Lluís Marimon, atleta, 97 años: “Los chavales me preguntan cómo lo hago, y yo les digo que sin prisa, sin quejarse y con cuatro ejercicios cada día; a algunos les cuesta creerlo, hasta que me ven con el dorsal”

Longevity

Marimon es el atleta federado más longevo de Catalunya y acumula entre 225 y 300 medallas desde que empezó a competir

En 2024 fue segundo de Europa y del mundo en el ranking máster de su categoría, y este año se ha mantenido primero en lanzamiento de peso; físicamente está en plena forma y conserva intacta la pasión por el atletismo

Lluís Marimon tiene 97 años.

Lluís Marimon tiene 97 años.

Cedida

El sol cae sobre la pista del Club de Atletismo de Igualada y Lluís Marimon ocupa su banco de siempre, el mismo en el que, desde hace décadas, observa cómo entrenan los atletas. A sus 97 años, este hombre menudo, pero tenaz, es un icono del deporte sénior que compite muchas veces en soledad porque apenas quedan rivales de su edad. Aun así, debe cumplir siempre la mínima para que la marca sea válida, en realidad, no corre contra otros, sino contra el propio tiempo.

En casa guarda tres cajas de zapatos repletas de medallas que condensan ocho décadas de historia; en la pista, cultiva el ritual de volver cada día como si fuera una ceremonia sagrada. Su secreto no es una pócima milagrosa, sino una filosofía de vida destilada con los años, un plan diario inquebrantable, serenidad mental y movimiento constante, aunque el cuerpo proteste. 

Lluís Marimon, atleta, 97 años: “Los chavales me preguntan cómo lo hago, y yo les digo que sin prisa, sin quejarse y con cuatro ejercicios cada día; a algunos les cuesta creerlo, hasta que me ven con el dorsal” Video

Lluís Marimon, atleta de 97 años 

vídeo: Sofía Amadori

Hace décadas que come sin sal, jamás ha fumado y ha aprendido el arte de escuchar a su cuerpo para negociar con él, nunca para imponerse. Cuando su doctora le recuerda con cariño que “no hay pastillas para la edad que tienes”, él responde que el movimiento es su mejor medicina. Y añade con una sonrisa: “Solo me jubilará la muerte.” Por eso, a los 97, insiste en que rendirse nunca ha sido una opción, ni en el atletismo ni en la vida. 

Tiene 97 años y es el atleta federado más longevo de Catalunya. Cuando empezó a correr, ¿se imaginaba llegar hasta aquí?

¡Qué va! Empecé muy joven, en el colegio jugábamos al fútbol y ya corríamos, pero mi primera prueba “seria” fue a los 18. Un entrenador de Igualada me habló del Club Júpiter de Barcelona y de una carrera donde salían séniors y júniors juntos. Fui, quedé segundo de la general y primero júnior, ¡y pensé que era el rey del mundo! (se ríe). Nunca me planteé hasta dónde llegaría, igual que ahora tampoco me pongo fecha para dejarlo.

¿Y qué se siente al ser oficialmente el atleta más veterano de Catalunya? ¿Es un peso o un orgullo?

No lo siento como un peso, lo vivo con gratitud. A esta edad tienes dolores y limitaciones, pero seguir poniéndome un dorsal ya es un premio. Fíjate, cuando subo al podio pienso más en la suerte de poder estar ahí que en el metal que me cuelguen. Y si un día no sale bien, tampoco me obsesiono, lo importante es seguir, ¿no te parece?

A esta edad tienes dolores y limitaciones, pero seguir poniéndome un dorsal ya es un premio; pienso más en la suerte de poder estar ahí que en el metal que me cuelguen

Lluís MarimonAtleta
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Usted dice que “a mi edad ya no me entreno”. Entonces, ¿cuál es su fórmula secreta?

