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Ni spas, ni jamones para profesores: escuelas que se 'plantan' ante los regalos de las familias

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 Cada vez hay más centros que se suman a la petición a las familias de que no se realicen obsequios materiales por final de curso, que han pasado en los últimos años de ser algo simbólico a algo de alto valor

Hacer un regalo a los profesores al acabar el curso se han convertido en una tradición que algunas escuelas piden abolir

Ana Jiménez

Es una cuestión temida por familias, pero también por docentes “¿Quién quiere participar en un regalo para la profe?” La pregunta, que empieza a circular estos días en muchos chats de madres y padres coincidiendo con el final de curso, no está exenta de polémica. Porque a menudo genera roces y desacuerdos por la diferencia de criterios. La ya tradición de regalar a los maestros también incomoda en algunas escuelas porque a veces incluso contraviene la normativa del centro. Por eso, hay algunas se empiezan a poner freno la deriva que en los últimos años ha tomado esta muestra material de agradecimiento a la labor docente, que ha pasado de ser un obsequio simbólico a auténticas “maratones” de regalos caros. Tanto es así, que hay escuelas que solicitan formalmente a las familias que se abstengan de organizar regalos grupales materiales a los tutores y se limiten, si lo desean, a detalles elaborados por los propios alumnos con un componente más sentimental.

“Queremos compartir con vosotros la decisión que hemos tomado, como claustro, de pediros que no nos hagáis regalos materiales a final de curso”. Esta frase forma parte de un extenso texto que hace pocos días la escuela pública de educación primaria Can Fabra (en el barrio de Sant Andreu de Barcelona) envió a las familias del centro. Agradecían la intención, pero solicitaban que la valoración por su labor se demuestre con “palabras y gestos”. No es la única escuela que actúa así, porque en los últimos años van aumentando los centros que deciden cortar con esta norma no escrita que se ha impuesto en los últimos años de dar las gracias a la labor docente y cerrar el curso con un presente que cada vez aumenta en valor y que a menudo tiene que ver poco con el espíritu escolar. Desde el departament d’Educació aseguran que no existe ninguna instrucción en este sentido y que cada centro tiene autonomía para tomar la decisión que considere.

No queremos una remuneración física, sino emocional

Olga CascoDirectora de la escuela Ignasi Melé i Farré

La jefa de estudios de Can Fabra, Maria Elizondo, reconoce que conocían la iniciativa de otros centros en los que ella misma había trabajado y que hace tres años que era un tema debatido en el claustro. Pero fue el pasado verano, cuando una familia sacó el tema en el consell escolar, lo volvieron a debatir y ahora lo han trasladado a las familias. Reconoce que esta ha sido la parte más complicada porque no querían parecer desagradecidos ni ofender a nadie y por eso pensaron mucho “cómo comunicarlo”. Elizondo reivindica que el mejor agradecimiento es “apoyo y confianza”.

Evaluación competencial en sadako

REDACCIÓN / Otras Fuentes

En el mismo barrio, a escasos cientos de metros, otro centro público, La Maquinista, decidió hace tiempo en esta misma línea. “Somos una escuela relativamente nueva (2008) y al segundo o tercer curso creímos que era necesario un posicionamiento sobre esto”, cuenta Raül Martínez, el director. En este centro la abolición de los regalos a docentes, que se hacía “con toda la buena fe del mundo”, ya es está totalmente asumido por la comunidad educativa. “Está en nuestro ADN de la escuela”, confiesa orgulloso el director.

Obsequios despersonalizados

Regalos cada vez más 'ostentosos': de noches de hotel a jamones

La petición de no hacer regalos se da mayoritariamente en escuelas públicas y pero también en concertadas. Una docente de secundaria, etapa en la que ya es más infrecuente que se hagan regalos, cuenta que cuando trabajaba en un colegio concertado optaron por pedir que cesaran los regalos cuando a una profesora le regalaron un pañuelo Hermés, cuyo precio no baja de los 100 euros y puede superar los 200 fácilmente.

Cuando Olga Casco tomó las riendas de la escuela Ignasi Melé i Farré de Tossa de Mar (Girona) en 2017, decidió intentar poner fin a los regalos a docentes y propuso abordarlo en un claustro que reconoce que no fue unánime, pero que sí acabó tirando para adelante pedir a las familias que “no queríamos una remuneración física, sino emocional”, explica Casco en conversación con este medio. La directora llevaba más de 10 años ya en el centro y basó su pequeña revolución en algunos aspectos. Por un lado, aclara que “la normativa (ley del funcionariado) regula que los funcionarios no podemos recibir regalos”. También pretendía ser una reivindicación de los docentes a un mayor reconocimiento emocional. 

La decisión no sentó bien a algunas familias que el primer año la acataron, pero el segundo año “intentaron hacer ofrendas” por lo que Cascos ha visto crucial el apoyo del AFA. Una de las cuestiones que más incomodaba a esa directora era que antes de la petición, los regalos cada vez eran más “ostentosos” y pone algunos ejemplos: noches de hotel, paneras “enormes” o incluso jamones. Unos regalos que Casco considera que además estaban descontextualizados de la labor docente. Y no solo eso. Reconoce que estas ofrendas acababan generando un conflicto interno en el centro. Y también lo comportaban entre las familias. Para la directora, todo esto va en contra de la escuela inclusiva que defienden porque acababa provocando que muchas familias, por razones personales o económicas, acabaran quedando excluidas. Estos mismos argumentos emplean todos los centros contactados para defender su decisión.

