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Adelina Comas-Herrera, economista, London School of Economics: “A quienes tienen 60 o 70 años les recomiendo pensar ya cómo quieren vivir la vejez; es muy probable que necesiten apoyo, y hay que explorar opciones antes de que eso ocurra”

Longevity

Comas, directora del Global Observatory of Long-Term Care (Observatorio Global de Cuidados de Largo Plazo), en la London School of Economics, natural de Girona, es una gran especialista en la economía de este tipo de cuidados, un tema central en el escenario actual de envejecimiento poblacional

Adelina Comas-Herrera, directora del Observatorio Global de Cuidados a Largo Plazo de la London School of Economics. 

Cedida

Adelina Comas-Herrera, (Girona, 1972), economista y directora del Global Observatory of Long-Term Care en la London School of Economics, lleva años investigando cómo los países pueden responder de forma más justa, sostenible y eficaz al envejecimiento de la población y a la necesidad creciente de cuidados de larga duración.

Desde una visión global y con datos en la mano, lanza un mensaje claro: hace falta más inversión pública, pero también una transformación profunda del modelo. El sistema actual de cuidados, familiarizado y feminizado, ya no es viable.

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 ¿Qué balance hace del sistema de cuidados de larga duración en España ahora que se tramita la reforma de la ley de dependencia con más servicios y derechos para permanecer en el hogar cuando se necsitan cuidados?

España ha avanzado en aspectos muy importantes. Tiene un sistema universal de acceso al derecho a la dependencia, algo que, por ejemplo, Inglaterra —donde vivo— no ha conseguido. Es alentador ver que, sobre la base que creo el sistema de dependencia y autonomía, se está avanzando, con el nuevo proyecto de reforma, para modernizar el sistema. Desde mi punto de vista, además de esta reforma, también hace falta avanzar más en la adecuación de la financiación, para que el sistema se pueda dimensionar de acuerdo con lo que requiere el cambio demográfico.

El problema de fondo es que no se invierte suficiente... 

El sistema de financiación de los cuidados en España es complejo, con una dinámica en la que si una administración no pone más recursos, la otra tampoco. Está fragmentada la financiación; el gobierno central pone un mínimo, las comunidades autónomas otro, pero como todo son mínimos, no hay incentivos claros para que nadie ponga más. Eso no ayuda a construir un sistema ambicioso para conseguir mejoras para las necesidades de cuidados. España está dedicando un porcentaje del PIB muy bajo a los cuidados de largo plazo, a pesar de ser una de las poblaciones más longevas de Europa. Y, en consecuencia, todo lo que no está invirtiendo el sector público en esto, está saliendo de los bolsillos de las cuidadoras, tanto en dinero metálico como de su esfuerzo.

España está dedicando un porcentaje del PIB muy bajo a los cuidados de largo plazo, a pesar de ser una de las poblaciones más envejecidas de Europa

Adelina Comas-HerreraEconomista e investigadora

Algunos países lo están haciendo especialmente bien, según sus análisis como especialista en la materia… En los últimos meses tenemos novedades en Eslovenia, por ejemplo.

En Eslovenia se ha creado un sistema de seguro social para financiar el sistema de cuidados, acabamos de publicar un informe sobre esto. A ver si otros países europeos adoptan el modelo. La novedad es que ese seguro social público es obligatorio, todo el mundo debe contribuir para pagar los cuidados a largo plazo, estar asegurado para la posible necesidad de cuidados intensos en el futuro. Otros países lo tienen adoptado, Bélgica, Luxemburgo, Alemania, Japón y Corea, y ahora también Eslovenia, el nuevo país que se ha incorporado a esta vía. Se toman en serio pensar de dónde saldrán los recursos para esta política pública tan necesaria de los cuidados. China también está innovando mucho para financiar la dependencia porque envejecen muy rápido, y estamos viendo reformas muy interesantes en Australia.

En otros países como Dinamarca o Japón también son referencia… 

En Dinamarca o Japón se hacen visitas preventivas a personas mayores para ver cómo se están desarrollando socialmente, cómo se les podría ayudar tal vez de forma muy personalizada a fortalecerse mejor dentro de su propio entorno. Y es que es importantísimo trabajar mucho el tema de salud pública, de ayudar a la gente a mantenerse activos, a tener conexiones sociales en su entorno. Tenemos que cuidar mucho el tejido social de nuestras localidades, de nuestros barrios, para que la gente pueda salir de casa, puedan participar en la vida social y se puedan mantener activos tanto física como mentalmente. 

