¿Qué beben los que saben beber? Manual de vinos para impresionar y educar el paladar (y por menos de 20 euros)

Vinos

Actualmente, el descorche de una botella puede significar muchas cosas que van más allá del beber un fermentado de uva; para mí, y para cualquier persona civilizada, el mundo se divide entre los que beben por beber y los que beben de manera consciente

¿Qué vinos beben los que saben de vinos?

¿Qué vinos beben los que saben de vinos?

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Emulando a Prometeo debuto en La Vanguardia en una misión que me voy a tomar, dentro de un orden, muy en serio: haceros beber como los que beben. Y es que para mí, y para cualquier persona civilizada, el mundo, el interesante, se divide entre los que beben por beber y los que beben de manera consciente.

En el primer grupo se integran aquellos, a priori, seres humanos que consumen alcohol dentro de un ritual social. Quedan en fin de semana, empiezan con el vermut, pasan a la caña, luego al vino y después a los “pelotis” (es que, en Madrid, que es de donde soy, al combinado poco elaborado se le llama así). Encima existe una versión aún peor de todo este trance llamado afterwork.

El caso es que solo prestan atención al vino cuando va a vertebrar una celebración (aniversario, despido de jefe cabrón, premio de lotería o apertura de caudal hereditario). Aquí sí se ponen exigentes buscando una referencia de cierto precio y reconocido prestigio. Eso es beber por beber y así es como la mayoría del planeta accede al vino.

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Bien, pues ese mundo no me interesa. Yo aquí vengo a mostraros como bebemos los que nos tomamos el vino como una vía de disfrute en sí, que además vehiculiza de diferentes maneras nuestro pensamiento, ideología, intelectualidad o hasta conciencia medioambiental.

Sí, actualmente el descorche de una botella puede significar muchas cosas que van más allá del beber un fermentado de uva. Al igual que hay un trasfondo entre escuchar Radio 3 o Cadena Dial, ver la última de Lanthimos o la de Marvel o leer a Silvia Plath o a un Pérez-Reverte de la vida. Todo esto lo tenemos más que aceptado en esas disciplinas culturales, no veo la razón de que el consumo de vino vaya a ser diferente.

Actualmente, el descorche de una botella puede significar muchas cosas que van más allá del beber un fermentado de uva

Este consumo espectacular, actualmente, es el único del sector que está en claro ascenso. Los iniciados somos muy pocos, pero cada día somos más porque una vez que decides que esto del vino te puede interesar, y siendo el acceso a la información muchas veces gratuito, el personal investiga y acaba llegando a como beben los que beben.

Y es que, aunque luego a posteriori tenga truco, beber mal y beber bien cuesta lo mismo, por eso nuestros adeptos se incrementan y va cayendo el consumo masivo tanto de vino como de cualquier otra bebida alcohólica. Empieza a perder gracia al beber por beber.

Además, dejando cuestiones sociológicas a un lado, estos nuevos modelos de consumo están impactando en el vino a tal punto que cada vez se hacen más del gusto de los que beben de manera consciente. Total, el que bebe por beber ya, igualmente, va a beber lo que le pongan delante siempre que se ajuste a su presupuesto.

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A los iniciados, si algo les caracteriza, es que les gusta juntarse para compartir botellas y así poder probar más; no hace falta ni conocerse ni caerse bien, total, la mayor parte de la conversación va a ser sobre vinos. Es un mundo donde un fan de Morante y un animalista pueden convivir perfectamente, una Arcadia social de paz y sacacorchos.

La consecuencia de ese consumo frenético hace que no sirva cualquier estilo. Los más pesados, cálidos y concentrados salen perjudicados en detrimento de los más fluidos, frescos y ligeros. Estos últimos entran mejor, sientan mejor y, por tanto, son más amenos de beber.

Si, en una sesión, vas a abrir con tus amigotas cierto número de botellas, en el momento en que no sean minoría los estilos más contundentes, os vais a empalagar, saturar y, por tanto, perderéis el partido por abandono al dejar de ser divertido jugar. Con todo esto ya cristalino, paso a la teoría aplicada con tres referencias de estilos que consumimos de manera recurrente. Ahí va un tridente de lo más festivo (y complejo).

Vino

Los nuevos modelos de consumo están impactando en el vino. 

YULIYATABA

Albamar 2024, DO Rías Baixas (16,10 euros)

Albamar, a través de su capitán Xurxo Alba, una de las mejores personas vivas, abandera la línea afilada de la Albariño. En Rías Baixas conviven dos estilos, el aromático y el afilado. Los primeros son más densos, frutales, presentan más volumen y concentración, bien hechos son muy placenteros, pero hay que manejarlos con cuidado, y en las dosis adecuadas, para no acabar abrumados.

Albamar enarbola la otra escuela, la del cuchillo, austeridad y salinidad. Realmente, abordar un Albamar es un proceso iniciático, ya que no sabes muy bien a que sabe al destacarse aspectos más relacionados con su textura que con su sabor. La acidez y la sapidez se perciben claramente, ¿Pero a qué sabe esto? Y como no lo sabes, pues vuelves a echarte en la copa, así hasta que se acaba y, alerta spoiler, lo normal es que te hayas quedado con la duda. Tranquila, es cuestión de abrir más botellas de este estilo para entender el género.

Cava Guilera, Brut Nature, Reserva, DO Cava (17,17 euros)

Con los espumosos ocurre una situación parecida a la anterior, al final no dejan de ser vinos blancos con burbujas. La efervescencia despista a tal punto que a muchos les lleva a pensar que estos vinos no son, así, vino. Muy curioso. Pues sí que lo son y este Cava de la gente de Guilera participa de toda una nueva ola de espumosos frescos, muy secos, que fresquitos en su justa medida reviven a un muerto y alegran el espíritu. Su tenue bollería junto a su final cítrico resulta de lo más adictiva.

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Viña Zorzal, Graciano 2022, DO Navarra (8,40 euros)

Y cierro con un tinto de una de las mejores bodegas del mundo relación calidad-precio. De hecho, en tinto sería esta (junto a Bodegas Ponce en Manchuela) y en blanco la portuguesa Quinta das Bágeiras.

Si bebes Viña Zorzal de manera consciente significa que empiezas a tener interés en este mundillo. Lo normal es darle a sus Garnachas, excelentes, pero, por no ser obvio ya desde el principio, os propongo su Graciano que además en esta 2022 anda en estado de gracia. Tinto muy fluido y mutante, ya que su sabor va incorporando matices según va pasando el tiempo. Una gozada.

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