No es ningún secreto que la historia de la Ribera del Duero está marcada por viñedos legendarios que han sabido mantener su esencia a lo largo de los siglos. Y para entender la razón de ser de algunos, incluso, hay que echar la vista más de medio siglo atrás. Es el caso de la historia de Conde de San Cristóbal, un vino fresco, elegante y con alma cuyas uvas llegaron a abastecer a la mismísima realeza.
Para enmarcar sus inicios, hay que remontarse al siglo XVI, cuando las uvas del Pago de Valdemestrero ya eran reconocidas por su calidad y abastecían la corte del Rey Felipe II en Valladolid. Pero el legado histórico sobrevivió al paso del tiempo: a principios del siglo XX, la familia De la Mata adquirió el viñedo y erigió la conocida como Bodegas y Viñedos del Conde de San Cristóbal en un enclave único.
La bodega debe su nombre al título nobiliario del Conde de San Cristóbal, ostentado actualmente por Don Pelayo de la Mata, presidente del grupo Vinícola Marqués de Vargas. Pero la conexión con la historia y el linaje familiar sigue siendo un pilar fundamental en la identidad de la finca.
Un enclave único en la Ribera del Duero
Ubicada en Peñafiel, en pleno corazón de la llamada Milla de Oro de la Ribera del Duero, la bodega cuenta con 80 hectáreas de viñedo que se extienden entre los 750 y 900 metros de altitud. Dividida en 46 parcelas, y con nueve tipos de suelos distintos —donde predominan la arcilla y la caliza—, el Pago de Valdestremero es un auténtico mosaico vitivinícola que, desde 2024, cuenta con certificación ecológica, consolidando el compromiso de la casa con la sostenibilidad y el respeto al entorno.
Y es que su orografía privilegiada permite elaborar vinos con personalidad, distinguidos por su carácter frutal, su color y una longevidad extraordinaria. Además, fiel a la filosofía de los ‘châteaux’ de Burdeos, el grupo Marqués de Vargas trabaja exclusivamente con viñedos propios, buscando reflejar la identidad de cada terruño en sus vinos. En ese sentido, la uva con la que se elabora el vino procede al 100% de los viñedos ubicados en el Pago.
La bodega tiene un enclave único.
Conde de San Cristóbal 2022: profundidad y frescura
La añada 2022 de Conde de San Cristóbal, elaborada con 100% tinta fina, ha sido calificada como “muy buena” por el Consejo Regulador de la D.O. Ribera del Duero. Tras una crianza de entre 12 y 14 meses en barricas de roble francés, el vino presenta un color cereza intenso, un aroma profundo y complejo con base de fruta fresca y toques minerales, y una boca fresca, potente y equilibrada, con un final largo y expresivo.
Se trata de un vino versátil y elegante que marida tanto con carnes —como cordero asado, solomillo de ternera o pato confitado— como con propuestas más creativas, como atún rojo a la plancha, platos con trufa o incluso chocolate negro con frutos rojos. Y destaca por su intensidad cromática, su expresión, su frescura y acidez “muy equilibrada” y su gran capacidad de envejecimiento.
El prestigio de esta añada se refleja en las valoraciones de críticos y certámenes: 92 puntos en el “Ribera del Duero 2024 Special Report” de Tim Atkin y una medalla de oro en Mundus Vini 2025. Distinciones que consolidan a Conde de San Cristóbal como uno de los tintos de referencia de la Ribera del Duero actual.
Conde de San Cristóbal 2022.
Este es uno de los vinos elegidos este octubre por el Club de Vinos de La Vanguardia, donde cada mes se escoge una cuidada selección de 6 botellas de vino para descubrir y disfrutar de las mejores opciones a precios exclusivos. Una selección que, además, va acompañada de toda la información necesaria para conocer la historia de sus bodegas y sus orígenes.



