Es un lujo ser un corredor de fondo, ahí fuera, solo en el mundo, sin un alma que te ponga de mal humor o te diga qué tienes que hacer
Allan Sillitoe, La soledad del corredor de fondo
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Ya es tradición.
Cuando llega el verano y estamos en la montaña, nos llamamos, nos citamos en algún punto de la Cerdanya y va, a correr.
Artur Bossy (31) va sobrado. Mientras trotamos a 4m20s por kilómetro, él y habla y habla y yo le escucho y le dejo hacer y si me pregunta algo me hago el loco. Contesto con un monosílabo, le lanzo otra pregunta y que hable él, que por algo es la bestia.
En los últimos tiempos, la bestia lo está ganando todo en Catalunya. Artur Bossy es la versión moderna de Domingo Catalán o Benito Ojeda, aquellos fenómenos que lo ganaban todo en los ochenta y los noventa, es el dominador de las pruebas de asfalto que se disputan por aquí, y tanto se adjudica la Cursa de la Mercè (cuatro veces), como los Nassos (dos), la Moritz, los Bombers de Barcelona, El Corte Inglés o la Jean Bouin Open, y ya veremos qué pasa mañana cuando dispute la versión internacional de la Jean Bouin, prueba que organiza Mundo Deportivo.
–Hoy vamos bien. Venga, a ver si llegamos a los 13 kilómetros –me dice.
Habla como si nada y yo asiento.
Hemos dejado atrás el aeródromo, y trotamos en paralelo al río Segre descendiendo hacia Sanavastre. En el descenso cojo aire y le lanzo otra pregunta y luego que hable él, que hable él:
–¿Y cómo le está cambiando la vida, ahora que varió de entrenador?
(Pues hace cinco meses sustituyó a Carles Castillejo por Josep Carballude).
–Hombre, este es otro sistema. Carballude se apoya en el programa noruego, el de los Ingebrigtsen, ¿sabe? La diferencia es considerable.
El deportista de élite que sale de la burbuja a los 33 años, ¿cómo se defiende en una entrevista laboral?”
–¿En qué cambia?
–En los rodajes, por ejemplo. Fíjese, ahora usted y yo estamos trotando a 4m20s por kilómetro. Podríamos incluso ir más despacio, a 4m40s, o a 5m00s (y se lo agradecería, pero me callo). Se trata de ir más suave, controlando las pulsaciones, que no las sensaciones. Antes trotaba a 4m00s, a veces iba forzado. Y cuando debo hacer series, lo mismo. Me guío por las pulsaciones, no por el ritmo.
–¿Y eso qué supone?
–La vida es más confortable para mí, que no solo corro sino que también trabajo. Voy más tranquilo, siento que puedo cumplir los entrenamientos y no vivo tan cansado. A través de los rodajes, mi cuerpo se regenera.
(Han sido los noruegos quienes han universalizado este método, pero los kenianos y los etíopes también lo aplican desde hace años: es el célebre easy run).
–¿Y de qué trabaja usted? –le pregunto.
(Le pregunto entre jadeos; para mí, este no es un easy run en el sentido estricto).
Artur Bossy, durante un entrenamiento en La Garriga, donde vive
Me cuenta que es licenciado en Derecho y trabaja en el área de clientes de Unique (software de análisis para optimizar el tiempo y el gasto en telecomunicaciones de empresas; allí también trabaja una ex atleta sensacional, Julia Takacs), y que se considera un atleta semiprofesional: se entrena como un profesional, tiene ayudas de aquí y allá (su club, el Cárnicas Serrano, le trata muy bien), pero sus circunstancias laborales le condicionan.
–A mi entrenador le dije: ‘Vayamos haciendo, no me puedo apretar como un profesional. Yo no vivo del atletismo’.
(Y aun así, ha corrido el medio maratón en 62m43s, ha sido campeón de España indoor de 3.000 m en el 2020, ha estado becado por la Española, ha representado a nuestro país en diversas ocasiones...).
–Por suerte, mis padres me han dado siempre todo el apoyo –me dice.
(Su padre, Artur, dirige Bossy+Partners, firma de arquitectura y diseño; su madre, Esther, había sido profesora de Secundaria y hoy colabora en la empresa familiar).
–Ellos me guiaron. Cuando empezaba a correr, me dijeron: ‘Corre lo que quieras, pero no abandones la parte académica ni la laboral’. Y razón llevaban. El deportista de élite que sale de la burbuja a los treinta y pico años, si no se ha formado en algo más y no tiene experiencia, ¿cómo se va a defender en una entrevista de trabajo? Lo tiene mal, ¿no le parece?
Ya no le contesto.
Asfixiado voy: a estas alturas del trote, quien lo tiene mal soy yo.
Estas tradiciones las carga el diablo.


