“Nunca antes, en más de 115 años, la propietaria de la bodega había sido una mujer”: el vino catalán que sedujo a los Premios Nobel

Vinos

Liderada por Merche Dalmau, Domini de la Cartoixa-Clos Galena celebra 25 años con el hito de ser la primera bodega catalana en servir un vino en la cena de los Premios Nobel, en 2017 en Estocolmo

Merche Dalmau, propietaria de la bodega Domini de la Cartoixa.

Merche Dalmau, propietaria de la bodega Domini de la Cartoixa. 

Maoz Eliakim

“El sueño de Clos Galena fue el de su fundador: mi marido, Miguel Pérez. Aunque desde la cena de los Nobel, yo también he vivido otro sueño”. Así resume Merche Dalmau su último cuarto de siglo. Es la gerente y propietaria de la bodega Domini de la Cartoixa, en el pequeño pueblo d’El Molar, en el Priorat. Dalmau es una mujer admirada y reconocida en el mundo del vino y de la gestión empresarial. Dos mundos en los que tuvo que emerger de la forma más triste: después de un fallecimiento.

Su marido Miguel Pérez Cerrada murió a los 54 años por culpa de un cáncer el 27 de abril de 2013. Su sueño era elaborar un gran vino en el Priorat. Había nacido en Zaragoza y se había doctorado en Farmacia, además de ser profesor universitario. Le apasionaban el cultivo de la vid y la pizarra, tan característica de la zona. Su pasión le llevó a regentar una farmacia en Reus, lo más cerca que pudo de sus ilusiones, y allí conoció a Merche, también farmacéutica. Se casaron y tuvieron tres hijas.

En 1994 compraron una finca que hacía siglos había pertenecido a los monjes cartujos. La bautizaron con el nombre de Domini de la Cartoixa. “Miguel tuvo muy claro desde el principio que quería un proyecto ecológico”, recuerda su esposa. También en esto fue pionero. Apostó por la protección del medio ambiente y también soñó un Priorat con responsabilidad social, donde preservar el entorno y mejorar la vida de sus gentes. Dejó mucho más que viñedos. Dejó dos semillas: ecología y responsabilidad social.

Lee también

En 2013, cuando Miguel falleció, su esposa aún no sabía que esas semillas florecerían mucho después: concretamente 4 años, 7 meses y 13 días más tarde. Fue la noche del 10 de diciembre de 2017, en la cena de los premios Nobel, en el fastuoso Salón Azul del Ayuntamiento de Estocolmo, ante más de 1.300 invitados con glamurosos looks, entre ellos algunos de los mayores intelectuales del mundo y los reyes de Suecia, con un menú expresamente pensado durante meses para la tan esperada ocasión.

Aunque todo esto no lo podía imaginar su viuda en 2013. Merche Dalmau había ayudado muchísimo a Miguel, tanto en la bodega como en la farmacia. Ella también había estudiado Farmacia y regentaba un establecimiento familiar en Reus. Al perder a su marido, tuvo que decidir entre vender la farmacia o vender la bodega. Y escogió quedarse con las dos. Optó por intentar hacer realidad el sueño de su marido.

Al perder a su marido, Merche tuvo que decidir entre vender la farmacia o vender la bodega, y escogió quedarse con las dos: optó por intentar hacer realidad el sueño de su marido

¿Cómo un vino ecológico del Priorat acaba en la cena de los Nobel? ¿Por qué precisamente con Formiga de Vellut, una referencia que la bodega define como su “puerta de entrada para que nuestros vinos pudieran llegar a más público”? ¿Y por qué en algo más de 100 años de historia de los Nobel, este es el primer vino servido en la cena que ha elaborado una bodega capitaneada por una mujer?

La historia de esta cena es increíble. Merche Dalmau fue consciente de todo ello al día siguiente, cuando la llamó su exportador para contarle por teléfono lo que parecía una historia de cuento de hadas.

Lee también

Sara Pérez, enóloga: “El Priorat no es la gallina de los huevos de oro, mucha gente pensó que hacer vino era coser y cantar, pero hay que trabajar muy duro”

Marla González
Sara Pérez, enóloga y viticultora.

