El Congreso ha dado este jueves un espaldarazo a la inversión de 3.200 millones que Aena y la Generalitat de Catalunya habían pactado para el aeropuerto de Barcelona. El proyecto pendía de un hilo por la enmienda del PP en el Senado para que Aena congelase sus tarifas aeroportuarias, tal y como exigen compañías como Ryanair. Esta iniciativa amenazaba con desbaratar todo el plan inversor del gestor aeroportuario para la próxima década, superior a 12.800 millones de euros y del cual El Prat es uno de los principales beneficiarios.
La votación, en la que Junts se ha abstenido, ha evitado finalmente el freno y ha dado aire a una de las grandes apuestas del Govern de Illa. Aena respira igualmente y sube en bolsa, con un alza de más del 1,44% a última hora de la sesión. En un comunicado a la CNMV, la compañía ha confirmado que mantiene inalterada su propuesta de inversiones para el próximo periodo regulatorio (DORA III). El mercado ha reaccionado con un avance de los títulos después de que hace justo una semana le castigase con una caída del 5%, precisamente por la enmienda del PP. El hecho de que la ampliación de El Prat pudiera acabar en nada ha pesado en la decisión de Junts de apartarse de los populares.
La ampliación del aeropuerto de El Prat salva así un nuevo bache. La obra está programada en dos partes, con una primera fase consistente en la reforma de las terminales. El coste estimado para la T1 es de 700 millones de euros, mientras que la T2 tiene un presupuesto de 50 millones. Esta remodelación es independiente de la extensión de la tercera pista y no depende de los permisos de Bruselas al no afectar zonas naturales protegidas.
El Prat se convierte en moneda de cambio político
De hecho, Aena ya ha iniciado esta fase con la instalación de los nuevos filtros de seguridad, unas máquinas de mayor tamaño y más sofisticadas que las actuales. Con ellas, la infraestructura se adaptará a las nuevas normas europeas y además ganará en eficiencia, ya que los pasajeros no tendrán que sacar aparatos electrónicos ni líquidos de las maletas de mano.
La instalación de los nuevos filtros supone la primera pieza de dominó del proyecto de extensión que Salvador Illa presentó en junio. Al tratarse de unas máquinas mucho más voluminosas, la terminal tendrá que ganar espacio. Lo hará mediante un movimiento de la fachada principal, que se desplazará 38 metros hacia la zona de parkings, que queda en frente. Como consecuencia, Aena derribará la histórica torre de control, que dejó de funcionar en el 2005, y tapará gran parte del hueco que queda junto a las zonas de aparcamientos para poder acomodar todos los viales actuales –taxis, autobuses, vtc...–.
La terminal también ganará superficie hacia los lados, a través de la cubierta parcial de los patios laterales. Con esta intervención, la T1 ganará 70.000 metros cuadrados, que Aena aprovechará para incrementar la zona de facturación y optimizar una operativa que está al límite de capacidad en estos momentos.
El objetivo es iniciar el traslado de la fachada en el 2028 y acabar hacia el 2031 o el 2032. En paralelo a las obras de la T1, se iniciará la construcción de la nueva terminal satélite, que se ubicará en el espacio que queda entre la pista interior y la pista mar.
En cuanto a la extensión de la tercera pista, se acometerá una vez se haya aprobado el nuevo plan director del aeropuerto y se obtengan los permisos medioambientales. Aena tiene previsto ejecutar más de mil millones de euros del conjunto de la inversión durante el próximo periodo regulatorio (2027-2031). El resto de los 3.200 millones de euros se ejecutarán a partir del 2032.
Conflicto con Ryanair
La enmienda del PP no es el único movimiento político que ha planeado sobre el futuro de El Prat. Podemos también intentó sacar rédito sobre el debate del aeropuerto de Barcelona y forzó un mayor control medioambiental a cambio de facilitar la aprobación la ley de movilidad sostenible. Desde el flanco catalán, ERC presiona para que la Generalitat tenga voz y voto en la gestión de la infraestructura. Desde Aena han descartado ceder competencias en este sentido, aunque sí se han mostrado abiertos a reforzar los mecanismos de coordinación sobre el aeropuerto.
Asimismo, del plan inversor de Aena dependía la ampliación o reforma de otros muchos aeropuertos en España, como el de Barajas. Las obras del aeródromo madrileño ya están en marcha y llevan aparejado un coste de 4.000 millones. Para acometer todos estos proyectos, el gestor presidido por Maurici Lucena debe aumentar sus ingresos aeronáuticos a través de un aumento de las tarifas que pagan las aerolíneas. De aquí viene la protesta de Ryanair y otras compañías y la enmienda frustrada del PP.


