El envejecimiento de las células madre de la sangre desempeña un papel clave en el deterioro general del organismo. Y revertir ese proceso podría ser posible inhibiendo una proteína (RhoA) que está hiperactivada en las células envejecidas. Es lo que acaba de descubrir un equipo de investigadores de IDIBELL (Institut d' Investigació Biomédica de Bellvitge) e ICREA (Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados), un estudio que acaba de publicar la revista Nature Aging.
La investigación ha identificado esta vía prometedora mediante diferentes ensayos in vivo e in vitro, y técnicas de inteligencia artificial (desarrolladas por ISGlobal y el Barcelona Supercomputing Center). Han demostrado que una molécula (Rhosin) puede rejuvenecer estas células: estas células recuperan marcas epigenéticas asociadas a un estado más joven y mejoran su capacidad de generar células sanguíneas sanas tras un trasplante. De hecho, según los resultados, Rhosin aumenta la capacidad regenerativa del sistema inmunitario y favorece la producción de células sanguíneas funcionales.
En un contexto de envejecimiento acelerado de la población —la cifra de mayores de 60 años se duplicará para 2050—, las autoras del trabajo sostienen que estas estrategias no solo mitigan los efectos de la edad, sino que actúan directamente sobre su causa celular, lo que justifica hablar de “rejuvenecimiento” y no solo de intervención antienvejecimiento. Aunque los resultados son prometedores, quedan por realizar estudios clínicos que determinen si estos efectos pueden trasladarse de forma segura y eficaz a los humanos.
Nos lo cuenta la investigadora que ha liderado el proyecto, Carolina Florian, líder del grupo de investigación en Envejecimiento de células madre del IDIBELL. Florian, Máster en Ciencias en Biotecnología Farmacéutica y su Doctora en Endocrinología por la Universidad de Milán, hizo su formación posdoctoral en Biología de Células Madre Hematopoyéticas en la Universidad de Ulm, Alemania, y en 2020 se incorporó al Programa de Medicina Regenerativa del IDIBELL para montar su propio grupo de investigación.
Las células sanguíneas están presentes prácticamente en todos los tejidos y, cuando envejecen, cambian, secretan factores proinflamatorios y senescentes
Su nuevo estudio habla de rejuvenecer la sangre. ¿Qué han demostrado y por qué es relevante?
Con el envejecimiento, varias enfermedades relacionadas con la edad se vuelven más frecuentes, simplemente porque pasa el tiempo. La evidencia científica muestra que la sangre es un motor de muchos de los procesos que causan estas enfermedades. Esto afecta también al sistema inmunitario, que con la edad responde peor a los virus. Esto fue evidente durante la pandemia de COVID, pero también ocurre cada año con la gripe estacional: la gente mayor necesita vacunarse. También aumenta la propensión a ciertas enfermedades como la leucemia mieloide aguda. Además, la sangre transporta mucha inflamación, que se distribuye por todo el cuerpo. Las células sanguíneas están presentes prácticamente en todos los tejidos y, cuando envejecen, cambian, secretan factores proinflamatorios y senescentes e interactúan de manera diferente con cada órgano.
Y todo esto contribuye al incremento de patologías a medida que envejecemos…
Sí, está claro que contribuye a las enfermedades. Esto se ha demostrado en patologías cardiovasculares, trombosis, acumulación de plaquetas, enfermedades renales, problemas en el hígado graso… Por eso en mi equipo pensamos que si atacábamos primero a la sangre, podíamos obtener un efecto beneficioso en todo el organismo.
Hemos identificado una molécula que puede ser modulada y esto mejora la función de las células madre sanguíneas y se traduce en una mejora y un rejuvenecimiento de su actividad
¿Y qué han encontrado?
Ahora hemos identificado una molécula que puede ser modulada y esto mejora la función de las células madre sanguíneas y se traduce en una mejora y un rejuvenecimiento de su actividad, del sistema inmunitario y de la sangre en general. Con esto esperamos ayudar al organismo completo a estar más sano y, potencialmente, a vivir más tiempo. Mi investigación está abriendo camino precisamente en esta estrategia: mejorar la sangre envejecida para que el cuerpo funcione mejor con la edad.