Estamos en una sociedad en la que el agradecimiento únicamente se puede transformar en un regalo y esto no es pedagógico ni educativo”

Sylvie Pérez.Psicopedagoga y profesora de la UOC

En el Ignasi Melé i Farré han dejado su posicionamiento negro sobre blanco en su web. En un apartado de regalos a los docentes, reconocen que aprecian el gesto, pero lamentan que cada vez los regalos aumentan en valor y cantidad y que han establecido como normativa de centro no aceptarlos.

En la reconocida escuela Sadako de Barcelona explican que nunca han permitido los regalos a docentes, pero que hace unos años decidieron solicitarlo de forma escrita, explica la coordinadora de Infantil Cristina Ferreres. “No aceptamos spas, ni relojes”, cuenta Ferreres, que recuerda que en la misiva explicaban a las familias que la mejor recompensa a la labor es la “confianza”.

Algunos claustros piden a las familias que no les hagan regalos materiales

Ana Jiménez

“Parece que estamos en una sociedad en la que el agradecimiento únicamente se puede transformar en un regalo y esto no es pedagógico ni educativo”, sentencia la psicopedagoga y profesora de la UOC, Sylvie Pérez. Esta experta explica que hace una década vivió como madre esta vorágine de los regalos a maestros y lamenta que a pesar de que la colaboración es en ocasiones de unos pocos euros por familia, las cifras que se acaban moviendo son de 100, 200 o más euros. Hoy, asegura, esta instrucción contraria a los regalos está cada vez en más normativas de centro.

Pérez ve muy pertinente que las escuelas se planten hasta esta deriva de regalos porque es algo que “surge de las familias y si los maestros no lo frenan, las familias no lo saben parar”. Para esta experta, puede haber momentos de agradecimiento personal porque un maestro ha ayudado especialmente a un alumno y que una familia decida tener un detalle, pero ve muy cuestionable “colectivizar el agradecimiento”. Y pone un ejemplo “igual que si una enfermera en planta cuida de manera muy atenta a un paciente y no todos los ingresados se ponen de acuerdo en llevarle un ramo de flores, sino que es el paciente implicado el que le lleva un ramo de flores”, con el caso de los colegios pasa algo similar.

No todas las familias pueden participar económicamente, y eso crea desigualdad e injusticias

María CapellánPresidenta CEAPA

“Cuando los regalos se debaten y se deciden en los grupos de WhatsApp, ya hablamos de una obligación “encubierta”, con mucha presión para participar, algo que no es justo para las familias” explica María Capellán, presidenta de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnado (CEAPA). Capellán recuerda que “No todas las familias pueden estar contentas con un docente concreto y, desde luego, no todas pueden participar económicamente, y eso crea desigualdad e injusticias”. Desde la entidad recuerdan además que hace unos años se regalaban detalles, pero que ahora hay colegios donde parecen “maratones” para ver qué clase hace mejor regalo a su profesor o profesora que en ocasiones se materializan en “sesiones de spa, cenas, bolsos caros… “ y que esto es una situación que “no contribuye a crear una escuela equitativa y justa”. En una línea similar se muestra la federación de padres catalanes AFFaC por boca de su presidenta, Lidón Gasull, que explica que además no todas las familias tienen las mismas condiciones económicas para participar en un regalo y que esto puede “tensionar” la relación. Gasull considera que existen muchas formas de “expresar el agradecimiento hacia los docentes, por lo que no es necesario hacer regalos materiales que tenga un coste económico”

División de opiniones

El momento incómodo de algunos docentes

También los propios docentes reconocen que los regalos a menudo les hacen vivir situaciones incómodas, aunque su aceptación divide a la comunidad educativa. Muchos reconocen que acaban aceptando el regalo por no ofender y otros entienden que las familias quieren tener un detalle en agradecimiento con la gestión o porque que consideran que tu tarea ha ido más allá o que les gusta. “¿Si te vienen con el regalo hecho, qué les vas a decir?”. Desde USTEC consideran que es ético que los centros recuerden que no son necesarios los regalos por desarrollar la labor docente. “Todo regalo hace ilusión”, explica Laura Priego, profesora en un centro de máxima complejidad en Sant Adrià del Besòs (Barcelona). Priego explica que a veces, como docente, el momento regalo se vive con incomodidad y que puede generar malestares porque no siempre pueden participar todas las familias, pero reconoce que como madre siempre colabora: “sabíamos que la tutora estaba contracturada y no había cogido la baja y le regalamos un masaje”.

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Otro de los motivos por los que se rechazan los regalos es porque crea desigualdades en la comunidad educativa y por eso se prefiere cortar con estas distinciones. “Para que una escuela funcione es necesaria la labor de los especialistas, del conserje, de la directora… y esto en los claustros genera desigualdades porque es un trabajo de todos”, apunta Pérez.

En Sadako se ha instaurado casi como una tradición, no obligada, que los alumnos de infantil lleven un desayuno a los docentes el último día de curso. Dibujos o manualidades hechas por los alumnos, flores o postales que también firmen las familias son opciones sí aceptadas por muchos centros como muestra física de agradecimiento. 

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