La fórmula es muy sencilla: hago cuatro ejercicios, ando un poco y, si toca, corro 20 metros. ¡Ya está! Entrené en serio hasta los 90, pero ahora el exceso pasa factura. Los huesos son viejos y un día que aprietas de más lo pagas. Esta misma semana, por ejemplo, hice de más un martes y tuve que parar unos días. El truco, si lo hay, es escuchar el cuerpo y no querer ganarle la partida.

Compite solo cuatro veces al año. Si tuviera que elegir una cita que no se perdería por nada del mundo...

Siempre hago los dos campeonatos de Catalunya —pista cubierta y aire libre— y dos más de la temporada. Esos son sagrados. A veces evito algunos campeonatos de España porque no lo organizan bien para los veteranos, te ponen con gente de 35 o 40 años y claro, el público no entiende por qué sales solo. Así que me basta con competir donde haya árbitros y cuenten las marcas para el ranking.

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Cuando sube al podio a recoger un premio, ¿qué pasa por su cabeza?

(Ríe recordando) Alguna vez me he ido sin recoger la medalla. Una vez en Zaragoza corrí solo dos pruebas, terminé y me marché con mi nieto sin pasar por el podio. ¡Como si nada! En casa tengo tres cajas de zapatos llenas de medallas y unas cuantas más colgadas. Calculo entre 225 y 300 a lo largo de todas las categorías, desde júnior hasta ahora. Subir al podio no es lo importante, lo importante es llegar, cumplir la mínima y seguir con ilusión.

¿Todavía le sorprenden sus propias marcas o ya se ha acostumbrado a ser excepcional?

Lo que más me sorprende es la continuidad. En 2018, cuando ya competía en la categoría M90 (categoría que agrupa atletas hombres de 90 a 94 años), corrí los 60 metros en 14,92 segundos y aquella carrera me dio gasolina para seguir. En peso lancé 4,24 metros el año pasado y este he llegado a 4,36 metros; con eso me he mantenido primero del ranking anual de mi categoría. En veteranos las mínimas se fijan por quinquenios y son sagradas, si no las cumples, la marca no vale.

Alguna vez me he ido sin recoger la medalla; una vez en Zaragoza corrí solo dos pruebas, terminé y me marché con mi nieto sin pasar por el podio. ¡Como si nada!

Lluís MarimonAtleta
Marimon es el atleta más longevo de Catalunya.

Marimon es el atleta más longevo de Catalunya. 

Sofía Amadori

Montó una imprenta en 1952 y sigue yendo cada mañana...

La imprenta es del mismo año en que impulsé el club, fíjate qué casualidad. Cada mañana mi hijo me trae y yo me siento ante el ordenador, reviso resultados de Europa y miro los rankings para ver si alguien me ha quitado el primer puesto. (Sonríe) En la imprenta ya no trabajo; ahora mi “oficio” es seguir el atletismo. Esa es mi rutina matutina.

Y por las tardes, viene al estadio. ¿Qué le dicen los jóvenes atletas cuando lo ven?

En el estadio tomo el sol, camino, hago mis cuatro ejercicios y me siento en este banco de siempre. A los chavales les sorprende que siga compitiendo y me preguntan cómo lo hago, les digo que, sin prisa, sin quejarse y con cuatro ejercicios cada día. A algunos les cuesta creerlo… hasta que me ven con el dorsal. Pero si llueve, me quedo en la biblioteca; me gusta leer, y entre mis lecturas está La Vanguardia. Soy suscriptor de toda la vida.

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De todas sus medallas, ¿hay alguna que le emocione especialmente?

Guardo con especial cariño la medalla de la Generalitat y las tres del mundo. También las de Igualada y Vilanova del Camí, porque cuentan la historia de casa. En números, calculo sesenta y pico de España, cien y pico de Cataluña y una veintena entre Europa y Mundo. Pero, la emoción no depende del metal, depende del camino que hay detrás.

¿Hubo un instante en que sintió que el atletismo había dejado de ser un pasatiempo para convertirse en parte de su vida?

