Mestres se ha maridado con la alta restauración para celebrar los 100 años transcurridos desde que en 1925 cosecharon sus primeras uvas destinadas a elaborar vinos espumosos. Estos vinos burbujeantes se estrenaron en el mercado tres años después. Las cavas del corazón neurálgico de Sant Sadurní d’Anoia han escogido Esperit Roca de Sant Julià de Ramis para armonizar sus espumosos con platos creados especialmente para la ocasión por destacados chefs. Los maridajes han ido a cargo de sus sumilleres. Todos los cavas han sido de añadas históricas. Incluso se ha servido un Clos Damiana de 1987 en formato de litro y medio. Han sido joyas enológicas representantes de cuatro generaciones de la familia propietaria de Mestres servidas en un encuentro enogastronómico único e irrepetible.
No han faltado a la cita los hermanos Joan, Josep y Jordi Roca de El Celler de Can Roca de Girona, Paolo Casagrande y Joan Carles Ibáñez de Lasarte de Barcelona, Elena Arzak y Shua Ibáñez de Arzak de San Sebastián, Cristóbal Muñoz y Fernando Moret de Ambivium de Peñafiel, Carlos Casillas de Barro de Ávila, Albert Adrià y Frederic Oliva de Enigma de Barcelona, Hideki Matsuhisa y Roberto Vicente del también barcelonés Koy Shunka, Javier Vergara y Kristell Monot de Mugaritz de Errenteria y Gastón Acurio del restaurante Astrid& Gastón de Lima.

El equipo de las cavas Mestres en la sala de barricas
Un emocionado David Aura, responsable de exportación y representante de la 30ª generación de la familia propietaria de Mestres, ha destacado durante la celebración que “el regalo del tiempo nos da textura, aroma y sabor, que son parte intrínseca de Mestres”. Y también ha afirmado que para Mestres “el vino es cultura, territorio y gastronomía”. Y tuvo palabras de agradecimiento a su abuela Elena Mestres Sagués, que ha asistido al centenario y de quien David Aura ha dicho que “nos ha dado la fuerza tranquila”.
Por su parte, el sumiller y jefe de sala de El Celler de Can Roca, Josep Roca, ha querido destacar la figura de Antonio Mestres Sagués, que recuerda como “un visionario y un genio algo loco”. Para Josep Roca, el centenario de Mestres como elaboradores de vinos efervescentes supone “100 años de historia dorada del mundo de los espumosos”.

Una rima de botellas de estas históricas cavas familiares
La apuesta de Mestres por la alta gastronomía en la celebración de su centenario no ha sido ni improvisada ni baladí. De hecho, el sector de la restauración y la hotelería ya supone el 80% de sus ventas. Su sueño de estar presentes en las mejores mesas del mundo poco a poco se va haciendo realidad. El arte, la gastronomía y el acento en el paso del tiempo y la complejidad de las largas crianzas de sus burbujas gastronómicas (DO Cava) han marcado la conmemoración.
Como broche de oro para esta fiesta del centenario, Mestres ha presentado una pieza única: una cubitera-escultura firmada por el prestigioso escultor Xavier Medina Campeny, autor de las esculturas que coronan las torres de los Evangelistas de la Sagrada Familia. Esta obra, concebida como un tributo al paso del tiempo y a la efervescencia de la vida, “simboliza la unión entre la artesanía, la paciencia y la creatividad que define la esencia de la bodega”.
Para Joan Aura, el propietario-gerente de Mestres, celebrar el centenario supone un reto hecho realidad. Recuerda que “pocas cosas en la vida llegan a 100 años”, y añade que están muy orgullosos de ello. A la vez, remarca que “hemos sabido tener paciencia”. No olvida que “no habríamos llegado hasta aquí sin unos equipos humanos que cada día me ponen el listón más alto”. Joan Aura, que asegura que quiere dar un paso al lado, también explica que siempre han entendido los vinos espumosos como un vino, poniendo el acento en la textura y en la complejidad que les da el paso del tiempo. A la vez, no tiene dudas de que la burbuja de calidad es, al 100%, el vino “más versátil” gastronómicamente hablando. Entiende que “la grandeza” de la burbuja reside en su “polivalencia” a la hora de maridar “con todos los platos de todas las cocinas del mundo”. Su hijo David destaca la voluntad de seguir creciendo “sin perder nuestra identidad”.
Por su parte, el director comercial, Jaume Vial, pone en valor que “Mestres quiere seguir liderando el camino de la burbuja más gastronómica”, y que “es nuestro objetivo preservar nuestro legado y profundizar en el carácter de la marca manteniendo el espíritu pionero”. Vial también señala que “Mestres es artesanía, es tiempo, es gastronomía, es vino con burbujas, es pasión convertida en oficio y es transformar lo cotidiano en extraordinario”.