¿Puede explicar qué es esta molécula llamada Rhosin, qué es exactamente y cómo consigue revertir el envejecimiento de las células madre?
Hemos identificado una alteración en el nivel basal de actividad de una pequeña proteína Rho-GTPasa llamada RhoA. Esta proteína traduce los cambios mecánicos del núcleo celular. El núcleo contiene el ADN y controla la función celular. En las células madre envejecidas, ese núcleo está mecánicamente alterado, como si hubiera trabajado demasiado y ya no pudiera mantener su forma. Esta proteína se hiperactiva debido a ello. Rhosin actúa inhibiendo esta actividad, lo que ayuda a que se recupere una conformación semejante al de una célula joven. Hemos demostrado que esto mejora su capacidad regenerativa, repercutiendo en todo el sistema. Es una estrategia muy prometedora, porque es muy difícil que genere efectos no deseados.
¿En qué punto está ahora la investigación? ¿Estamos lejos de saber si esto puede aplicarse de forma segura en humanos? ¿Está probado en animales?
Todo lo que hemos hecho hasta ahora se ha probado en modelos de ratón. Usamos ratones envejecidos de forma natural, no modelos modificados. Esperamos trasladar estos hallazgos a células humanas. En el laboratorio, gracias a colaboraciones con clínicos del IDIBELL y el ICO, tenemos acceso a muestras de pacientes que donan células para investigación. Las expectativas son positivas, porque hay estudios anteriores, hechos en Reino Unido con otros objetivos, que ya demostraron que esta molécula puede funcionar también en células humanas. El principal reto será la dosificación del fármaco: en ratones es mucho más fácil, pero en humanos la variabilidad es mayor y la dosis deberá ajustarse más cuidadosamente. Aun así, soy optimista.
¿Qué necesitarán para desarrollar esta vía de rejuvenecimiento de células madre? ¿Inversión?
A largo plazo espero obtener apoyo de inversores para avanzar hacia ensayos clínicos. Hay un gran interés en la comunidad médica y científica porque las enfermedades relacionadas con la edad son predominantes y aumentarán todavía más, así que las estrategias capaces de ayudar son muy relevantes.
Espero que la comunidad médica y científica llegue pronto a un consenso en que tratar causas del envejecimiento debería ser una línea primaria de acción
Si esta molécula fuera segura para humanos, ¿cómo se utilizaría en la práctica clínica? ¿Para qué enfermedades?
Es difícil saberlo ahora pero este tipo de terapias requiere un cambio de paradigma en cómo se plantean los ensayos clínicos. Lo que estamos haciendo es atacar el envejecimiento, no una enfermedad concreta, y eso podría ser beneficioso para varias patologías al mismo tiempo. Es algo similar al tratamiento de la dislipemia: cuando tienes triglicéridos muy altos, tu médico te da medicación no porque sea una enfermedad en sí misma, sino porque aumenta tu riesgo de desarrollar enfermedad cardiovascular. Yo espero que la comunidad médica y científica llegue pronto a un consenso en que tratar causas claras del envejecimiento debería ser una línea primaria de acción, porque hay evidencias de que el envejecimiento de la sangre impulsa enfermedades como la diabetes en mayores, la trombosis o incluso el Parkinson. Actuar sobre el sistema inmunitario y la sangre podría prevenir o retrasar muchas enfermedades.
Desde su perspectiva científica, ¿cree que podemos modificar cómo envejecemos?
Sí. Creo —y no soy la única en el campo— que hay varias intervenciones que pueden mejorar cómo envejecemos, ampliar la salud en la vejez e incluso extender la vida. Pero no se pueden generalizar. No es que todo el mundo deba ponerse a dieta y ya está. Tiene que ser personalizado. Hay intervenciones con evidencia clara, como el ejercicio físico o ciertas dietas. Y personalmente creo que el sistema inmunitario es crítico en el envejecimiento de muchos tejidos, y es un sistema que no responde bien a intervenciones como dieta o ejercicio. Es difícil modificar el sistema inmune con estas herramientas, mientras que sí pueden mejorar aspectos negativos como la sarcopenia.
