Muchos de los cuentos que leímos o nos leyeron cuando éramos niños tenían un denominador común: unos dibujos alegres, divertidos y optimistas en los que todos los personajes tenían las mejillas sonrosadas. Su ilustradora era, y es todavía, Pilarín Bayés, una catalana que a sus 84 años se resiste a dejar de utilizar el lápiz y el cuaderno.
Este 2025 Bayés ha sido incluida en la lista Forbes de las 100 mujeres más influyentes de Catalunya, después de años recibiendo reconocimientos como la Creu de Sant Jordi, el Premi Crítica Serra d'Or de Literatura Infantil y Juvenil, o la Medalla de Oro de la ciudad de Vic, su localidad natal, donde nos recibe, en su estudio. Rodeadas de pinturas, lienzos, lápices de colores y dibujos, hablamos sobre cómo ha llegado a publicar libros no solo en el mercado español, sino también internacional; cómo se las ha apañado para trabajar y a la vez cuidar de la familia; y sobre todo de dónde saca una energía que muchos le envidiamos.

Pilarín Bayés, dibujante y caricaturista, en su casa en Vic.
Pilarín, cada año, en esta época, nos sorprende en sus redes sociales enseñándonos un vídeo de cómo se lanza a la piscina. ¡Ya es toda una tradición que nos dice que por fin es verano!
¡Sí, sí! Hay gente que me dice que voy paralela a Ana Obregón, que lo hace y estrena biquinis. Yo biquinis no, pero a veces sí que estreno bañador. Se trata simplemente de decir que se ha inaugurado el verano y vivir esa sensación tan bonita de ver que puedes hacerlo todavía.
¿Qué les diría a todas aquellas personas que, a medida que se van haciendo mayores, van dejando de hacer cosas?
A mí me pasaría, estoy segura, si no tuviera cosas concretas que hacer. Da pereza salir y encontrarte con mucha gente, pero también tiene una parte tan bonita que yo le digo que sí a todo el mundo y entonces tengo una agenda apretadísima. No hay nunca la medida exacta, pero a nuestra edad nos va bien hacer cosas y participar de la vida colectiva.
Hay una actividad que hace mucho, Pilarín: trabajar. De hecho, publica una media de diecisiete libros el año, que es una productividad asombrosa…
Trabajar es lo que me va mejor. Para empezar, no sé hacer nada más. Fui ama de casa una temporada, y cuando acabé dije “dad gracias a Dios que no habéis quedado envenenados”. Dibujar me divierte y además me da una independencia económica estupenda, porque si no sería una señora viuda que vive de sus viudedades.
En casa iban ya por la sexta generación de médicos. ¿Cómo lo encajaron que se quisiera dedicar al dibujo?
Venía de familia de médicos, sí, pero mi abuela era hija de un pintor, Joaquim Vayreda. Ella lo acompañaba a pintar porque sufría del corazón, y pintaba con él. Cuando veía mis dibujos me decía que eran muy bonitos y a veces me los compraba por una peseta rubia. Mi abuela me hacía mucho caso y por eso hoy yo digo a todas las abuelas que miren los dibujos de los nietos, porque es importante mirarlos y comentarlos. Y además me enseñó perspectiva.
Fui ama de casa una temporada, y cuando acabé dije “dad gracias a Dios que no habéis quedado envenenados”
Y de aquí hacia la carrera de Bellas Artes…
Fui la primera mujer de la familia que estudió una carrera. Tengo primas y hermanas mayores que yo y mucho más listas que normalmente hubieran estudiado una carrera, pero en aquel tiempo las chicas se casaban y, por tanto, no tuvieron esta suerte.
Dedicarse al dibujo fue un trabajo añadido, porque además también llevó la casa y más adelante crio a cuatro hijos…
Pero el trabajo era muy flexible y lo podía hacer en casa. Esto me permitía estar cuando los niños se iban a la escuela y estar cuando regresaban. ¡Eso sí que era una ventaja! Sin embargo, en un momento dado vieron que yo no era como las otras madres. Un hijo mío me dijo que había madres que no dibujaban, porque creía que lo propio de ser madre era dibujar. Hacer comidas y estas cosas a mí no me preocupaba mucho: si un niño un día no comía porque no le había gustado el plato, ya comería después. Pero dibujar sí, siempre, y ellos se resignaron, porque soy rara. Mi marido se resignó tanto que dijo “a partir de ahora ya cocinaré yo” y le salió la mar de bien.

