Cecilia Martín, psicóloga: “Si no puedes ser tú mismo con esa persona, tienes un problema”

Sexualidad

La psicóloga, notable por su trabajo en terapia sexual y de pareja, identifica que la necesidad de complacer a otros puede llevar a la persona a perder su identidad y no atender a sus deseos y propósitos

La psicóloga Cecilia Martínez

La psicóloga Cecilia Martín

Igor Muñoz

Cecilia Martín (Cáceres, 1978), licenciada en psicología, máster en psicología clínica y de la salud y especialista en psicoterapia y psicodrama, está totalmente de acuerdo con el dicho “mejor solo/a que mal acompañado/a”. Para ella, resulta un acto sabio y de gran coraje abandonar aquellas relaciones que impiden crecer y generan malestar.

Fundó el Instituto de Psicología Psicode donde ejerce como directora y psicóloga clínica. Allí atiende una amplia variedad de problemáticas en adultos, especialmente en el terreno de la terapia sexual y de pareja. Martín también colabora en diversos medios de comunicación tratando la sexualidad y el crecimiento personal.

Sostiene que en la actualidad es frecuente que uno se compare constantemente con otros, más con la atención diaria a las redes sociales, algo que puede llevar a una mayor frustración y más baja autoestima: “Solemos cometer un error de pensamiento llamado “sesgo de comparación ascendente. Tendemos a comparamos con aquellos que son mejores que nosotros en algún aspecto. Esa identidad digital que mostramos nos aleja cada vez más de saber quiénes somos realmente”, subraya.

Manifiesta que una gran idea es eliminar de cuando en cuando las redes sociales del móvil y elegir bien los perfiles a seguir evitando las cuentas que generan sentimientos negativos en nosotros.

La también autora del libro Amor Orgásmico: Cómo aumentar tu placer y recuperar la pasión (Vergara, 2024), apunta que las personas que son dependientes de la validación externa para sentirse valiosos, con el paso del tiempo se convierten en personas tremendamente inseguras. “Esa falta de autonomía puede ser una situación cómoda a corto plazo porque dejas que otros asuman la responsabilidad de decidir por ti, pero a largo plazo puede generar ansiedad continua, estados depresivos y la sensación de estar estancado y no avanzar en la vida”, confirma.

¿Piensa que es bastante habitual que uno decida perder su esencia por no vivir un rechazo? ¿Qué supone hacerlo?

Algunas personas sacrifican su identidad, no quieren arriesgarse a ser auténticos; tratan de agradar a todo el mundo y modifican sus opiniones y comportamientos en función de a quienes tienen delante.

Esto es muy común en la adolescencia, donde se forman grupos sociales basados en afinidades. Los que se muestran diferentes muchas veces son excluidos del grupo o víctimas del acoso escolar.

Estar en pareja y dejar de hacer cosas que deseas, alterar tus aficiones, tu forma de vestir..., son prácticas propias de dependientes emocionales que no quieren que se les abandone. Su único objetivo es conseguir una aprobación continua y esto causa en la persona un estado continuo de ansiedad. Su autoestima se va mermando cada día porque no pueden aceptarse a sí mismos.

Si no puedes ser tú mismo con esa persona, si te rechaza por ser y pensar diferente, no es algo auténtico, tienes un problema.

Portada del libro

Portada del libro

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¿El miedo a la soledad también puede ser una razón para aceptar lo que se nos pida?

Hay gente a la que le cuesta enfrentarse al silencio de estar consigo misma y en consecuencia acepta todo y se esfuerza por contentar. Puede caer en enlaces tóxicos en los que, aunque sabe que no se merece un mal trato y que no es lo que desea, prefiere mantenerse en ese tipo de relación a estar soltera.

En el caso de estar en una relación por miedo a la soledad hay que romper con esos patrones y buscar espacios de soledad elegida, disfrutando de la compañía de estar con uno mismo y eligiendo a las personas con quienes uno realmente desea compartir su valioso tiempo.

