Entre premios y fiestas... ¡de libros!

Tinta Fresca

El debut de Toni Güell, premio Mercè Rodoreda, los premios Finestres i la fiesta Pasolini

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Ferran Grau, Uxía Larrosa y Giulia Sagramola, premios Finestres

Ferran Grau, Uxía Larrosa y Giulia Sagramola, premios Finestres, en la fundación Conservatori del Liceu

Àlex Garcia

Hay que celebrar la literatura, porque nos hace felices incluso cuando nos entristece, y eso hemos intentado hacer una semana más leyendo y yendo a unos cuantos actos pertinentes, empezando el mismo lunes, en que Toni Güell presentaba en Ona Llibres su debut literario, merecedor del premio Mercè Rodoreda: Elefants (Empúries).

“–Y a usted ¿por qué lo premian?”, empieza el primer cuento, y solo lo sabremos leyéndolo, de acuerdo, pero cuando menos entre el autor y la periodista Laura Serra nos avanzaron algunos detalles, después de que el editor Jordi Rourera destacara que en vez de lo que es habitual en un primer libro, son unos cuentos que miran afuera, hacia el mundo, y “abren una puerta a la esperanza”.

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Quizá tiene que ver con la tarea periodística de Güell, a quien lo acompañaban, entre otros compañeros, Antoni Bassas o el economista Germà Bel. Serra planteaba que el autor “es tan talentoso como discreto, porque no había dicho antes que escribía, y asumía la tesis de la esperanza a pesar de “que tienen un aliento apocalíptico”, y Güell recordaba que “algunos de los elementos que nos pueden hacer tener una visión catastrofista, como la genética o las redes sociales, también nos pueden hacer pensar en la utopía”. En todo caso, él cree que si el libro quiere transmitir una idea es que “somos capaces de salir de cualquier problema o bloqueo, y eso que puede sonar dogmático o grandilocuente a mí me parece de sentido común”.

El martes, continuamos de premios, los Finestres, pero la entrega se convierte en una fiesta en el Conservatorio del Liceu, lleno a rebosar. Presentó la gala Ana Polo, que fue dando paso primero a la jefa de socialización de la riqueza de las fundaciones Ferrer, Estefania Rico, que hizo un alegato sobre “el deber ético de frenar el capitalismo salvaje”. Sergi Ferrer-Salat, presidente de las fundaciones, no dijo nada, pero llevaba una camiseta lo bastante explícita con el lema: “Tax the rich” (Poned impuestos en los ricos). Entre tantos escritores, editores e invitados que no caben en las crónicas –podríamos citar a Carlos Zanón, Joan Todó, Rosa Rey, Mara Faye Lethem, Jorge CarriónPere Antoni Pons, Anna Guitart, Eduard Escoffet o Roser Cabré-Verdiell– fueron pasando representantes del jurado y premiados, empezando por Octavi Botana, de la Editorial Finestres, que dio los galardones de cómic en catalán a Giulia Sagramola por Cap endavant, que se emocionó al hablar de cómo se ha sentido acogida entre la comunidad de la historieta barcelonesa –estaba, por ejemplo, Jaime Martín o la ganadora de la anterior edición, Nadia Hafid, entre otros–, entre los cuales también está su marido, aunque sea norteamericano y fuera ella quien lo arrastrara, como si dijéramos, a la ciudad. Uxía Larrosa no podía reprimir las ganas de reír al recoger la mención al talento joven por El despreniment, y reivindicó el amor a la lengua. Sí, ya lo han visto, una italiana y una gallega creen en el catalán.

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La proyección del vídeo de César Aira, durante la gala de la entrega de los premios Finestres  

Àlex Garcia

La presidenta del jurado del premio de narrativa en obra publicada en castellano, Camila Enrich, tenía que dar el galardón al escritor argentino César Aira por En El Pensamiento (Random House), pero no pudo viajar y envió un vídeo que daba las gracias al jurado, sí, pero también a las librerías y las bibliotecas. La estatuilla, por cierto, la recogió el editor Albert Puigdueta. Marina Espasa, presidenta del jurado en catalán, premió a Ferran Grau por Hiperràbia (Angle), que recordó las duras circunstancias pandémicas en que se puso a escribir, con hipocondría y bloqueo creativo. Un rato después, la fiesta seguía en el Paral·lel 62 hasta bien entrada la noche y alargando la madrugada.

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Jaume C. Pons Alorda y Mariana Laboreo en el Espai Mallorca 

Andrea Martínez

El miércoles, el Espai Mallorca acogía otra fiesta, ahora homenajeando a Pier Paolo Pasolini en el aniversario de su nacimiento, auspiciada por la editorial Lleonard Muntaner, que en poco tiempo ha publicado un puñado de libros (el reciente Empirisme herètic, además de Actes impurs/Amado mio, Teorema i Romàns), y el ensayo Les cendres de Pasolini de Jaume C. Pons Alorda, que ejercía de maestro de ceremonias y charlaba con la traductora Marina Laboreo. Tampoco olvidaron los publicados por la competencia, ni los poemas que salieron a Edicions Poncianes ni el teatro que sacó Comanegra ni los libros de L’Agulla Daurada, que justamente en pocas semanas publica uno nuevo, su primera novela, traducida por Jaume Creus, que ahora le ha cambiado el título por Xavals de carrer –como otras ediciones pasolinianas, estaba descatalogada–. Como dijo Pons Alorda, “a pesar de los neofascistas, Pasolini continúa vivo”. Celebrémoslo.

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