Paco y Toni de la Rosa Torelló, representantes de la 22ª generación de la familia propietaria de Torelló Viticultors, no esconden la gran emoción que les genera celebrar el 75 aniversario de su primera cosecha destinada a la elaboración de vinos espumosos. También festejan el 630 aniversario desde que se dedican a la viticultura. Ayer martes lo conmemoraron en el restaurante El Passadís del Pep de Barcelona. El pasado 17 de junio se cumplieron, exactamente, 630 años del primer documento que da fe de esta familia de viticultores arraigada al Penedès y a su historia.
El único pero es no poder haberlo celebrado con su padre, el economista mallorquín Lluís de la Rosa Alemany, fallecido el pasado 12 de marzo a los 88 años. En septiembre, tras la vendimia número 75 para la elaboración de sus espumosos, compartirán estos aniversarios con amigos bodegueros de toda España.

El corpinnat conmemorativo del 75 aniversario de la primera cosecha en Torelló destinada a la elaboración de espumosos
Para la conmemoración, Torelló ha reservado una edición especial de su Brut Reserva. Eso sí, es un producto que no tendrá continuidad y que tiene una notable crianza extra de 75 meses en rima. Habitualmente se comercializa con una crianza de 24 meses. Es una edición retro única e irrepetible elaborada con las tres variedades blancas tradicionales del Penedès: macabeo, xarel·lo y parellada de cepas de la finca propia de Can Martí (Gelida). “75 meses de crianza para celebrar 75 años”, remarca Paco de la Rosa Torelló. Este corpinnat se vende a 48 euros.
Se ilustra con una reproducción de la etiqueta original, firmada de puño y letra por parte de Francesc Torelló Casanovas, el abuelo materno de Paco y Toni de la Rosa Torelló. Ambos hermanos dirigen hoy una bodega que sigue en manos de una misma familia y que preside su madre Ernestina.
El espumoso ecológico con el que celebran su doble aniversario es de color amarillo pajizo, con un buen desprendimiento de diminutas burbujas que forman, inicialmente, una perfecta corona. La fruta blanca, como la manzana, se funde con notas que recuerdan a los frutos secos, como las almendras. Esa transición entre lo fresco y lo seco no es nada abrupta. El azúcar lo redondea. No aparenta tan largo envejecimiento. Con un buen balance entre un cuerpo medio y una acidez no muy marcada. Destaca por su amabilidad y por una puntita salina final. Se han elaborado 1.500 botellas de tres cuartos de litro y 200 de litro y medio que no se han puesto a la venda.

Presentación del nuevo espumoso de Torelló ayer en El Passadís del Pep de Barcelona
Fue la 20ª generación de la familia propietaria, representada por Josefa Llopart y Francesc Torelló, quienes empezaron a elaborar espumosos en 1951. Francesc Torelló llegó a elaborar espumosos para una treintena de bodegas. Los Torelló recuerdan que entonces pocas eran las bodegas que elaboraban vinos efervescentes, que por aquellos años llamaban “xampany” o bien “vino criado en cava”.
Torelló se integró en la DO Cava durante la década de los años 80 del siglo pasado. En 2019 decidieron abandonar esta DO para sumarse a la marca colectiva de espumosos del Penedès Corpinnat.
Es un orgullo tener presente la historia que une la tradición agrícola con la modernidad industrial y con el compromiso de continuar haciendo bien nuestro trabajo
Paco de la Rosa Torelló se incorporó a la bodega el mismo día que se casó con Nieves. Nació en 1964 (su madre lo llevó en la panza en las clases de segundo en la Facultad de Derecho de Barcelona). Y compaginó los estudios de Económicas con los de Enología en Falset. Durante cinco años fue el joven director de la Cooperativa de L’Arboç. Tenía 24 años y mandaba a trabajadores que le doblaban la edad.
Ya lleva 33 años trabajando para Torelló, que define como “casa”. Dice que “nadie puede explicar mejor que yo qué es Torelló ya que piso su tierra, hago el vino y finalmente salgo a venderlo”.

Vista aérea de la bodega y masía de Can Martí de Baix de Gelida
Paco comparte la dirección con su hermano Toni, licenciado en Derecho como su madre. Nacido el mes de septiembre de 1969, Toni se incorporó a Torelló en 1994, hace 31 años. Se ocupa de dirigir la empresa, el enoturismo, el marketing y la comunicación; y también sale a vender. Y fue durante cinco años presidente de la Confraria del Cava Sant Sadurní, una etapa de la que guarda aún un grato recuerdo. Eso sí, señala que “Corpinnat es lo mejor que ha pasado en Catalunya en los últimos 20 años en cuanto a los vinos de prestigio”. E incluso asegura que “la bodega de espumosos que no está en Corpinnat es porque no puede, no porque no quiera”.
Toni dice sentirse como “un soldado” de la familia. Paco le reconoce la virtud de que “es mucho más ordenado que yo”. Pero sobre todo pone en valor la unión con su hermano, pese a reconocer que “somos totalmente diferentes”.