Dinamarca o Japón se hacen visitas preventivas a personas mayores para ver cómo se les podría ayudar a fortalecerse mejor en su propio entorno

Adelina Comas-HerreraEconomista e investigadora

Ancianos japoneses hacen ejercicio en un espacio comunitario, en una imagen de archivo. 

EFE/EPA/Franck Robinchon

En Singapur están trabajando un sistema comunitario muy interesante... Cuente.

Sí, en Singapur están creando centros sociales, co-ubicando en la infraestructura comunitaria el centro de día, la guardería, correos, el centro de atención primaria… En cada barrio hay un centro social donde puedes comer y puedes hacer actividades físicas. Esos centros ayudan a detectar necesidades de la gente del barrio y a buscar también respuestas dentro del barrio con los activos que tiene esa comunidad. Están también movilizando a gente mayor, que está bien de salud, que tienen ganas contribuir, incluso como voluntarios para apoyar a otros que lo necesitan.

Además de la financiación, otro aspecto clave, que falla en España según muchos especialistas en salud y envejecimiento, es la prevención. ¿Está usted de acuerdo?

Tenemos que trabajar hacia un sistema que sea de salud, no un sistema sanitario, que invierta en la salud de las personas, que las ayude a vivir de la mejor forma posible y a reducir necesidades de cuidados que tal vez no tienen por qué darse. Además se debe trabajar de forma multidisciplinar la parte socio comunitaria. Para mí, lo que es esencial es que el sistema de atención de medicina de atención primaria esté bien capacitado, tenga los recursos que hace falta y trabajen con trabajadores sociales en el territorio, para ayudar a esa población a estar en la mejor forma posible y traer esta visión de place-based que le llamamos en inglés.

Me llama mucho la atención, desde una perspectiva internacional, que las residencias en España sean tan baratas en relación con el coste de vida

Adelina Comas-HerreraEconomista e investigadora

En cuanto a las residencias, hay algunos casos punteros en España —en Lleida y en el País Vasco la Fundación Matia, por ejemplo—, pero ¿cómo ve la situación actual general de los geriátricos?

Me llama mucho la atención, desde una perspectiva internacional, que las residencias en España sean tan baratas en relación con el coste de vida. Y eso se explica en parte porque las ratios de personal son más bajos comparados con otros países (teniendo en cuenta el coste del nivel de vida en cada sitio). El problema es que eso facilita que muchas personas entren en una residencia, aunque quizá podrían estar mejor atendidas en casa o en una vivienda con apoyos, y esto sería mejor para todos. 

¿Qué papel deberían tener entonces las residencias? ¿Cómo deberían estar concebidas, según usted? 

Deberían ser lugares especializados para personas con necesidades muy complejas, que realmente requieren atención 24 horas. No el lugar donde acaba yendo cualquiera con una necesidad media porque no hay otra alternativa. Para quienes no necesitan ese nivel de atención, existen opciones mejores: viviendas con apoyo, centros de día, atención domiciliaria... Pero esas alternativas hoy no están suficientemente disponibles ni en cantidad ni en intensidad. Ahora tenemos residencias que están dando atención a personas con perfiles muy diversos. Y hay algunos que realmente no tendrían que estar ahí si su vivienda estuviera adecuada y si tuvieran más apoyo en casa.

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Pero muchas familias sienten que las residencias privadas son impagables y que no hay plazas públicas suficientes.

En otros países son aún más caras. Y aquí es donde necesitas un sistema público que pueda dar respuesta a las personas con necesidades más elevadas. Tenemos que estar seguros que cuando una persona va a la residencia es porque no hay otra forma de darles apoyo. Tenemos algo de apoyo en casa para necesidades muy leves, pero cuando las necesidades en casa son más intensas las horas de cobertura pública que se dan son muy bajas. Con tan pocas horas no puedes quedarte en casa a no ser que utilices tu dinero para pagar a una persona que normalmente es inmigrante que esté muchas horas. Y esto muchas familias no se lo pueden permitir y hay personas que están en viviendas que no están adecuadas a sus necesidades y que también acaban en residencias por eso.  

