Dioscórides, filósofo, botánico y divulgador científico griego en el primer siglo antes de nuestra era, ya habló del Triángulo Mágico del tomillo que comprendía la Sierra de Mariola en Valencia, Eivissa y Formentera. “Es decir, hace 2000 años las propiedades de las plantas de Eivissa se ensalzaban fuera de nuestra tierra”, ilustra con orgullo Carlos Marí Mayans. Al frente del negocio familiar homónimo, es la quinta generación de los más famosos destiladores de Eivissa. Y hoy mismo, parece cosa del demiurgo, Marí Mayans ha aparecido en el BOE: el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación le ha concedido el premio Alimentos de España a la mejor bebida espirituosa a Hierbas Familia Marí Mayans de Ibiza.

Reconocimiento del Ministerio a Marí Mayans publicado hoy, 3 de julio de 2025.
Todo comenzó con su tatarabuelo, que dio de alta la marca en la Hacienda de Alfonso XIII. Hoy, el primero de la saga abriría los ojos incrédulo viendo la secuoya en que se ha convertido la semilla que plantó: Marí Mayans produce 5.000 litros de su gama de destilados y espirituosos al año, un millón de botellas de distintos tamaños y exporta a Holanda, Bélgica, Francia, Italia, Alemania, Japón, Rusia y EE. UU. “Aunque vengan malos tiempos, hay algo que no faltará nunca en la vida: una sobremesa y unas copitas”, resume con sabiduría Carlos, CEO de la compañía.
Producen un millón de botellas anuales
Exportan a Holanda, Bélgica, Francia, Italia, Alemania, Japón, Rusia y EE. UU.

Carlos, ante los recetarios familiares atesora en su despacho.
Desde hace 150 años compran a los agricultores de la zona las hasta 25 plantas que componen su recetario. “Hace un siglo había más de 80 familias que vivían de su comercio con Marí Mayans. ¿Qué ha ocurrido? Pues que los descendientes se dedican a la hostelería, tienen estudios superiores, no les interesa cuidar de las tierras... Así que hemos tenido que comprar una finca y ser autosuficientes. Independientemente de ello, seguimos comprando toda planta que nos traen”.
Hace un siglo había más de 80 familias que vivían de su comercio con Marí Mayans. Hoy seguimos comprando plantas a los agricultores

Visitantes en la fábrica observan el proceso artesanal de producción.

Es el destilado con el que empezó la firma Familia Marí Mayans. Consiste en una cuidadosa destilación de tomillo y una maceración de naranja.
Volviendo a la base, las 18 hierbas de la fórmula ‘hierbas ibicencas’ (usan un total de 25 para su gama de productos), son todas variedades locales. “En Eivissa hay un microclima que influye en las propiedades de las plantas. Hemos hecho estudios acudiendo a instituciones como la Politécnica de Valencia y el Instituto Nacional de Ingeniería Agrónoma para comparar las ibicencas y las peninsulares y resulta que en Eivissa las plantas tienen de media un rendimiento un 40 % superior que las de la península”, explica Carlos.
Tomillo, hierbaluisa, manzanilla...
Las 18 hierbas de la fórmula ‘hierbas ibicencas’ son variedades locales
Carlos Marí Mayans suscribe la evidencia científica de que con el alcohol no hay excepciones positivas ni beneficiosas para la salud pero señala las propiedades de las plantas que sustentan sus productos: “Cuando hay un buen tomillo o buena manzanilla, realmente es digestivo. No, el consumo de alcohol no es bueno para la salud, pero las propiedades de las plantas son reales”. Lo que sí defiende con fervor es la calidad de sus hierbas ibicencas: “Aquí cultivamos los componentes que llevan el que yo considero en cuanto a calidad, el mejor licor del mundo: Frígola, compuesto de flor de tomillo, hierbaluisa y cinta de naranjas. Y es 100 % planta. Mira la etiqueta de una manzanilla o poleo menta de esas marcas conocidas del súper y verás que tiene un 1 % de planta. Es vergonzoso”, señala el CEO de Marí Mayans, empresa miembro de Eating in Ibiza, club de producto del conglomerado Fomento del Turismo de Ibiza.

