Imagina un día de otoño. La mesa puesta sin pretensiones, el horno encendido y un grupo de amigos que llega sin horario fijo. En ese contexto, el Trus Crianza 2021, de Bodegas Trus, funciona como ese invitado perfecto que siempre tiene algo interesante que decir, pero que también sabe escuchar. Y es que su equilibrio entre fruta madura, especias suaves y toques de madera lo convierte en un tinto amable, que entra bien, elegante y versátil. Uno de esos vinos que mejoran lo que ya era un buen plan.
Lo cierto es que la mejor ocasión para abrirlo es cuando haya ganas de compartir. Se trata de un vino que marida de maravilla con carnes asadas o solomillo, pero también con una de esas opciones culinarias que siempre funcionan por su simbiosis entre facilidad de preparación y calidad garantizada: embutidos ibéricos, quesos curados o una tabla de charcutería generosa. Incluso es perfecto para disfrutar, por ejemplo, de un buen plato de cecina de Wagyu, elaborada con el tipo de ganado de origen japonés que está considerado como uno de los mejores del mundo.
Su origen explica mucho. Trus nace en la Ribera del Duero burgalesa, donde los viñedos se extienden entre colinas y suelos de arcilla, caliza y arena a más de 800 metros de altitud. El nombre mismo es una declaración de principios: es el acrónimo de Tierra, Roble, Uva y Sol, cuatro elementos que resumen su filosofía de respeto por el entorno, crianza paciente y autenticidad. ¿El resultado? Un vino con cuerpo, pero sin rigidez; con estructura, pero con frescura.
El plan perfecto para este vino
La botella: Trus Crianza 2022
La música: Chet Baker o Dire Straits (su canción Sultans of Swing no puede faltar)
El plato: Una tabla de cecina de Wagyu recién cortada
El ambiente: Velas, luz tenue y amigos
Su elaboración también tiene su parte de ritual. Tras una vendimia manual en viñas de entre 20 y 40 años, este vino —hecho 100% con variedad tempranillo— descansa 12 meses en barricas de roble francés y americano, y otros tantos afinándose en botella. Esa pausa le da profundidad y equilibrio: en nariz aparecen aromas a cereza negra, regaliz y vainilla; en boca, taninos finos, una acidez precisa y un final largo y redondo que invita a otra copa.
Además, este vino tiene el reconocimiento de la crítica especializada: el Trus Crianza 2021 obtuvo 93 puntos Peñín y ha recogido los elogios de Tim Atkin y James Suckling. Su mejor mérito, aun así, es más sencillo: se disfruta. Es la botella que apetece abrir un viernes sin motivo, el que convierte una cena corriente en una sobremesa que se alarga. Porque al final, los mejores vinos no son los que más dicen, sino los que mejor acompañan. Y el Trus Crianza 2021 lo hace con una naturalidad que solo tienen los que entienden de verdad el arte del buen beber.


