Tras la buena acogida de su primer libro, Comer sin pedir permiso (Rosamerón), que se publicó hace poco menos de un año, el periodista de La Vanguardia, Albert Molins Renter (Barcelona, 1969), acaba de llevar a las librerías su segundo ensayo, Esmorzar de forquilla (Cossetània).
En él repasa los orígenes de esos desayunos pausados que requieren de tenedor y muchas veces también de cuchara, cuchillo y una servilleta de las grandes. Desayunos que él reivindica como la comida que defiende mejor una tradición culinaria que hoy convive con otras importadas.
Este periodista a quien la cocinera y escritora Maria Nicolau describía respecto a su obra anterior como “el gastrónomo del siglo XXI atravesando la jungla de los dilemas culinarios con su machete en la derecha y un cuchillo entre los dientes”, decidió en septiembre de 2020, en plena pandemia, crear un mapa al que se podía acceder a través de una web (esmorzarsdeforquilla.net) y en el que los aficionados iban incluyendo sus lugares favoritos para los desayunos más suculentos.
El afán de modernidad, o por hacer creer al mundo que somos modernos, nos ha llevado a invisibilizar aquello que es propio
En cuatro años, cuenta Molins, alcanzaron cuatro millones de visualizaciones. En agosto de 2024 los impulsores de la aplicación EsmorzApp, buenos esmorzadors que habían empezado a recopilar sus lugares favoritos, le propusieron introducir las más de mil recomendaciones que incluía su mapa. Desde entonces, la aplicación acumula 63.500 descargas y la utilizan de forma habitual más de 10.000 personas cada mes.
Esmorzars de forquilla no es una guía de casas de comidas indispensables para los aficionados. Pero estos pueden anotar que entre las páginas 99 y la 118 encontrarán un repaso de establecimientos que Albert Molins califica de templos del esmorzar de forquilla y que sitúa en Barcelona ciudad y en todas las provincias catalanas. Además, incluye un apartado exclusivo para esos rincones de algunos mercados donde es casi obligado a parar, sentarse y hacerse con un tenedor.

‘Esmorzar de forquilla’, el nuevo libro del periodista y gastrónomo, Albert Molins
El autor advierte, eso sí, que el consenso entre los que merecen el apelativo de templos y aquellos que no, es difícil de obtener. Y señala que él mismo ha sido espectador de “auténticas trifulcas entre esmorzadors por si el capipota de aquel sitio era mejor o no que el de aquel otro, o para ver cuál de los dos bares del mismo pueblo es mejor que el otro”. Cada esmorzador, argumenta, tiene sus sitios de cabecera y aquellos por los que sabe que merece la pena viajar, por lejos que se encuentren.
En la primera parte del libro, Molins hace un particular repaso histórico de la cocina catalana partiendo de un prólogo en el que anticipa su visión sobre cómo nos ven y cómo nos vemos: “Nuestra cocina tradicional no suscita el interés de otras cocinas, no solo del mundo, sino también de otros lugares del Estado español, ni entre los mismos catalanes”.
Y sostiene que el interés —según él, repentino— por los esmorzars de forquilla es una oportunidad que habría que aprovechar. Cree Molins que “la cocina catalana no interesa ni a los catalanes”. Y sostiene que “el afán de modernidad, o por hacer creer al mundo que somos modernos, nos ha llevado a invisibilizar aquello que es propio y a relegarlo, como mucho, a una cuestión de consumo interno”.

Los ‘peus de porc’ son un habitual de ‘esmorzar de forquilla’
Los orígenes del esmorzar de forquilla, la importancia de las fondas o aspectos concretos como la hora más adecuada para disfrutar de ese placer o lo que se recomienda beber durante el desayuno (sin olvidar a quienes no consumen alcohol) o los precios entre los que debería oscilar la oferta, son parte de un relato en el que también aborda, por ejemplo, el sesgo de género en un espacio masculinizado como el del esmorzar de forquilla o la relación entre esta tradición catalana y el esmorzaret valencià o el berenar de las islas Baleares.
Si hay quien no perdonaría que el autor no hubiese incluido recomendaciones (tendrán que leerlo para conocerlas), también habrá quien lo primero que busque sean las recetas más estrechamente vinculadas a la comida que nos ocupa. Las encontrarán a partir de la página 123 con una interesante introducción a las costumbres en las diferentes comarcas y a lo que sí y lo que no formaría parte de esta práctica. Aunque Molins advierte también de que “hay tantas maneras de desayunar como personas, y por qué no una escudella i carn d’olla, unos fideos a la cazuela o “un pollastre rostit, d’aquells de Festa Major”, o un arroz de montaña. Pero hay que reconocer que no es lo más habitual”.
Encontrarán, entre muchas otras, las recetas del fricandó, las albóndigas con sepia y guisantes, la liebre en civet, las perdices con farcellets de col, el bacalao a la llauna, las sardinas en escabeche o los peus de porc amb llanegues.