El café torrefacto es un tipo de café muy popular en España que se caracteriza por su proceso de tostado con azúcar añadido. Este método, que consiste en caramelizar los granos de café durante la torrefacción –el proceso de tostar los granos de café crudo a altas temperaturas–, le da un sabor más intenso y amargo, así como un color más oscuro y brillante.
El café torrefacto tiene sus raíces en España a mediados del siglo XX, cuando se popularizó como una forma de conservar los granos durante más tiempo y enmascarar sabores de cafés de menor calidad. Durante décadas se convirtió en un referente del café en muchos hogares y cafeterías españolas, aunque su consumo ha ido disminuyendo frente a cafés más naturales y suaves.
El principal riesgo del café torrefacto proviene del azúcar quemado que se añade durante la tostación. Este azúcar, al calentarse a altas temperaturas, puede generar compuestos potencialmente dañinos para la salud, como la acrilamida, un agente químico que ha sido relacionado con problemas de salud si se consume en exceso. Además, el café torrefacto suele tener un sabor más amargo y puede resultar más agresivo para el estómago. Identificarlo es sencillo si se observa su color y sabor.
Cómo darse cuenta si es torrefacto
- Color muy oscuro y brillante, casi negro
- Sabor amargo y fuerte, con notas de caramelizado
- Posible presencia de un ligero residuo pegajoso de azúcar en los granos o en la molienda

Café
Aunque en España y varios países de Latinoamérica su consumo es legal, en algunas regulaciones de alimentos en Europa se advierte sobre los límites de acrilamida en productos de café, y ciertos cafés torrefactos comerciales podrían superar esos límites. No existe una prohibición total general, pero su producción y etiquetado están sujetos a controles para garantizar que el contenido de compuestos peligrosos no exceda lo permitido.