¿Qué consecuencias tiene eso?

Tenemos residencias que acogen perfiles muy diversos: personas con alta dependencia junto a otras que no la tienen. Eso no beneficia ni a unas ni a otras. Necesitamos centros más especializados, algunos podrían transformarse en espacios de cuidados paliativos, otros en centros de estancia corta postoperatoria, o dar este servicio en casa, pero con apoyo. Hay residencias que sí, que son sitios donde va a vivir la gente a largo plazo y esto va a ser su casa, y en ese caso necesitas un tipo de sitio muy diferente de uno que está dando cuidados paliativos durante un mes o dos, como mucho. Y estamos utilizando los mismos sitios, casi el mismo personal, para actividades completamente diferentes, necesidades completamente diferentes. No tiene sentido.

Tenemos residencias que acogen perfiles muy diversos: personas con alta dependencia junto a otras que no la tienen. Eso no beneficia ni a unas ni a otras 

Adelina Comas-HerreraEconomista e investigadora

Muchas personas -sobre todo mujeres- mayores cuidan de sus parejas mayores,  o de sus padres. ¿Qué impacto tiene eso?

Estamos en una situación en que el modelo de familias donde solo trabajaba el marido y la mujer se dedicaba a las tareas del hogar, ha pasado a la historia. Cuanto menos población en edad laboral tenemos comparado con la población mayor, más necesitamos que la gente en edad laboral esté en el mercado de trabajo. Esto es una necesidad macroeconómica: no nos podemos permitir que las mujeres tengan que salir del mercado laboral para cuidar. Además, el hecho de que casi siempre son las mujeres sobre las que hay la expectativa de que van a ser las que van a dejar el trabajo o reducir sus horarios agrava las desigualdades de género. Esto les va a convertir a personas que en el futuro van a estar en riesgo de pobreza, de envejecer con pobreza.

Se ha visto que cuidar a alguien más de 20 horas semanales tiene un coste en varios aspectos, tanto en salud como en empleo e ingresos…

Cada vez hay más estudios que lo confirman: cuidar más de 20 horas semanales tiene efectos negativos en la salud, en el empleo y en los ingresos. Y si pasas de las 30 horas, los efectos son aún peores. Esto es muy relevante, porque el número de cuidadores no está disminuyendo, está aumentando. Cuando tienes un sistema de cuidados público donde tal vez tú estás cuidando a tu padre, pero tu padre puede ir a centro de día durante seis o siete horas al día, pues igual puedes compaginar esto con tu trabajo, con tranquilidad, y sí que puedes mantener tu trabajo y estar haciendo las dos cosas. Cuando solo ofreces dos horas semanales de cuidados públicos, con esto no vas a ayudar a ninguna cuidadora a mantener su puesto de trabajo.  

Cuidar más de 20 horas semanales tiene efectos negativos en la salud, en el empleo y en los ingresos

Adelina Comas-HerreraEconomista e investigadora

¿Qué papel tienen aquí las cuidadoras internas, muchas veces migrantes? Es la esclavitud de nuestros días, personas que trabajan 24 horas al día en muchos casos...

Sí, es una situación increíblemente precaria y que contraviene todas las convenciones sobre el trabajo. Algunos países han intentado regularizar esta figura del trabajo en cuidados de las migrantes. En Austria, por ejemplo, han creado un marco legal para que las prestaciones económicas no resulten en trabajo ilegal. La otra opción sería mejorar las condiciones de empleo en los cuidados, para no tener que depender de personas de otros países, reflexionando en cuánto estamos pagando por este trabajo y en qué condiciones laborales estamos contratando. Este es uno de los sectores menos atractivos a nivel de remuneración y condiciones laborales. La opción barata resulta en la necesidad de traer a personas de otros países que se van a conformar con peores condiciones laborales, y esto genera unos ciclos de migración por cuidados bastante espectaculares a nivel global. Todos vamos tirando de otros países sin pensar en el impacto que esto tiene en los países de donde viene esta gente, ahora muchos países de la Europa del Este tienen problemas gravísimos para encontrar cuidadoras para cuidar a su población porque hay muchas mujeres que están fuera.

Cada vez más personas mayores buscan fórmulas alternativas para envejecer bien, como el coliving. ¿Qué le parece?