La fachada de estas cavas de la plaza del Ajuntament de Sant Sadurní d'Anoia
100 años de burbujas
30 generaciones de una misma familia
La tradición vitivinícola de la familia Mestres se remonta a 1312, cuando se establecieron en lo que hoy es la plaza del Ajuntament de Sant Sadurní d'Anoia, marcando el inicio de una saga familiar con 30 generaciones “dedicadas en cuerpo y alma” al vino. Aunque la familia ya era propietaria de viñedos y comerciaba con cereales y vinos, no fue hasta 1861 que Rosa Mas i Rovira, viuda de Antoni Mestres Mir, inauguró la bodega y empezó a embotellar vino bajo el apellido de la familia. En 1607 se produce un punto de inflexión con el surgimiento de la finca Mas Coquet, “un lugar emblemático que sería testigo del florecimiento de la tradición vinícola de los Mestres”.
Sin embargo, el verdadero punto de partida de las cavas Mestres se sitúa en 1925, cuando Josep Mestres Manobens realizó la primera vendimia destinada a la elaboración de vinos espumosos, “sentando las bases de lo que con el tiempo se convertiría en una de las bodegas más prestigiosas en la creación de estos vinos efervescentes elaborados siguiendo el método tradicional”. En 1928 estrenaron en el mercado sus primeras botellas de vino espumoso. Desde entonces, la familia Mestres se ha especializado en la creación de espumosos de larga y muy larga crianza desafiando el paso del tiempo.
Con el lanzamiento del Visol y su registro como Brut Nature en 1948, Mestres revolucionó el momento de consumo de los espumosos. Se le bautizó como Visol remarcando, en catalán, que sólo se elabora con vino, sin adición de licor de expedición. En la década de los años 50 del siglo pasado, la bodega dio un giro cualitativo significativo con las largas crianzas de la mano de Antonio Mestres Sagués. Lo hizo con el Clos Damiana y el Mas Via. Antonio Mestres, fallecido en febrero de 2019, fue una figura capital en el devenir y en el carácter de la marca. Con una pasión por la gastronomía y el vino sin límites, innovó e impregnó los vinos futuros de Mestres. Fue, en 1979, uno de los 14 fundadores (Gran Consell) y vicepresidente de la Confraria del Cava Sant Sadurní, desde donde promovió cenas gastronómicas e impulsó la cocina del cava e incluso el vinagre de cava.
En 1960 obtuvieron el sello “elaborado en cava” del Ministerio de Agricultura. La entrada en el capital de la familia Aura-Mestres en 1997, evitando la subasta de todas las propiedades y marcas tras hacerse cargo de todas las deudas, significó la salvaguarda de la propiedad. Joan Aura se alojó en un hotel de Barcelona con Antonio Mestres la noche antes del día fijado para la subasta, y decidieron bajar de sus habitaciones por la escalera y no por el ascensor para evitar cualquier contratiempo que les impidiera llegar a tiempo a la cita para evitar que Mestres cambiara de manos.
Elaboran en torno a las 150.000 botellas anuales priorizando las largas crianzas, de las que exportan un 18% del total a 22 países de todo el mundo. Su objetivo es alcanzar unas ventas internacionales del 25% en los próximos cinco años e incorporar pequeños viñedos a su patrimonio vitícola. Pretenden que ello les permita ganar “una mayor diferenciación”. Su catálogo incluye desde un mínimo de 4 años de crianza y hasta los 19 años, mientras que su exclusiva Cavateca parte de un mínimo de 20 años de crianza en botella.