Ilustración de Pilarín Bayés
Si la medicina salva vidas, ¿qué aporta el arte?
También aporta mucho, pero siempre digo que no es imprescindible. Lo imprescindible es la comida, la salud y tener un techo. El arte ya forma parte de un pequeño lujo de la vida. A veces muy pequeño. A mí me gusta la ilustración porque es una cosa asequible para todo el mundo. En aquella época seguíamos mucho, por ejemplo, a Diego Rivera, que hacía un arte popular, para estar en la calle. Los murales que hago hoy en día en la calle me permiten esto, acercarme, estar ahí.
Pilarín, usted ha sido siempre una mujer de carácter. Un ejemplo es el hecho de que con su prometido decidieron casarse por la tarde en una época en que todo el mundo se casaba por la mañana. ¿Cómo lo consiguieron?
Nosotros éramos progres y no queríamos una boda con todo el mundo en traje de etiqueta, nos gustaba más una merienda donde todos se sintieran a gusto, pero esto estaba prohibido por la Conferencia Episcopal Española. El vicario general nos explicó que la razón era evitar las orgías: decía que las bodas por la noche derivaban en orgías. Mi marido, de familia muy cristiana, le preguntó si en su casa tenían cara de orgía i él le dijo que no. Yo también le pregunté si en casa mía teníamos cara de orgía, pero no dijo nada. ¡Carai! ¡Me enfadé mucho y fuimos directamente al obispo! Él nos entendió y dijo que adelante… ¡Y me sé de unos que se casaron al día después también por la tarde!
Estoy intentando profundizar en una cosa que estaría muy bien, que es entender a los enemigos
¿Cómo ha casado a lo largo de su vida esta fe cristiana con sus ideas progresistas?
Yo de pequeña no era muy cristiana. Admiraba mucho la fortaleza de ciertas personas porque mi padre era enfermizo, pero con los años descubrí que tenía mucha cultura, mucho sentido común y mucha humanidad, y pensé que esto de ser fuerte no era tan importante. Hacia los trece o catorce años empecé a pensar que el cristianismo me gustaba, y con los años todavía me ha gustado más. Ahora estoy intentando profundizar en una cosa que estaría muy bien, que es entender a los enemigos. Es la gran esencia del cristianismo, pero es la gran asignatura pendiente. ¿Qué mérito tiene amar a tus niños? ¡También los paganos los aman! El mérito es no rehuir las personas que no nos van bien. Pienso bastante en esto, pero no lo consigo. Y esto me gustaría saberlo hacer antes de morir.
En la vida ha sufrido golpes importantes, como la muerte de su marido cuando llevaban casi medio siglo casados o la de su hija hace poco más de dos años. ¿Le ha ayudado la fe?
¿Te digo la verdad? Sin ella quizás no lo hubiera soportado. Para empezar, pienso que hay otra vida, porque la gente que se va muy joven no ha tenido la oportunidad de vivir la vida. Por ejemplo, mi hija fue una mujer muy feliz, hizo lo que quiso, tuvo mucha suerte con su pareja y con los niños… pero sufrió durante diez años. El ser humano es tan complejo y tan… curioso... e inexplicable… que esto no puede ser que se acabe aquí.
Sin fe quizá no hubiera soportado los grandes golpes de mi vida
Sus dibujos son tan alegres, vitales y llenos de color… ¿De dónde sale su energía, Pilarín?
Debe de ser el temperamento: mi tendencia natural es ver lo que me divierte de la vida. Por ejemplo, salgo mucho a caminar al anochecer, cuando ya es oscuro, y la gente me dice “¿no tienes miedo de ir por la calle tan oscuro?”, y digo “ay, no!”. A veces hay gente que me dice cosas o que me piden un euro para comprar un bocadillo. Entonces hablamos y si llevo el euro, se lo doy, y si no lo llevo, pues no se lo doy, pero no paso ningún miedo.
