Más de 50.000 personas abarrotaron este sábado las gradas de San Mamés en una jornada que combinó fútbol, solidaridad y reivindicación política, culminada con la victoria de la selección vasca por 3-0 frente a Palestina. El amistoso, concebido como acto de apoyo al pueblo gazatí y de impulso a la oficialidad de la denominada Euskal Selekzioa, transformó Bilbao en un gran escenario festivo teñido de ikurriñas y banderas palestinas.
El ambiente alcanzó sus momentos más emotivos en el tramo final del encuentro, cuando el estadio ovacionó a Yaser Hamed, defensa nacido en Leioa y jugador internacional con Palestina, que regresaba a la “Catedral” como rival y como símbolo del vínculo entre ambos pueblos. Tras el pitido final, la selección palestina dio una vuelta de honor portando una pancarta en la que se leía “Thank you Basque Country”, acompañada por los jugadores vascos que avanzaban unos pasos por detrás en gesto de respeto.
Aficionados vascos durante el partido amistoso de las selecciones de Euskadi y Palestina
El público también se unió en un momento simbólico cuando las dos selecciones se situaron frente a la grada de animación y entonaron juntas Txoria Txori de Mikel Laboa, un gesto que cerró el encuentro con un tono aún más emotivo.
Los jugadores de la selección de Palestina portando rosas blancas para exigir la paz en Gaza
En lo deportivo, Euskadi dominó el partido desde los primeros minutos y abrió el marcador en el 4 con un cabezazo de Unai Elgezabal, debutante del Levante tras un córner botado por Kike Barja, uno de los jugadores más destacados del encuentro. El 2-0 llegó en el 43, cuando Gorka Guruzeta transformó con solvencia un penalti cometido sobre Hugo Rincón, y el definitivo 3-0 lo firmó Urko Izeta en el minuto 76 tras una jugada iniciada por Guevara y asistida por Zarraga dentro del área.
Los jugadores de Euskadi y Palestina saludan al término del partido amistoso
Entre los asistentes estuvieron el lehendakari Imanol Pradales y la ministra de Juventud e Infancia, Sira Rego, que presenciaron un San Mamés prácticamente lleno con 51.396 espectadores, una afluencia que convirtió el amistoso en uno de los partidos más multitudinarios disputados por la selección vasca en los últimos años.
El choque, además de su dimensión simbólica, sirvió para reavivar la reivindicación de la oficialidad de Euskal Selekzioa, uno de los mensajes más repetidos durante toda la jornada en las calles de Bilbao y dentro del estadio.
