Qué y cuándo comer en verano: frutas y verduras de temporada

Nutrición

Desde las cerezas hasta las zanahorias, descubre los alimentos nutritivos que la naturaleza nos ofrece durante los meses más calurosos

¿Es cierto que la cena debe ser la comida menos abundante del día?

Frutas de verano

Frutas de verano

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En los estantes del supermercado siempre hay de todo. Fresas en diciembre, aguacates en cualquier mes, tomates que parecen eternos. La abundancia es tal que a veces cuesta recordar que, en realidad, los alimentos también tienen su tiempo. Pero cuando llega el verano, el cuerpo pide alimentos frescos y ligeros. Y es justo entonces cuando la naturaleza nos ofrece lo que más necesitamos.

Según el calendario de frutas y verduras de temporada de Greenpeace, en junio, encontramos albaricoques, cerezas, ciruelas, fresas, melocotones, nectarinas, paraguayos, plátanos y sandías. En las cestas también empiezan a aparecer verduras que invitan a platos más rápidos y sabrosos: calabacines, pepinos, judías verdes, cebollas, zanahorias, remolachas… y no falta el ajo seco. Con julio llegan nuevos protagonistas: arándanos, frambuesas, melones y peras se suman a la lista de frutas, mientras las verduras ganan en intensidad con berenjenas, tomates, pimientos, maíz y hojas de albahaca. Y en agosto, cuando el verano está en su pico, aparecen frutas de sabor potente como el higo o la maracuyá y verduras versátiles como la lechuga y la remolacha.

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Como explica Aitor Sánchez, dietista nutricionista de Centro Aleris, al crecer durante más tiempo en su entorno natural, estos productos logran acumular más nutrientes, además de compuestos bioactivos y fitoquímicos, que tienen efectos antioxidantes y antiagregantes que previenen enfermedades no transmisibles. Los estudios del Journal of Food Composition and Analysis muestran que los productos cosechados en su punto óptimo tienen concentraciones más altas de vitamina C y otros nutrientes clave. En cambio, los alimentos fuera de temporada, que suelen madurar en cámaras y se recolectan antes de tiempo, pierden parte de ese valor nutricional.

Además de ser más nutritivos, los productos de temporada tienen un menor impacto ambiental, porque no requieren invernaderos calefaccionados o transporte aéreo. Un estudio de Food Climate Research Network indica que las frutas y verduras locales y estacionales pueden reducir las emisiones asociadas al transporte en hasta un 50%. Y como llegan en abundancia al mercado, su precio suele ser más accesible.

Carotenos, los nutrientes que cuidan tu piel

Melocotones, zanahorias y tomates contienen carotenos, esenciales para la salud de la piel en los meses de más sol

El nutricionista Aitor Sánchez nos recuerda que no hay grandes diferencias entre frutas y verduras de temporada a nivel nutricional –todas son ricas en agua, fibra, azúcares naturales y minerales– pero sí hay algunas que pueden darnos más ventajas: las que son fuente de carotenos (precursoras de vitamina A), como los tomates, melocotones, albaricoques, melones anaranjados o zanahorias. Estos compuestos ayudan a proteger la piel del sol y favorecen la salud dérmica.

Tan importante como incluir frutas y verduras en la dieta es saber en qué cantidad hacerlo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) insiste en cinco porciones diarias, donde una porción equivale a una fruta de tamaño medio como una pera o una naranja o un puñado de uvas.

Para que no pierdan sus propiedades, lo ideal es guardarlas en la nevera, sobre todo si ya están cortadas. Y si ves que alguna está a punto de estropearse, hay un truco que nunca falla: al congelador. Más adelante puedes usarla para preparar un batido o un helado casero. Así, además de evitar el desperdicio, aprovechas al máximo sus beneficios.

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