Más que un instante fue una suma de días. Recuerdo mis primeras salidas como veterano en Madrid y, sobre todo, una anécdota en Vallehermoso: habían dado mal las medallas y el segundo vino a buscarme para cambiarlas, como caballeros. (Sus ojos se iluminan). También en un campeonato en el CAR de Sant Cugat me llamaron al palco y allí me reencontré con un viejo amigo de aquellas carreras. Eso es lo que engancha del atletismo, no solo la pista, sino la gente que te acompaña en ella.

De joven se comía mucha verdura y patatas y poca grasa, y hoy alterno pescado y carne: lo que como al mediodía un día, lo ceno al siguiente

Lluís MarimonAtleta

¿Qué come para estar así de bien a los 97?

(Se ríe) ¡Te va a decepcionar mi respuesta! No tengo fórmulas raras. Hace 20 años que como sin sal, porque mi mujer tuvo que hacerlo y yo me acostumbré; además, de joven se comía mucha verdura y patatas y poca grasa. Hoy alterno pescado y carne, lo que como al mediodía un día, lo ceno al siguiente. Por ejemplo, pescado con verdura y de postre una pera y cuatro uvas. Nunca he fumado, ni bebido. Eso sí, de joven, antes de subir a Montjuïc, sí caía una copa de Magno “para dar fuerza”. (Risas)

Para llegar donde está, ¿qué pesa más: disciplina, pasión, genética o pura cabezonería?

Un poco de todo. La disciplina es levantarte incluso el día que no apetece; la pasión es disfrutar del sol en la recta y del ambiente. La genética te toca, pero hay que cuidarla. Y la cabezonería es la que, a los 97, te hace volver al estadio y cumplir con tus cuatro ejercicios. Está claro que, sin cabezonería, esto no sale.

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¿Qué le diría a quienes ponen excusas como “ya no tengo edad”?

Que se planifiquen el día y cumplan el plan. El otro día me invitaron al cine y dije que no, ya tenía la tarde programada. A veces me duele aquí o allá y la doctora me recuerda: “para la edad que tienes no hay pastillas”; yo respondo moviéndome. La clave es sencilla: andar, hacer mis cuatro ejercicios y no rendirme.

¿Qué piensa de esta obsesión moderna por los gimnasios y rutinas extremas?

Esa obsesión por gimnasios de hoy me parece innecesaria. No hace falta machacarse. El exceso pasa factura, sobre todo con los años. Lo importante es moverse cada día y disfrutar: caminar, algunos ejercicios bien hechos y a casa. Menos postureo y más constancia; en el máster he visto campeones del mundo con una humildad enorme. Ese es el ejemplo que vale.

En tres años cumple 100. ¿Cómo sueña celebrarlo?

(Sus ojos se iluminan) Me quedan dos años y tres meses y medio para los cien. Si llego, me gustaría celebrarlo corriendo. ¿Te imaginas? No sé cuándo me retiraré, igual que no sabía que llegaría hasta aquí. De momento, la meta es el siguiente paseo y mis cuatro ejercicios.

Me quedan dos años y tres meses y medio para los 100; si llego, me gustaría celebrarlo corriendo

Lluís MarimonAtleta

Cuando alguien hable de Lluís Marimon dentro de muchos años, ¿qué le gustaría que dijera?

Que me aprecian como hasta ahora y que no me rendí. Que hice del club y de la pista mi casa, en una ciudad pequeña que compite entre las grandes. Y que, con casi un siglo, seguí subiendo al estadio a tomar el sol, caminar y mirar a los jóvenes entrenar. (Se levanta del banco) Y ahora, si me disculpas, tengo que hacer mis ejercicios.

Una última pregunta: ¿cuál ha sido el día más feliz de su vida deportiva?

(Se para y me mira) No elijo uno; La felicidad no siempre es la foto del podio, a veces es mirar la marca y decir: “hoy, bien”. (Camina hacia la pista con ese paso que ha mantenido durante 97 años) ¡Hasta mañana! Si queréis venir, yo estaré aquí, como siempre.

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