En Torelló venden unas 300.000 botellas anuales de sus espumosos Corpinnat
Ambos hermanos, el yin y el yang, continúan acompañados por la presidenta de las cavas, su madre Ernestina Torelló Llopart, quien a sus 82 años sigue explicado que “es un orgullo para mi familia y para mí tener presente la historia que une la tradición agrícola con la modernidad industrial y con el compromiso de continuar haciendo bien nuestro trabajo, honrando así a su memoria”. Ernestina, una gran cocinera como fue su madre, asegura que estos 75 años son “la culminación de un éxito”.
Se muestra muy satisfecha de haber conseguido preservar e intentar mejorar el patrimonio de la familia recibido de sus antepasados para traspasarlo a la nueva generación, un menester que se ha tomado como “una obligación”. Como Henri Beyle (Stendhal), considera que “un hijo es un acreedor dado por la naturaleza”. Y también, como Hodding Carter, no tiene dudas de que “sólo dos legados duraderos podemos dejar a nuestros hijos: uno, raíces; otro, alas”.
Ayer Ernestina Torelló quiso poner de relieve que su padre supo darse cuenta de los cambios en el sector, e impulsó la industrialización de la actividad. También en el acto de celebración en El Passadís del Pep se anunció que Torelló ha recopilado documentos y fotografías que repasan sus 630 años de trayectoria. Este material histórico se muestra a quienes visitan su bodega de Gelida.
Larga trayectoria
Una historia arraigada en el Penedès desde el 17 de junio de 1395
El documento más antiguo que poseen sobre la historia de la familia está fechado el día 17 de junio de 1395, y refiere que el Señor de Gelida estableció una enfiteusis (censo) sobre el Mas de la Torrevella, la actual ubicación de la finca Can Martí y de sus masías: Can Martí de Baix y Can Martí de Dalt. Lo hizo a favor de su antepasado directo Jaume Miquel, “con todas sus casas, edificios, campos, viñas, tierras, bosques, huertos, honores y otras posesiones, aguas, acueductos, entradas y salidas y todos sus derechos y pertenencias que son del Mas o le pertenecerán en el futuro, sean cuales fueren”. 50 libras barceloneses es el precio que pagó hace 630 años, en la Edad Media, la primera generación de la familia Torelló por las masías, viñas y bosques de la Finca Can Martí de Gelida, que les pertenecen des de entonces.
A lo largo de los siglos el apellido familiar fue cambiando como consecuencia de los sucesivos matrimonios, hasta el actual, Torelló, que corresponde a la 21ª y a la 22ª generación, que conserva la propiedad, haciendo honor al mandato de su antepasado, que obligaba a que “Vos y vuestros sucesores seáis hombres propios y solos, naturales, míos y de los míos, y que hagáis del Mas vuestro hogar, estancia y residencia”.
La historia más reciente de Torelló enlaza con el bisabuelo de Ernestina, Marc Mir, del que en 2004 se cumplió el centenario de su fallecimiento. Su “generosidad” permitió la replantación de viñedos en el Penedès tras la devastadora plaga de la filoxera, que arruinó la región a finales del siglo XIX, y por cuyo motivo vio reconocidos sus méritos en Sant Sadurní d’Anoia con un monumento en la plaza del Ajuntament y una calle que perpetúa su memoria. A partir de 1951, el padre de Ernestina, Francisco Torelló, anticipándose al cambio económico del país, orientó la trayectoria agraria tradicional de la familia hacia la industrialización vitivinícola. Inició así la elaboración de espumoso y vino embotellado, con la uva de las viñas de la finca Can Martí.

Uno de los viñedos de Torelló, donde suman 135 hectáreas
Actualmente venden unas 300.000 botellas anuales de sus espumosos Corpinnat, y en torno a las 130.000 botellas de vinos tranquilos amparados por la DO Penedès. Exportan a 28 países de cuatro continentes. Sus ventas en los mercados internacionales suponen un 17% de su producción. Sus tres principales mercados de exportación en 2024 fueron Rusia, Países Bajos y Andorra.
Poseen 135 hectáreas en la Finca Can Martí, todas de forma compacta alrededor de dos masías. Suman 80 hectáreas trabajadas en ecológico, de 11 variedades. Cosechan manualmente.