Los bebés que conviven en casa con dos lenguas miran más los labios de quien les habla que los que tienen un solo idioma. A los monolingües no les hace tanta falta la información extra que dan las bocas de quienes les dirigen la palabra para ir aprendiendo su idioma. Les basta con la información acústica y con mirar a los ojos del otro. Pero con dos lenguas, y más aún si se parecen mucho, como el catalán y el castellano, el aprendizaje es más difícil y desde pequeños desarrollan estrategias para "llenar ambas bolsas lingüísticas y hacerlo correctamente", señala el profesor de Psicología básica de la Universitat de Barcelona, Ferran Pons.
Pons y la profesora Laura Bosch junto a investigadores de la Universidad de Northeastern de Boston acaban de publicar los resultados de su trabajo en la revista Psychological Science. Estudiaron dos grupos de bebés a los cuatro meses, uno monolingüe y otro bilingüe catalán-castellano. Les pasaban un vídeo con una mujer hablándoles y, con un dispositivo de seguimiento ocular, contabilizaron el número de veces y el tiempo dedicado a mirar a los ojos y a los labios de la interlocutora. El resultado ha sido ese: los bilingües se apoyan mucho más en los labios y no sólo en los ojos para recibir el idioma. Y al comparar bilingües castellano-inglés, el tiempo y frecuencia de observación de los labios era menor que en el grupo castellano-catalán. "Intenta distinguir chino y japonés. ¿A que es más difícil que diferenciar francés y ruso? Pues en esa situación están los bebés. Todo nuevo, dos a la vez y más difícil si se parecen mucho".
La investigación tras esta experiencia no ha hecho más que empezar. "Hemos abierto una caja de Pandora", reconoce Pons. Porque este estudio no hace más que plantearles nuevas preguntas. Han seguido la observación de los pequeños a los doce meses, y han visto que entre niños con una sola lengua siguen mirando igual que antes los ojos y la boca, pero cuando les hablan en un idioma diferente al suyo nativo, se detienen más tiempo en los labios. Entre los bilingües, seguían mirando más tiempo la boca en cualquier caso.
"Aprendemos la lengua por interacción audiovisual, no es sólo un proceso acústico", indica el Ferran Pons. En otras investigaciones se ha podido comprobar que si un niño no ve, busca otras estrategias para llenar esa bolsa idiomática de la que se nutre con todos los sentidos, no sólo el oído. "Tocan más la boca".
¿Se pierden algo los niños que tienen que mirar tanto los labios? Es otro de los frentes que se le ha abierto al equipo de la UB. "No mirar a los ojos en un niño es un rasgo que denota no necesariamente patología, pero sí un mayor problema de comunicación con los demás. Por eso investigamos también si los niños bilingües presentan más dificultades de comunicación social que los monolingües". Quieren saber si verse impelidos a enfocar tanto la boca para aprender los idiomas que les hablan unos y otros en casa les frena la conexión con los ojos, la principal fuente de conocimiento y relación entre humanos, también a esa edad. Si les hace menos sociables.
La caja de Pandora sigue dando trabajo: si la persona que les habla es conocida, ¿necesita mirar sus labios igual que si es desconocida? "Cuando conocen a quien les habla, miran menos la boca, pero los bebés conectan con múltiples caras, tienen inputs de mucha gente diferente, mira si no lo que pasa en la calle cuando paseas con un bebé".
Otra lección de la experiencia con los bebés de cuatro meses: el listening se ha acabado. "Los dibujos animados para aprender inglés no son tan buenos", asegura Ferran Pons. "Aprender un idioma con los auriculares es poco eficaz. Si interactúo con la otra persona, le miro a los ojos, a los labios y percibo todo lo que expresa su cara, su voz, todo su cuerpo, la curva de aprendizaje es muchísimo más rápida", dice Pons.
"Todos los extras son muy importantes y nos dan mucha información sin darnos cuenta".
Los bebés bilingües miran más los labios para aprender las diferencias
Psicólogos de la UB analizan las estrategias de los pequeños con dos idiomas

UNIVERSITAT DE BARCELONA
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