El violín Duclos pasará treinta días en anoxia para evitar toda plaga

Protocolo

El instrumento ha sido sellado en plástico al llegar al Museu de la Música de Barcelona

El violín que tardó 300 años en volver a casa

UNA EMPLEADA DE CONSERVACIÓN DEL MUSEO DE LA MÚSICA DEL AUDITORI , SE DISPONE A ENVASAR AL VACIO UN VIOLÍN FABRICADO POR EL ATELIER DUCLOS. DATADO EN EL SIGLO XVIII Y HECHO EN BARCELONA

Momento en que el violín Duclos procedía a ser sellado en una bolsa de plástico para pasar una cuarentena

Mané Espinosa

Lo primero que hace el Museu de la Música de Barcelona cuando entra una pieza instrumental nueva es ponerla en cuarentena. Se somete a un tratamiento de anoxia, sellado en una bolsa durante treinta días para eliminar cualquier posible plaga. Este es el protocolo estándar que va a seguirse también con el violín Nicolas Duclos que acaba de adquirir la ciudad.

Después de la cuarentena, comienza el proceso de registro y catalogación. “Puede parecer irrelevante, pero es una de las tareas más importantes en la gestión de colecciones. Hay que documentar el instrumento, asignarle un número, ubicarlo en la base de datos, hacerle fotografías (al menos 12) y redactar un informe de estado”, explica su jefa de colecciones, Marisa Ruiz. Este informe es clave, ya que describe cualquier grieta, coloración, señales de restauración, etc. Después de este paso, el instrumento se incluye en los catálogos en línea y se decide si se realizarán estudios adicionales, como radiografías o dendrocronología.

El instrumento llegó listo para su uso, con cuerdas de tripa entorchadas, pero el museo lo conservará sin la tensión añadida del metal

Este Duclos que ha sido modificado con el tiempo para interpretar repertorio del siglo XIX y posteriores, llegó con las cuerdas de tripa entorchadas con metal. Lo cual no es un dato baladí para su conservación, pues el metal ejerce una mayor presión sobre el puente y la estructura del instrumento.

“Muchas de las fracturas que podemos encontrar hoy en muchos instrumentos de aquella época se deben a este cambio y a esta mayor tensión que empezaron a soportar los instrumentos”, apunta Jordi Alomar, director de Museu de la Música. “Soy partidario de conservarlo con cuerdas de tripa. Siempre estoy a favor de que se aprecie lo más fielmente posible a cómo era cuando se construyó”.

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Se tiende a pensar que la tripa animal fue sustituida por el metal porque producía un volumen más expansivo y una afinación más estable, pues la tripa es muy sensible al sudor, la humedad y los cambios de temperatura. Pero se ha contrastado musicológicamente que la necesidad de probar otros materiales vino de la escasez de la tripa, pues la misma que se utilizaba para hacer cuerdas, se usaba mucho para sutura. Y fue durante la Primera Guerra Mundial que fue muy demandada por el servicio médico para la cirugía, por el gran número de heridos.

“Así fue que empezaron a industrializarse las producciones metálicas. Pero no se estaba buscando un sonido, se estaba utilizando una alternativa porque no había suficiente material”, advierte Alomar. “El precio que hemos pagado es una mayor presión sobre el puente, cosa que encontramos también en la familia del piano, que al no aguantar la presión de las cuerdas se ha ido cambiando hacia modelos con estructura metálica”.

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