¿Bebe té matcha? ¿Lee a Sally Rooney y lleva una ‘tote bag’? Estás ante un hombre ‘performativo’

Nuevas masculinidades

Se trata de un nuevo arquetipo de hombre que exhibe valores progresistas y una alta sensibilidad emocional para ganar atractivo ante unas mujeres cada vez más críticas con el machismo, el sexismo y la discriminación

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El actor Jacob Elordi encarna la figura de hombre ‘performativo’, un concepto asociado a las “masculinidades híbridas”

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En el gran espacio verde de la Plaza de los Museos en Ámsterdam desfilan varios jóvenes como si estuviesen en una pasarela. Llevan bolsas de tela, o tote bags, auriculares con cable en las orejas, camisas de cuadros con vaqueros vintage, y las manos a rebosar de objetos: el libro de La Campana de Cristal de Silvia Plath, un té matcha, los famosos llaveros labubus, y hasta incluso una guitarra. Otros jóvenes los observan sentados, aplauden y juzgan. No se trata de un desfile de moda corriente, sino de un concurso de performative males, u “hombres performativos”, una nueva etiqueta con origen en las redes sociales que hace referencia a un arquetipo de hombre que exhibe valores progresistas, feministas, una alta sensibilidad emocional, y que en su estética incluye intereses y gustos generalmente asociados con el género femenino.

Ámsterdam no es la primera ciudad en la que se organizan concursos populares en los que hombres son los protagonistas. Durante los últimos meses se han celebrado otros concursos sobre performative males en Nueva York, San Francisco, Toronto y Londres, que, además, se suman a los mediáticos concursos de lookalikes, o dobles de celebridades, que se pusieron de moda a lo largo del año pasado en ciudades norteamericanas y en las que se descubrieron doppelgangers de Timothée Chalamet y Pedro Pascal entre otros. Andrea Proenza, periodista, investigadora, y divulgadora en redes sociales, explica que la viralidad del hombre performativo en TikTok e Instagram ha contribuido a que la figura sea “una sátira y no una identidad real”, convirtiéndose en un meme de internet para la Generación Z y Millenials.

Los hombres que sentían como las mujeres

FOTO ALEX GARCIA 8M. QUE PIENSAN LOS HOMBRES DEL FEMINISMO 2022/03/04

Un hombre observa un cartel del 8M en una marquesina

Àlex Garcia / Propias

El nombre que se le da a esta tendencia estética y conductual no es casualidad. El concepto de performatividad aparece en El género en disputa de la filósofa americana de la tercera ola del feminismo, Judith Butler, y que alude a la construcción y consolidación de las identidades a partir de la repetición de actos, gestos y discursos donde el género no es algo intrínseco, sino que se desarrolla de manera continua y se acaba contemplando como una identidad fija y natural.

José María Armengol, doctor en filología inglesa, director del Máster en Estudios sobre Masculinidades en España en la Universidad de Castilla La Mancha y autor del libro ‘Reescrituras de la masculinidad: Hombres y feminismo’, explica que en esta performance “entra en juego la teatralidad frente a lo que es auténtico”. Armengol señala que los hombres reproducen estos modelos sin identificarse con ellos, solo imitándolos con un fin específico. Precisamente, una de las críticas recurrentes del hombre performativo es la fraudulencia con la que actúan con el objetivo de ligar con mujeres utilizando como cebo aquello que les gusta para impresionarlas, pero sin realmente ser conocedores de ello.

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Así pues, el hombre performativo tiene como objetivo un grupo específico: “mujeres heterosexuales o bisexuales politizadas, feministas y con intereses culturales”, señala Proenza. Explica que, a primera vista, parecería que la alineación político social de este arquetipo de hombres sea “verdadera” y que, ciertamente, pretende distanciarse del típico “macho clásico”. Por otro lado, Proenza también propone que su actuación es performativa y que solo manifiestan esos intereses culturales “cuando se sienten observados”.

Juegan a desmontar la masculinidad tradicional para ganar atractivo ante unas mujeres cada vez más feministas

Staff WriterProfesora de la UOC

En la misma línea, Begonya Enguix, profesora agregada de Estudios de Artes y Humanidades de la UOC y codirectora del Grado de Antropología y Evolución Humana (URV-UOC), argumenta que el hombre performativo “juega a desmontar la masculinidad tradicional para ganar atractivo ante unas mujeres cada vez más feministas y críticas con el machismo, el sexismo y la discriminación”.

Sofía Hernán, joven publicista, relata críticamente el comportamiento de un ex en relación con este prototipo. Según explica Hernán, “era el más tote bag, avante garde fashion” y le daba instrucciones específicas a los camareros sobre cómo elaborar cóctels. “La última conversación que tuve con él fue sobre la presión de la sociedad sobre el cuerpo de los hombres porque él no hace ejercicio”, revela.

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Los hombres performativos alardean de beber té matcha sin haberlo probado nunca, expresan que les gusta Sally Rooney sin haber leído nada de la autora irlandesa, o visten camisetas de Lana del Rey sin haber escuchado nunca a la cantante. “El tema del ‘performative male’ hay que analizarlo con cuidado puesto que puede parecer un modelo novedoso y subversivo de masculinidad cuando, en realidad, simplemente ‘maquilla’ un sexismo encubierto”, declara Armengol.

