Buscar motivos para evitar pagar la cuenta en un restaurante no es algo nuevo, pero hay casos que destacan más por las explicaciones que se dan. Algunas veces las quejas se centran en la calidad de los platos, mientras que otras giran en torno a incidentes concretos. Sin embargo, no todos los establecimientos están dispuestos a aceptar estas excusas sin dar su propia versión de los hechos, como ocurrió recientemente en un restaurante mexicano de Altea.
En este caso, difundido por Soy Camarero, una clienta calificó su experiencia como “el peor mexicano que he probado en mi vida” y afirmó que durante la visita, realizada en grupo, encontraron pelos en cuatro platos diferentes. Según su relato, además de criticar la calidad de la comida, señaló que se le cobró 17 euros por un niño que, aseguraba, no había consumido porque “no le gustan las salsas”.
La contundente respuesta del propietario
Ante estas acusaciones, el propietario del restaurante respondió con un mensaje extenso y contundente, rebatió cada uno de los puntos mencionados y defendió la actuación de su equipo. “Lamentamos que después de más de 70 tacos, 30 quesadillas y varias rondas de entrantes te parezca que es el peor mexicano que has probado en tu vida. Usualmente cuando algo no te gusta, no repites varias rondas de ello”, argumentó, haciendo énfasis en lo que consideró una incongruencia en la queja.
El propietario explicó que el cobro de 17 euros por el niño se realizó bajo las condiciones establecidas en el menú, que especifica un precio reducido para menores de 12 años. Además, añadió que el niño fue visto consumiendo guacamole, un producto incluido en el buffet. Según su versión, esto justificaba el cargo, aunque matizó que este importe fue una cortesía al no aplicarse la tarifa completa.
Sobre los cabellos mencionados por la clienta, el propietario expresó su escepticismo, destacando que el personal de cocina utiliza gorros y que varios de los empleados tienen el cabello corto. “Nos parece algo extraño, ya que nuestro personal de cocina toma las medidas necesarias”, aseguró. También señaló que percibió en las quejas un intento de justificar no pagar o abonar menos de lo consumido.
El incidente terminó con una amenaza de llamar a la policía cuando la clienta y su grupo se negaron a pagar la cuenta completa. “Los trabajadores de nuestro local tienen la obligación de llamar a la policía cuando un cliente se rehúsa a pagar algo que ha consumido”, argumentó en su respuesta.