Saida Ahad bint Abdullah, la primera dama de Omán, ha dado la vuelta al rol de la mujer en la tradicional monarquía del golfo Pérsico. El sultanato, uno de los más conservadores y menos conocidos de la región, raramente permitía que las mujeres de la familia real fueran vistas por otros hombres.
Eso cambió en el 2020, con el ascenso al trono de su marido, Haitham bin Tareq el Said, primo del anterior sultán, Qabus. Saida Ahad se convirtió en un rostro descubierto y una voz habitual en recepciones y eventos oficiales, lo que abrió el debate de la figura de la mujer en el país arábigo. Ella simboliza un periodo de apertura dentro de una monarquía históricamente hermética y con escasa visibilidad femenina en la esfera política.
Lejos de generar controversia, la primera dama recibió el pasado 16 de noviembre la Gran Cruz de la Orden del Mérito de Omán, la máxima condecoración del país y casi nunca concedida a mujeres. La ceremonia, que tuvo lugar en el palacio de Al Barka, en Mascate, se produjo con motivo de la fiesta nacional, en la que el jefe de Estado omaní dirigió el acto y entregó el collar y las insignias a su esposa, entre otros militares y dirigentes.
“Por sus nobles esfuerzos y su fructífera contribución al servicio del país”, Saida Ahad, cuyo título oficial es el de honorable dama, recibía la condecoración creada en 1982 para señalar las contribuciones notables a la monarquía. La distinción podría emplearse por la primera dama en actos de alto protocolo, siguiendo el ejemplo de su esposo, que durante su reciente visita a España lució en la cena de gala el gran collar de la Orden de Isabel la Católica otorgado por Felipe VI. Los Reyes de España correspondieron entonces con el mismo gesto ceremonial.
La primera dama Saida Ahad bint Abdullah
Aunque su imagen pública suele asociarse a la elegancia y a un gusto refinado por la moda –viste diseños de creadoras locales en los que combina elementos tradicionales con toques contemporáneos–, Saida Ahad bint Abdullah ha construido una reputación en toda la región.
Desde su primera aparición oficial, durante el día de la Mujer Omaní en el 2020, ha defendido de forma explícita el avance de las mujeres en distintos ámbitos profesionales y sociales. Su presencia en actos institucionales, graduaciones policiales o iniciativas culturales ha consolidado su figura como un referente de modernización en un país donde la visibilidad femenina en el liderazgo ha sido limitada hasta ahora.
La reina Isabel II recibió en Windsor, el 15 de diciembre del 2021 al sultán de Omán Haitham bin Tariq Al Said y su esposa Ahad bint Abdullah
Su llegada a la vida pública fue, en realidad, tardía. Hasta el 2020, Saida Ahad era prácticamente desconocida más allá del círculo palaciego, pese a proceder de una familia estrechamente vinculada a las estructuras de poder. Su padre, Abdullah bin Hamad al Busaidi, ocupó cargos clave en la Administración omaní, desde la gobernación de la región de Musandam hasta responsabilidades en el Ministerio de Justicia y Asuntos Islámicos.
En el plano personal, la primera dama es madre de cuatro hijos, entre ellos el príncipe heredero Said Theiazin, designado en el 2021 como el primero en ocupar oficialmente dicho cargo en la historia moderna del país. Esa dimensión familiar también ha sido capitalizada por el propio sultán, que busca proyectar una imagen de estabilidad dinástica en un momento de reformas internas. La formación académica de Saida Ahad, licenciada en Sociología, ha reforzado además su papel en iniciativas humanitarias y programas sociales, con un perfil más técnico y menos ceremonial del habitual en las casas reales del Golfo.
La primera dama de Oman durante una visita a un centro de mujeres
En los últimos meses, su presencia en actos de Estado ha aumentado de forma notable, un cambio que muchos analistas vinculan a la estrategia de Haitham para proyectar una imagen de renovación sin romper con la tradición. La primera dama, que también impulsa programas educativos y de preservación cultural, se ha convertido así en un puente entre la modernización que desea el sultanato y los valores conservadores que aún definen a buena parte de la sociedad omaní.


