Paula, el nombre ficticio de la mujer que da su testimonio en esta página, estuvo casi tres decenios vinculada a CREA y salió hace poco. Su voz se hace inaudible cuando relata a este diario un hecho fundacional de su relación con el catedrático Ramón Flecha. Sucedió cuando ella tenía 20 años. Buena estudiante, el profesor se fijó en ella en clase y le ofreció un contrato en el mes de julio para colaborar en proyectos de educación. Su sueño. Finalizado, estaba pendiente de que la renovaran en septiembre.
Flecha la llamó para tomar un café. La citó en la Verneda, cerca de donde él vivía. Se encontró con él y con dos amigos del profesor a los que ella no conocía. Eran sus compañeros de piso. Todos pasaban de los 40 años. Pasó por alto la diferencia de edad. Quizá porque era joven, quizá porque le habían dicho que CREA era una organización horizontal, quizá porque era el ambiente intelectual al que aspiraba pertenecer.
“Todos estos años nos ha hecho mandar e-mails a todas diciendo que es maravilloso, que lo adoramos”
La conversación fue rara. Saltaba de la sociología a preguntas sobre su vida íntima, con qué chicos había estado. “Este verano tienes que leer a Jürgen Habermas”, le conminaron. “Vivo aquí al lado”, terció Flecha. “Te prestaré mis libros”. Subieron al piso, continúa su relato Paula. Y, antes de que ella se diera cuenta, los dos amigos desaparecieron, diciendo que se iban a dormir. Ella pensó que era tarde y que no tenía ni idea de cómo regresar a casa. Era de fuera de Barcelona y conocía poco la ciudad. Vivía en un piso sola, lejos, algo que Flecha sabía. Esperaba que el profesor la acompañase a casa.
Pero él la llevó a su habitación. “Quiero enseñarte unos discos”. Todo ocurrió muy rápido. “Se me tiró encima. Cero esperado. Me quedé paralizada. No recuerdo mucho más, pero bueno, fue así”.
A la mañana siguiente, cuando Flecha la despidió en el metro de la Verneda, le pidió que le escribiera una carta describiendo la experiencia. Hábil con las palabras, le señaló lo que tenía que escribir, cambiando por completo el sentido de lo que había vivido: “Soy la primera persona que te ha dicho que te quiere haciendo el amor”. “Todos estos años este hombre nos ha hecho mandar e-mails a todas diciendo que es maravilloso, que es guapísimo, que lo adoramos. Después de una charla, de una conferencia. Siempre. Y aunque no lo pensaras, lo escribías porque si no, te regañaban”.
Muchas de las mujeres entrevistadas, como Paula, ven ahora esa obsesión bajo un nuevo prisma. No es solo vanidad o necesidad de reconocimiento, es la posibilidad de que constituya una prueba en un juicio. “Tengo mucho miedo de que él enseñe un e-mail mío diciendo que lo quiero. Y que no crean lo que me pasó”.
Fuera de CREA, el contacto con personas que han salido del grupo, así como el acompañamiento jurídico y psicológico, han sido claves para que Paula reconstruya la memoria y pueda reconocer que no hubo consentimiento libre ese día, ni en todos los correos y cumplidos escritos.
Durante años, Flecha no volvió a intentar un contacto sexual con Paula, que se dedicó intensamente a la producción científica para el grupo. “Yo no era de las preferidas, no sé cómo decirlo, así que tenía que trabajar más y más”. El episodio quedó enterrado. Pero cuando ella fue a su piso a decirle que abandonaba CREA, décadas después, Flecha desenterró aquel recuerdo humillante. “¿Puedo hacerte una pregunta íntima?”, le dijo mientras ella se levantaba para irse. “¿Qué recuerdo tienes de aquella primera vez?”.
Defensa de CREA
“Tenemos pruebas escritas de que todas las acusaciones de cada una de las presuntas víctimas son falsas”
En esa despedida, Flecha dejó caer otro comentario. Le habló de la hija de 15 años de otro miembro de CREA y le dedicó un cumplido sobre su atractivo. Entonces se giró hacia Paula, que tiene una hija de la misma edad, y preguntó: “¿Y qué tal tu hija? ¿Cómo le va en el instituto?”.
“Tenemos pruebas escritas de que todas las acusaciones de cada una de las presuntas víctimas son falsas así como pruebas documentales sobre los factores que impulsan la campaña de difamación contra CREA y su fundador”, asegura uno de los comunicados del grupo de investigación.
Ante la deserción
Auto de archivo de la Fiscalía en 2016
En el auto del 2016, cuando la Fiscalía archivó la causa por segunda vez, se recoge un correo que Flecha envió en el 2002 a una mujer -distinta de Paula- que abandonó el grupo. En el mismo puede leerse: “Eres una persona que aconsejaríamos a cualquiera para trabajar, si no fuera porque hay una excepción: que cuando te enrollas con un tío machista y falso eres capaz de traicionar a todo el mundo (...) Nos veremos obligados a explicar por qué mientes. Desde hoy mismo”.
