americano a grupos como los inmigrantes.

¿Los inmigrantes o las personas no blancas?

En particular, los inmigrantes.

Trump ha sabido capitalizar el odio de los resentidos hacia las minorías”

Pero hay estadounidenses de rasgos no caucásicos tratados hoy en redadas como si hubieran entrado por la puerta de atrás o forzando la cerradura.

No es nuevo. Históricamente ha sido así. Pero quienes apoyan a Trump querían menos políticas liberales y de inclusión y él ha capitalizado muy bien el resentimiento de quienes consideran que se ha favorecido a los grupos no blancos. O a los inmigrantes. O a las mujeres, las minorías de género, de orientación sexual.

Le estoy dando vueltas aún a la expresión de familias completas. ¿Quién domina la batalla del lenguaje domina la de las ideas?

Etiquetar según qué cosas es fundamental y si Trump tiene una gran habilidad es precisamente esa: etiquetar. Sabe como utilizar el odio y la ira con etiquetas y simplificaciones que pueden llegar e impactar a amplias capas de la población. Es la receta clásica de la propaganda. Él considera que todo lo que es beneficioso para las minorías o para las mujeres es lo que llama despectivamente ideología de diversidad, equidad y de inclusión, e insista en esta ideología discrimina a los blancos.

O conmigo o contra mí.

Exacto. También dice que todos los medios de comunicación serios difunden fake news. Así elimina de un plumazo a todos cuantos no lo secundan.

¿Cómo nos ayuda la teoría de las actitudes a combatir discursos como este?

Nos ayuda a tener en cuenta cuáles de esas creencias pueden tener más impacto en la conducta. No todas son igualmente importantes. De todo el universo de desinformación hay algunas cosas más preocupantes que otras. No es lo mismo creer a pies juntillas en que la Tierra es plana, pero si te engañan diciendo que las elecciones son el mes que viene, y son en realidad mañana, te causan un perjuicio directo y cambian el perfil electoral…

O si te convencen de que las vacunas son ineficaces

Ineficaces o tóxicas, sí.

Y, una vez que sabemos cuáles son las creencias con un mayor impacto, qué propone hacer la teoría de las actitudes.

Hay varias opciones. Una es la corrección de la información. Ha de ser una corrección detallada y completa porque si quedan lagunas los receptores crédulos se siguen agarrando a ideas como “¿y qué pasa con el chip que me introdujeron con la vacuna?”. No se los convence si no se tocan todos los puntos. Pero en mi trabajo hemos demostrado que en muchos casos es más conveniente no corregir, sino hacer un desvío y, por seguir con el mismo ejemplo, reforzar los elementos positivos de la vacunación sin dedicarse a contradecir toda la desinformación. Es decir, recalcar esos beneficios más que desgastarse intentando explicar que la Tierra es redonda.