Mendavia es un pequeño municipio de algo más de 3.500 habitantes situado en una terraza fluvial junto al río Ebro. Es el lugar en el que, desde el siglo XVI, se ubica lo que primero fue un castillo-fortaleza construido por el conde de Eguía y luego un bello monasterio perteneciente a los monjes benedictinos que, sabedores de las buenas cualidades de la tierra que les rodeaba, ya elaboraban vino hace más de 500 años.
A esa misma tradición quisieron honrar, en 1985, los fundadores de Barón de Ley, una bodega perteneciente a la DOCa Rioja que nació siguiendo el concepto de los châteaux franceses. Es decir, un tipo de cultivo vinícola en el que las uvas se cultivan, fermentan y envejecen bajo estricta supervisión en la misma propiedad, que se suele asociar a un castillo, una casa de campo o una bodega con un alto estándar de producción, implicando tradición y calidad controlada desde la vid hasta la botella.
Por eso, esta bodega está rodeada más de 600 hectáreas de viñedos propios con la apuesta de cultivar variedades autóctonas y que este viñedo sea su principal fuente de calidad. No en vano, Barón de Ley cuenta con diferentes fincas repartidas entre La Rioja Alta y Rioja Oriental, siendo así uno de los mayores viticultores de Rioja.
La importancia del viñedo propio
Estas son la Finca del Monasterio y la de Mendavia, las más cercanas, donde se cultivan las variedades tempranillo, graciano y maturana; la finca Los Almendros, el mayor viñedo en una única finca de la DOCa Rioja y a 46 metros sobre el nivel del mar, con tempranillo, graciano, maturana tinta, garnacha tinta y blanca y sauvignon blanc; las fincas Cenicero, en el municipio homónimo y con las viñas más antiguas de tempranillo y maturana, y las fincas Arenzana, con una influencia climática del Atlántico, en la que se cultiva tempranillo, viura y garnacha tinta. Esta diversidad en cada una de las fincas ofrece a los enólogos de Barón de Ley una valiosa posibilidad de experimentar e innovar con los diferentes suelos, climas y variedades para poder crear vinos notables.
Además, dentro del concepto singular de esta bodega, su equipo se encarga de controlar todo el proceso para poder asegurar de esta manera la máxima calidad de sus vinos. Toda la uva se vendimia a mano y, posteriormente, se realiza una selección, también manual, de la mayor parte, que hace que por la mesa de selección pasen anualmente cerca de dos millones de kilos de uva: un auténtico récord en Rioja.
La tradición de la mano de la innovación
Ya desde sus inicios esta bodega fue diseñada para la elaboración de Reservas y Grandes Reservas, y debido a su éxito, ha sido necesario llevar a cabo una serie de ampliaciones, imprescindibles en una bodega especializada en vinos de guarda. Entre las más destacadas está la sala de barricas, que presume de ser la segunda con mayor capacidad del mundo, llegando a alcanzar las 30.000 barricas de 225 litros y el botellero climatizado, con espacio para diez millones de botellas, que se ha convertido en uno de los espacios más icónicos de la bodega. Es allí donde los vinos van ganando redondez y complejidad hasta llegar al momento óptimo de consumo.
Para la elaboración de sus vinos, la bodega cuenta con depósitos de hormigón y acero inoxidable, en concreto, para los blancos y rosados dispone de 20 depósitos de hormigón con una capacidad de 10.900 litros de hormigón, para la crianza de vinos tinto cuenta además con cuatro tanques, también de hormigón, ya que este material incrementa la microoxigenación, ralentiza la evolución, ensalza los aromas y aporta más en boca. En el caso de la elaboración de los tintos hay nada menos que 64 depósitos de acero inoxidable dotados de la última tecnología, con sistemas de micro y macro oxigenación, auto-remontados y auto-vaciados.
La sala de barricas presume de ser la segunda con mayor capacidad del mundo, llegando a alcanzar las 30.000 barricas de 225 litros
Si hay algo que subyace en el ADN de esta bodega es el respeto que tienen a su identidad y a su tierra, con una apuesta clara por mantener la tradición vinícola de la región, combinándola con técnicas de vinificación más actuales e innovadoras. Por ejemplo, desde sus inicios Barón de Ley ha sido vanguardista en la producción de vino reserva, destacando la importancia de la crianza en barricas de roble americano, para que sus vinos posean una importante complejidad y profundidad de sabor extraordinario.
Aquí influye también el valor humano que aporta Pablo Tascón, director técnico y enólogo principal, que llegó a Barón de Ley en 2019 tras una década trabajando en diferentes denominaciones de origen españolas, incluyendo Rioja, Bierzo, Rías Baixas y Valdeorras. Para Tascón los grandes vinos nacen de grandes viñedos y por eso los vinos deben reflejar el terruño, la singularidad de cada añada y los caracteres varietales autóctonos de Rioja.
Todo ello sin olvidar una fuerte apuesta por el cuidado de la biodiversidad y la salud de los ecosistemas locales. Por ello, desde Barón de Ley inciden en la práctica de una viticultura responsable, en la que, gracias a la funcionalidad del espacio de la bodega, los procesos de vinificación y crianza son óptimos, rentables y menos contaminantes.




