Desde que fundó Virgin en 1970 como una tienda de discos por correo, Richard Branson ha dejado claro que su motor no ha sido únicamente el dinero. “Entrar en negocios que te apasionen es importante, más que intentar ganar mucho dinero con ellos”, afirma el empresario británico. Una declaración que condensa el espíritu que ha guiado sus más de 50 años como emprendedor.
La pasión como brújula empresarial
Branson, quien no se considera precisamente un experto en tecnología, ha logrado expandir Virgin Group a más de 40 empresas en 35 países distintos, en sectores tan diversos como la música, los viajes, la banca, la salud o incluso el espacio. Su secreto, explica, no está en seguir la rentabilidad financiera a cualquier precio, sino en rodearse de personas que compartan una misión clara y un interés genuino por lo que hacen. “No quiero trabajar con gente que no se preocupe por el propósito del negocio. Cada empresa necesita una razón para existir. El propósito es un multiplicador de fuerza”.
No es una idea novedosa, pero sí una que ha cobrado fuerza en un mundo donde los modelos económicos clásicos empiezan a ser cuestionados. En su caso, ha demostrado que la rentabilidad puede ir de la mano con el compromiso humano y la curiosidad.

Trabajar con motivación es la clave.
Richard Branson no solo habla de pasión; la practica. Su fundación sin ánimo de lucro, Virgin Unite, busca desde 2004 desafiar lo inaceptable, crear oportunidades y promover el negocio como herramienta para mejorar el mundo. Y en 2021, dio un paso más al convertirse en astronauta tras participar en la primera misión tripulada de Virgin Galactic, un sueño que demuestra que su energía está lejos de agotarse.
La filosofía humanista de Branson también se refleja en su vida cotidiana. Reside en las Islas Vírgenes Británicas con su esposa Joan, tiene dos hijos y cinco nietos. En su blog personal (con más 41 millones de lectores) comparte reflexiones, anécdotas y proyectos con su estilo cercano. Como explica en su reciente audiolibro ‘Losing and Finding My Virginity’, un compendio de sus memorias más sinceras, lo que ha marcado la diferencia es mantener vivo el entusiasmo y la libertad creativa a lo largo del camino. Más que, por ejemplo, su título de Sir en 1999 por sus servicios al emprendimiento, al que le resta importancia.
La comunidad de startups dentro del universo Virgin, según él mismo apunta, se sustenta precisamente en ese vínculo emocional con los retos que se asumen. “La oportunidad de construir un grupo de personas que se preocupen tanto como tú por el problema que estás resolviendo... eso es lo que hace poderosa a una comunidad”, dice con convicción. El dinero puede ser una consecuencia, pero nunca debe ser el motor.