Cortar el grifo de los caprichos es su forma de poner límites. José Elías, empresario con un patrimonio millonario, decidió aplicar en casa la misma lógica que usa en los negocios: quien no actúa, no cobra.
Su hijo, con ideas para lanzar un proyecto online, hablaba a su padre con más intenciones que con hechos tangibles. La motivación, decía, no le acompañaba. A partir de ese momento, todo cambio. Y no por una charla inspiradora, sino por una decisión muy concreta.
Punto de inflexión
Traslada su visión empresarial a casa
Elías explicó en su perfil de LinkedIn que uno de sus hijos le había planteado que quería emprender. Le mencionó varios modelos de negocio como el FBA de Amazon y cursos digitales, pero sin haber puesto nada en marcha.
Según relató, el punto de fricción llegó cuando su hijo le dijo que no avanzaba porque no encontraba el estímulo necesario. Ante esa afirmación, el empresario decidió marcar un antes y un después en su forma de ayudarle.
En la misma publicación, Elías apuntó que, tras escuchar a su hijo hablar de sus supuestas barreras para arrancar, le dejó claro que a partir de ahora serían sus ahorros los que pagarían sus salidas de ocio: “Mi hijo dice que le falta motivación, así que a partir de ahora se pagará él los caprichos, a ver si así deja de ponerse excusas”. Con esa frase resumió la conclusión a la que llegó tras la conversación familiar.
Antes de esa medida, el joven contaba con el respaldo económico del entorno para costear sus planes de ocio, como las visitas a circuitos de karts. No había condiciones. Esa dinámica, según el empresario, solo reforzaba la falta de iniciativa. A su modo de ver, vincular la autonomía personal con la capacidad de generar ingresos era una forma de empujarle hacia la acción.
La publicación en redes recibió decenas de comentarios, muchos de ellos compartiendo experiencias similares y también algunas críticas. Elías no respondió a ninguno. Tampoco profundizó en los detalles personales de su hijo ni en el estado actual de sus planes empresariales. Se limitó a concluir que, cuando uno conecta lo que desea con el esfuerzo de conseguirlo, el empuje acaba llegando por sí solo.