La cena de los Nobel comparte pompa y tradición con los prestigiosos Premios, entregados por primera vez en 1901 a partir de la idea explosiva que dejó en su testamento Alfred Nobel, el inventor (sí) de la dinamita. A lo largo de más de 100 años, la cena de gala es una de las más protocolarias del globo y de las más misteriosas. Nadie sabe qué se va a degustar. De aquí que la elección del vino fuera más que discreta.

El chef principal, Tom Sjöstedt, del restaurante Lilla Ego de la capital sueca, uno de los cocineros estrella de Suecia, fue contratado por el Stadshusrestauranger, el restaurante que prepara las comidas de gala del Salón Azul de Estocolmo. El personal de cocina y sala firman un decreto de confidencialidad. Todo se cocina con total hermetismo.

A lo largo de más de 100 años, la cena de gala de estos premios es una de las más protocolarias del globo y de las más misteriosas, nadie sabe qué se va a degustar

El festín trae de cabeza al servicio de protocolo. En los banquetes se instalan más de 60 mesas, medio quilómetro de mantel, 7.000 piezas de porcelana, 10.000 cubiertos de plata y más de 5.000 copas donde servir, en cada edición, solo tres vinos. En 2017 fueron el Taittinger Brut Resérve (Champagne, Francia), para los postres el vino dulce Viña Errázuriz Late Harvest Sauvignon Blanc 2016 (Valle de Aconcagua, Chile) y para el plato principal Domini de la Cartoixa Formiga de vellut 2014 (DOCa Priorat).

El Formiga de vellut es un vino elaborado con garnacha (60%), cariñena y syrah, que cría ocho meses en botas nuevas de roble francés y americano. En la cena de los Nobel, acompañó un lomo de cordero crujiente, con tarrina de patatas a la crema de queso de la granja Svedjan, remolacha amarilla, apio-nabo horneado a la sal, ensalada de manzana y salsa de cordero especiada con romero.

Lee también

Al día siguiente las periodistas Karin Thurfjell y Frida Sundkvist del periódico Svenska Dagbladet, uno de los más importantes de Suecia, resumieron en su crónica: “Los vecinos de mesa opinan que el cordero era bueno, pero tal vez no el mejor que habían probado (…) El vino se califica de cristalino. Fantásticamente bueno. Es Domini de La Cartoixa Formiga de Vellut 2014. Ecológico. Así que esta mentalidad queda muy clara en la cena de los Nobel de este año”. Las reporteras hacían referencia a la temática anual de la velada: un homenaje al paisaje ártico, con el runrún del calentamiento global.

Hay dos imágenes para la posteridad, que recogieron los periódicos más importantes de Escandinavia. Una foto de la reina Silvia de Suecia catando el vino con los ojos cerrados al lado del profesor Carl-Hendik Heldin, presidente de la Fundación Nobel, que mira embelesado la copa. Y una estampa de la botella en manos de una camarera, con la princesa Victoria de Suecia, sonriente, vestida de gala, con una tiara real en la cabeza.

Mucha ilusión por estar en esta cena, en más de 115 años fuera la primera vez que la propietaria de la bodega era una mujer

Senior Editor

“La verdad es que fue una sorpresa, y mucha ilusión por estar en esta cena, donde había la excelencia de la Tierra; y por supuesto que en más de 115 años fuera la primera vez que la propietaria de la bodega era una mujer”, recuerda Merche Dalmau.

El mundo quedó deslumbrado. Les llovieron las peticiones. Ese año tuvieron que esforzarse para gestionar el stock para que los clientes de siempre no se quedaran con las manos vacías. Y ganaron fama sin renunciar nunca a la calidad y a las raíces. “Las hormigas llegaron más lejos de lo que esperábamos”. Es una frase que repite Cristina Pérez Dalmau, hija de Merche y Miguel, que ahora es la mano derecha de su madre en la bodega.

Y mientras todo el mundo vio brillar a una pequeña bodega del Priorat, revivida por una mujer, solo unos pocos entendieron que allí, justo allí, habían florecido las semillas que Merche había plantado con Miguel. 

Etiquetas
Mostrar comentarios
Cargando siguiente contenido...