De hecho, una figura parecida que provocaba la misma reacción satírica, se gestó en los años sesenta en Francia con la segunda ola feminista. Según explica Armengol, Elisabeth Bandinter hablaba sobre “el hombre blando”, caracterizado por ser sensible e igualitario, “pero que solo buscaba conquistar al creciente número de mujeres feministas en Francia de esa época”, relata Armengol. Explica que la filósofa e historiadora feminista francesa fue crítica con ese modelo, e indica que “estamos ante un fenómeno muy parecido, un ‘reciclaje’ de ese hombre blando”.

Que Jacob Elordi surja como epítome del hombre performativo no es casualidad: encarna el tipo de belleza hegemónica en los cánones actuales

Staff WriterPeriodista e investigadora
jacon elordi

El actor Jacob Elordi paseo por un aeropuerto con libros de bolsillo y un bolsos de marcas exclusiva

@justjared

Así pues, el hombre performativo no es el único prototipo de masculinidad que ha surgido desde los años sesenta. De hecho, lo suelen comparar en redes con la estética y vestimenta de la moda de los años noventa y ponen como ejemplo de ello al personaje de Joey Tribianni de la sitcom Friends. Más tarde, esta figura evolucionó y durante el 2010 en las primeras redes sociales como Tumblr o WeHeart it aparecieron los hipsters con moños, gafas de pasta, amantes de las camisas de cuadros, los vinilos y de Arctic Monkeys. Esta figura se transformó a principios de 2020 en el softboi, prácticamente un sinónimo del performative male, encarnado por el cantante Harry Styles o el actor Asa Butterfield, y que se presenta a sí mismo como un hombre artístico y en contacto con sus emociones y sensibilidad, que rechaza la masculinidad tradicional y su virilidad.

Como todo movimiento tiene su figura, Jacob Elordi, actor y protagonista en la nueva adaptación de Frankenstein de Guillermo del Toro, se lleva la corona del hombre performativo. Durante el año pasado se viralizaron unas fotografías suyas con varios libros en los bolsillos de su pantalón, una chaqueta de cuero corta y unos auriculares. Más tarde, le siguieron otras donde llevaba crop tops y maxi bolsos de marcas de lujo.

“Que Jacob Elordi siempre surja como epítome del hombre performativo tampoco es casualidad, teniendo en cuenta que encarna un tipo de belleza ultra hegemónica dentro de los cánones de belleza actuales”, apunta Proenza. Además, añade que “la cultura y las imágenes siguen teniendo un papel fundamental a la hora de moldear qué se considera deseable y atractivo, y por lo tanto, qué puede suscitar el deseo de imitación para acercarte a ese ideal que se intuye deseable”.

De nada sirve llevar una tote bag, una guitarra y un matcha en la mano si siguen riendo las bromas machistas de sus amigos

Staff WriterProfesora de la UOC

Begonya Enguix también explora que el performative male es producto de un “rebranding neoliberal” que se asocia con el concepto de las “masculinidades híbridas” de los investigadores C.J. Pascoe and Tristan Bridges, las cuales “adoptan rasgos distintos y alejados de las masculinidades dominantes, sexistas y tradicionales, pero lo hacen con el fin de adaptarse a un contexto crítico”, desarrolla Enguix. En este sentido, la figura del performative male se alejaría de los modelos que han estado en auge en los últimos años y que apelan a masculinidades sexistas, homófobas y racistas como la figura de Andrew Tate, o a apologistas de fitness y masculinidades tóxicas, como el creador de contenido Llados.

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No obstante, como expone Andrea Proenza, el performative male “está más asociado a una estética vacía que a un discurso político real” ya que “un discurso reaccionario es fácilmente identificable, pero el problema con este tipo de hombres performativos es que pueden ser mucho más engañosos. ¿Cómo es ese hombre en la intimidad? ¿Cómo es con sus amigos hombres cuando no hay ninguna mujer mirando? ¿Cómo se comporta en los encuentros sexuales?”, desarrolla la divulgadora.

Por otro lado, también surge la necesidad de acercarse a otro tipo de masculinidades por parte de hombres fundamentalmente heterosexuales, y que se relaciona con la popularización del término l onely man epidemic que describe el aumento de hombres especialmente jóvenes que se sienten aislados social y afectivamente. “Para superar esa situación adoptaran nuevas estrategias para poder acercarse mejor y tener más conexión, más comunicación y también más éxito con las chicas, que buscan hombres sensibles, cultos y atentos”, resume Enguix.

La escritora y activista estadounidense, bell hooks (escrito en minúsculas), en su libro El deseo de cambiar señala que gran parte del comportamiento masculino surge de aprender a reprimir sentimientos, a mostrarse invulnerables y a interpretar una versión endurecida de sí mismos para obtener validación, lo que genera una desconexión profunda entre lo que sienten y lo que muestran. Esta actuación constante, propia de los hombres performativos, es justamente el mecanismo mediante el cual el patriarcado limita su capacidad de establecer vínculos afectivos genuinos y les impide desarrollar una vida emocional plena.

En definitiva, Armengol señala que estos modelos, aparentemente más sensibles de masculinidad, “ayudan a cuestionar la masculinidad tóxica (que es misógina y homófoba por definición)”, pero también advierte que este avance es limitado si no existe un cambio real de conducta: “de nada sirve que un hombre se presente como ‘sensible’ si después es un maltratador o un narcisista compulsivo”, sentencia, una crítica que Enguix refuerza: “de nada sirve llevar una tote bag, una guitarra y un matcha en la mano si siguen riendo las bromas machistas de sus amigos y no alzan la voz contra los micromachismos diarios y las violencias machistas”.

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