Es una tendencia que me parece muy positiva, siempre que no se convierta en un lujo reservado a quienes tienen más recursos. El coliving cooperativo es un modelo muy bonito, pero también se puede hacer desde la iniciativa pública: construir vivienda accesible, proporcionar apoyos, conectar con la atención domiciliaria, con la estructura social del barrio… Es una forma excelente de responder a dos necesidades a la vez: la falta de vivienda y la soledad no deseada.

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A los séniors, recomiendo que piensen ya cómo quieren envejecer. Es muy probable que en algún momento necesiten apoyo, y vale la pena explorar opciones antes de que eso ocurra

Adelina Comas-HerreraEconomista e investigadora

¿Qué recomienda a quienes tienen entre 60 y 70 años y están pensando cómo quieren vivir los próximos años? ¿Cuál sería la receta o consejo para los séniors interesados en su futuro ?

Primero, a nivel individual, que lo piensen desde ya. Es muy probable que en algún momento necesiten apoyo, y vale la pena explorar opciones antes de que eso ocurra. Y segundo, que se movilicen. Me sorprende que haya tan poca movilización social por parte de las personas mayores en relación con su propio futuro inmediato. Estamos siendo muy pasivos, sabemos que queremos un sistema de cuidados mejor, pero no estamos haciendo lo necesario para que eso pase. Necesitamos presión social para empoderar a quienes toman decisiones y darles argumentos para invertir más. Esto no es solo una cuestión de justicia, es de sostenibilidad social y política. Si no le damos respuesta, será —o es ya— una crisis más que debemos afrontar.

Adelina Comas-Herrera. 

Pere Duran / NORD MEDIA

Cuidarse es importante para reducir los años de dependencia, pero la responsabilidad individual no puede cubrirlo todo...

Está bien cuidarse. Es importantísimo. Reducimos el riesgo de dependencia, el riesgo de demencia… Pero aunque hagamos todo bien, no podemos garantizar que no vayamos a necesitar cuidados. Y cuando eso pase, necesitamos que haya un sistema digno, bien financiado, que no nos obligue a convertirnos en una carga para nuestras familias ni nos aísle en una habitación sin nada que hacer.

Nos llenamos la boca —y los titulares— hablando de laboratorios punteros investigando cómo vivir 120 años… pero vivimos muy mal sin inversión publica en cuidados…

Lo urgente es garantizar que se pueda vivir con dignidad también cuando ya no se es autónomo, y a veces las respuestas son más sencillas de lo que creemos. Por ejemplo, hay una iniciativa preciosa que nació en Holanda y ahora se está probando en países nórdicos: los “círculos de cuidado”. Es básicamente una app o una red local de apoyo mutuo entre vecinos de edad similar. Acuerdan ayudarse entre sí: tener las llaves por si hay una caída, hacerse recados, acompañarse… No todo pasa por molestar a los hijos o esperar que venga alguien. Es una forma de recuperar el sentido de comunidad. En el mundo en que vivimos, con más relaciones online, puede ser una buena opción. Podemos tomar control de la situación a nivel individual y de barrio, planificar y tener ideas para solucionar nuestro futuro.

A nivel local es donde podemos recuperar algo tan básico como el apoyo mutuo en los cuidados a largo plazo

Adelina Comas-HerreraEconomista e investigadora

¿Y eso se está aplicando en otros contextos? ¿Hay oitros ejemplos de los cuidados a mayores de forma colectiva?

Tenemos experiencias igualmente inspiradoras, como la de Pescueza, un pequeño pueblo de Extremadura, lo llaman el pueblo residencia, han transformado todo su funcionamiento para que sea como una gran residencia abierta. Gracias a eso han revitalizado el pueblo, que estaba muriendo, el comercio local, la tienda, sobrevive porque abastece a las personas cuidadas… Son soluciones desde lo local que funcionan porque están pensadas desde y para la comunidad.

Entonces, ¿el cambio y la innovación en cuanto a cuidados empieza por el territorio, por el ámbito local más cercano?

Totalmente. Aunque la financiación y el marco legal deben ser nacionales, el cuidado ocurre siempre a nivel local. Es ahí donde se pueden innovar soluciones adaptadas a cada entorno. Y es ahí donde podemos recuperar algo tan básico como el apoyo mutuo, entre todos.