La sangre envejecida induce alteraciones en tejidos locales, por ejemplo en los linfocitos T, que pierden capacidad de crear memoria inmunitaria
Por eso la sangre es clave en el sistema inmunitario. ¿Cree que el envejecimiento empieza en la sangre?
No, pero la sangre tiene un papel conductor importante sobre otros tejidos. La sangre envejecida induce alteraciones en tejidos locales, por ejemplo en los linfocitos T, que pierden capacidad de crear memoria inmunitaria y secretan factores que inducen senescencia en los tejidos. También se ha visto que con la edad los macrófagos producen más plaquetas, que se comportan de manera diferente y contribuyen a la trombosis. Todo esto es consecuencia directa del envejecimiento del sistema hematopoyético, o sea, la formación y desarrollo de las células sanguíneas en el cuerpo. Mi aportación es entender qué cambia en las células madre sanguíneas con la edad y encontrar estrategias para mejorarlas.
¿Qué opina de intervenciones como las de Brian Johnson, transfusiones de plasma joven y ese tipo de prácticas para ralentizar la edad biológica?
Hay evidencias de que ciertas proteínas en el plasma joven mejoran funciones en tejidos viejos (en ratones). Pero el mecanismo aún es controvertido: no está claro si el beneficio es real o simplemente un efecto de dilución de factores envejecidos. Tampoco está clara la duración, y parece que requeriría tratamientos constantes. Además, plantea problemas éticos. Y creo que personas como Brian Johnson atraen mucha atención, pero no siempre es la dirección correcta. Nosotros no buscamos un enfoque “estético” ni de biohacking. Buscamos rigor y salud. Y este tipo de fenómenos mediáticos pueden confundir o dañar la percepción de la investigación seria en envejecimiento.
Más allá de los tratamientos, ¿qué factores de estilo de vida pueden ayudarnos a mantener una sangre más sana y un cuerpo más joven?
Hay intervenciones basadas en dieta y ejercicio que mejoran la salud y la longevidad. Por ejemplo, la restricción calórica del 20–40 % es beneficiosa en muchos modelos animales, y el ejercicio, especialmente el de fuerza, también lo es. La masa muscular es clave para el metabolismo general y disminuye con la edad. Pero la restricción calórica solo funciona si se empieza en edades jóvenes y se mantiene toda la vida. Empezarla a los 60 o 70 no solo no ayuda: puede ser perjudicial. El ejercicio, en cambio, siempre es positivo. Pero, de nuevo, ninguna de estas estrategias cambia de forma clara el sistema inmunitario, y ahí hacen falta intervenciones distintas.
¿Cuáles son los mayores malentendidos que tiene hoy la gente sobre el envejecimiento?
Uno muy grande es si debemos considerar el envejecimiento como una enfermedad. No queremos decir que lo sea, porque forma parte del desarrollo natural de la vida. Pero también es cierto que el envejecimiento impulsa muchas enfermedades. Y esto crea un dilema: si no lo vemos como una patología, no podemos diseñar ensayos clínicos con objetivos adecuados. Y si no podemos hacer ensayos, tampoco podemos probar estrategias para mejorar cómo envejecemos. Este campo científico está intentando hacer entender que intervenir en el envejecimiento puede ser muy beneficioso. Algunos incluso provocan diciendo que debe tratarse como una enfermedad, para que la sociedad entienda que no es algo inevitable, que se puede hacer algo al respecto.
Hay que empoderar a la gente mayor para que exija atención médica adecuada y no acepte automáticamente sentirse mal solo por la edad
¿Hay malestares que se pueden atribuir a “cosas de la edad”, como se suele decir? ¿O esta idea se irá descartando pronto?
Es importante combatir la idea del edadismo: “eres mayor, no se puede hacer nada”. No. Hay estrategias. Hay que empoderar a la gente mayor para que exija atención médica adecuada y no acepte automáticamente sentirse mal solo por la edad. Hoy existen posibilidades reales de extender la salud. Y además, hay que pensar en esto como sociedad: si extendemos la salud en la vejez, habrá muchas personas de 80 o 90 años viviendo bien. Pero eso implica repensar el sistema económico, las estructuras laborales, los años de trabajo, la sostenibilidad de los sistemas públicos de salud. Es un cambio profundo que requerirá una reformulación general.