¿Es más habitual tener las cosas más claras con la madurez o cuando tiene que ver con vínculos nunca se sabe?

A medida que crecemos, la vida nos va proporcionando experiencias de aprendizaje que nos suelen ayudar a conocernos mejor a nosotros mismos y saber lo que queremos. Pero la madurez en edad no necesariamente conlleva más madurez emocional.

Las personas maduras emocionalmente se conocen a sí mismas y se aceptan. Son autónomas a la hora de tomar decisiones y no dependen de la validación externa para sentirse valiosas. También, saben gestionar sus emociones, poner límites y han superado el miedo al rechazo.

El proceso de crecimiento personal, autoconocimiento y autoaceptación, normalmente es el resultado de un trabajo interno profundo y continuado en el tiempo.

La forma como nos relacionamos en pareja o con los amigos está muy determinada por nuestro estilo de apego, que se origina en la infancia en la relación con nuestros padres o nuestras figuras de referencia. Es necesario un trabajo psicológico para superar las heridas de la infancia (cuando han existido) y evitar repetir patrones disfuncionales una y otra vez.

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¿Por qué nos suele costar tanto dar un golpe en la mesa y aguantamos antes que acabar con algunas relaciones? ¿Puede tener que ver más con el ego o con el miedo?

Romper una relación con la persona con quien tenemos un vínculo emocional y con quien además hemos construido proyectos de futuro juntos no es fácil. Terminar supone aceptar la pérdida y atravesar un proceso de duelo que siempre es doloroso.

Son muchos los factores que influyen en que una persona no se atreva a dar el paso de romper una relación, y entre ellos, el miedo es el factor clave: miedo a la soledad, al dolor de la ruptura, a la incertidumbre (no saber cómo será la vida después), miedo arrepentirse, a la repercusión que tendrá la separación en los hijos o en la familia o al juicio de los demás.

El ego también influye, pues algunas personas ven la separación como un fallo y prefieren aguantar antes que mostrarse “fracasados” por haber elegido mal o no haber sabido mantener la relación.

Existen pistas claras de cuándo una relación no es buena para ti. Somatizamos el daño emocional y algunas personas lo manifestarán con insomnio, pesadillas, tensión muscular, cefaleas, caída del pelo...

¿Cuáles son las señales que te indican que ese jefe, esa amiga, esa pareja, ese familiar... Te están haciendo más mal que bien?

Existen pistas claras de cuándo una relación no es buena para ti. Somatizamos el daño emocional y algunas personas lo manifestarán con insomnio, pesadillas, tensión muscular, cefaleas, caída del pelo, problemas dermatológicos, gastrointestinales o su sistema inmunológico se deteriora y son propensos a múltiples infecciones. Mantener esas relaciones a largo plazo implica daños mayores.

Otro punto esencial es sentirse mal después de cada encuentro con esa persona, sentir que tu autoestima disminuye y tienes un continuo sentimiento de culpa o de hacer las cosas mal a su lado. Dejas de sentirte seguro y en calma con él/ella.

Los signos más evidentes son sentirte no escuchado, controlado, coaccionado, humillado o sentir miedo de sus reacciones. Así que, ante la mínima sospecha, lo primero que tenemos que hacer es prestar atención.

¿Qué sugerencias daría para romper uniones que no benefician, que impiden ser y prosperar?

Romper una relación requiere una planificación de cómo hacerlo y del futuro sin esa persona. Lo primero es ser consciente de que esa relación te está dañando. Has de dejar de ver la ruptura como un fracaso y empezar a verla como un éxito. Puedes apoyarte en las personas que te quieren y buscar ayuda profesional si fuese preciso.

Asimismo, debes confiar en ti y pensar que el duelo es un proceso que hay que atravesar, pero lo superarás. Resultará acertado que visualices tu futuro lleno de experiencias positivas, con calma y sin ansiedad, alejado de esa persona.

Y, muy importante es priorizarte y cuidarte: Busca lugares y personas que te hagan sentir bien, plantéate retos, nuevos hobbies y date algún capricho.

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