Hablando de miedos… usted siempre dice que no nos tienen que dar miedo el trabajo, la vida ni la muerte. Entonces, Pilarín, ¿a qué le teme usted, qué le inquieta?
Hay una cosa que sí me da miedo: sufrir. No sabemos sufrir. Ahora mismo tengo una erupción en la cara que me duele, pero lo puedo soportar. Pero cuando tienes aquellos males tan intensos que pierdes el control de tu vida me da como vergüenza, pena. Hay una cosa que todavía me da mucho más miedo: ver sufrir a alguien que amas. Es fatal porque no puedes hacer nada. Cuando mi hija María estuvo enferma lo viví mucho. Rogaba mucho a Dios para que pudiera vivir más, para que le fuera bien.
Hay una cosa que sí me da miedo: sufrir. No sabemos sufrir
Pilarín, a día de hoy ha publicado más de mil libros llenos de dibujos. Imagínese que solo puede hacer un dibujo más. ¿Qué escogería?
Una de las cosas que más me gusta dibujar... ¡Es una fiesta mayor! En las fiestas mayores es muy bonito y muy nuestro el sentimiento de pasarlo bien colectivamente. Por eso me ha gustado mucho dibujarlo siempre.
¿El reconocimiento es importante? ¿Le gustan los premios?
Los valoro, pero no los espero demasiado. He tenido premios, por ejemplo, como empresaria. Es algo que no lo digo nunca, esto de empresaria, pero después piensas y ves que es así porque contribuyes a que funcione la industria de los libros. Premios tengo muchos y no sé si los merezco o no, pero cuando me dieron la Creu de Sant Jordi de la Generalitat de Cataluña, el consejero me dijo que no lo tengo que saber yo, sino el resto.
El reconocimiento también puede ser del público. A las grandes damas del teatro, por ejemplo, acostumbramos a conocerlas por un artículo y el apellido: la Espert, la Portillo, la Vilarasau, la Xirgu… ¿Por qué no la conocemos a usted como la Bayés?
Es verdad… ¡Esta reflexión no me la habían hecho nunca! Parece que da una posición, una elegancia… Yo empecé a firmar como Pilarín y mi madre me riñó, me dijo que tenía que poner todo mi nombre, Pilarín Bayés de Luna, pero me pareció muy largo y no lo puse más que una vez. Y mira, me quedó esto de Pilarín, que es como un diminutivo de andar por casa, pero que me gusta: da como un trato familiar, más próximo.
Los niños de las generaciones de ahora tienen la vida demasiado cuadriculada, tener un rato absolutamente en blanco, es bueno
Esta proximidad hace que todos los niños conozcan sus ilustraciones e identifiquen rápidamente que un dibujo es de Pilarín. Pero… ¿Puede ser que hoy los niños ya no se aburran tanto como antes y ya no dibujen?
Es un problema de los niños de las generaciones de ahora, que tienen la vida demasiado cuadriculada, porque salen de escuela y van a las extraescolares, y después en verano van al casal. Tener un rato en blanco, absolutamente en blanco, es bueno por los chicos para descubrir cosas, para buscar.
Quienes ya no dibujamos somos los adultos. ¿Qué nos diría a todos los que dejamos los papeles y los lápices hace años y ya nunca más volvimos a cogerlos?
¡Que no lo perdáis! ¡Que si lo habéis perdido, lo podéis recuperar! ¡Volved a dibujar! Hay gente que dibuja mandalas, pero si puedes dibuja tu cosecha, la tuya, la intransferible. Si te queda una birria, piensa que es gracioso. ¡Un caballo birria tiene gracia! Algo nos tiene que llenar la vida y el dibujo es muy bonito.

Mural de la Biblioteca Pilarín Bayés en Vic .
Usted es un buen ejemplo, Pilarín: tiene 84 años y no ha parado de dibujar. ¿Cree que algún día lo dejará?
El día que lo dejé será porque ya no puedo hacerlo. Querría dejarlo profesionalmente el día que no me salga tan bien, pero esto a veces un mismo no lo ve y por eso le tengo dicho a mi hija que me avise cuando pase… Supongo que lo hará, pero yo no dejaré nunca de dibujar.