Muestra de las plantas y el espirituoso resultado final.
Mira la etiqueta de una manzanilla o poleo menta de esas marcas del súper: tienen un 1 % de planta. Es vergonzoso
El proceso de elaboración de sus licores, que sigue las estrictas normas a las que obliga la Unión Europea para una IGP, consta de cinco fases. La primera es la maceración: la planta descansa con el alcohol de origen agrícola (siempre en cantidades exactas) alrededor de un mes. La baya de enebro se somete a dos procesos, la maceración y un proceso de picado para extraer todo el aceite esencial. Después se destila y en función de si se usará como base para hierbas ibicencas se emplea alcohol de remolacha y si es para ginebra, de cereales. Emplean una máquina de tratamiento de aguas para purificarla y evitar el regusto salado de productos de otras marcas. Todo ha de ser perfecto.
El tatarabuelo Juan y Formentera
Destilando desde 1880
En Formentera no había más de 400 habitantes cuando en 1850 se produjo una repoblación con personas llegadas en su mayor parte de Eivissa, en particular, de Sant Josep. Y entre ellos, Juan Marí Mayans, tatarabuelo de Carlos. Con una cifra de unos 1500 habitantes se planteó qué negocio emprender. Dio en usar su llaut para viajar hasta Barcelona, aprovisionarse de enseres y venderlos en la pequeña isla: aguja de coser, hilo, dedales, latas de conserva... Pero era demasiado arriesgado y poco rentable. Su padre era un estudioso de las plantas y él heredó esa pasión, a medio camino entre médico y druida sin título: “Me duele la tripita. ¿Qué podemos hacer? Pues mira, te coges cuatro hojas de hierbaluisa, una pizquita de tomillo, la infusionas 8 minutos, la pones en frío, cucharada de azúcar y te lo tomas antes de comer”, explica Carlos Marí Mayans. “En uno de esos viajes le salió un trabajo importante en una de las mejores destilerías de Europa, que estaba en Barcelona. Y aprendió los usos del alcohol: maceraciones en frío, en caliente, destilaciones, infusiones, ebulliciones… “Cinco meses después regresó a Formentera y comenzó a preparar remedios medicinales con pequeño porcentaje de alcohol y alto porcentaje de azúcar. Después se le ocurrió luego bajar azúcar, subir grados y poco a poco hemos ido jugando con esta fórmula hasta llegar a un estándar”. En 1880 nace oficial y fiscalmente la firma Marí Mayans, que lleva más de un siglo siguiendo y mejorando un procedimiento artesanal que nació en Formentera.

Alambique de cobre con capacidad para 1.400 litros.

El tradicional espirituoso 'Hierbas ibicencas', estrella de la casa y cuya composición inciial nació en Formentera hace casi 150 años.
El proceso de elaboración de sus licores –producen también varios tipos de ginebra–sigue las estrictas normas a las que obliga la Unión Europea para una IGP y consta de cinco fases. La primera es la maceración: la planta descansa con el alcohol de origen agrícola (siempre en cantidades exactas) alrededor de un mes. La baya de enebro se somete a dos procesos, la maceración y un proceso de picado para extraer todo el aceite esencial. Después se destila y en función de si se usará como base para hierbas ibicencas se emplea alcohol de remolacha y si es para ginebra, de cereales. Emplean una máquina de tratamiento de aguas para purificarla y evitar el regusto salado de productos de otras marcas. Todo ha de ser perfecto.
Todo ha de ser perfecto
Emplean una máquina de tratamiento de aguas para purificarla y evitar el regusto salado de productos de otras marcas

Selección de plantas y esencias.
La segunda es la destilación: Marí Mayans usa un alambique de cobre con capacidad para 1.400 litros y siguiendo el sistema tradicional. Luego se añade anís estrellado y matalauva para elaborar la base anisada de las hierbas. Solo se puede destilar una o dos veces por semana dado lo farragoso de enfriar el alambique, desmontar, limpiar a mano… “Para cada destilación debes informar a la Agencia Tributaria de Mallorca, con 24 horas de antelación, diciéndole lo que vas a meter y lo que crees que vas a obtener. Y viene la Guardia Civil, una vez por semana para comprobar los resultados”. La tercera y cuarta fase son infusiones y ebulliciones sin alcohol ni azúcares. En último y quinto lugar, el almíbar natural de azúcar: “Usamos alrededor de 80 toneladas de azúcar de caña. Se mezcla después con agua fría en un circuito, el soplete calienta el agua, a los 88º se pasteuriza el azúcar y al final de todo, se filtra el producto con una máquina que dispone de 24 filtros de carbón activo. Finalmente, se enfría en depósitos de acero inoxidable”.