El pasado acostumbra a enviar mensajes dirigidos a nuestros días. Los que contiene la newsletter de esta semana son bastante sombríos, pero la parte positiva es que conocerlos puede servir para navegar en las turbulentas aguas actuales.
Adolf Hitler preside un desfile nazi en los años 30
Conspiraciones. Las teorías de la conspiración son normalmente irrisorias, pero algunas son criminales, como las que alentaron los nazis para justificar la persecución a los judíos. Es una de las técnicas que usó el nacionalsocialismo y que, avisa el historiador Laurence Rees, son reconocibles hoy en el ámbito público. El también historiador Claude Quétel trata por su parte de arrojar luz sobre Adolf Hitler, un personaje que por desgracia nunca ha dejado de estar de actualidad.
Yitzhak Rabin, Bill Clinton, y Yasser Arafat durante la firma de los Acuerdos de Oslo en la Casa Blanca en 1993
Paz frágil. Otro aviso especialmente vigente al coincidir con el fin de la guerra de Gaza: aunque todo el mundo dice defender la paz no todos la quieren. En noviembre se cumplirán treinta años de la muerte del ex primer ministro israelí Yitzhak Rabin, uno de los máximos defensores de la pacificación de Oriente Medio, asesinado a manos de un judío ortodoxo. Y otra advertencia: la paz es extremadamente frágil.
Carlos II
¿Crisis? ¿Qué crisis? ¿Tan desastrosa era la situación con la monarquía de Carlos II? ¿O bien esa supuesta crisis fue un lugar común alimentado por los Borbones –la dinastía que se le sucedió- para realzar sus propios logros? La propaganda hoy está por todas partes y muchas veces es difícil distinguirla de la realidad, de la misma manera que sucedía entonces.
James “Whitey” Bulger
A dos bandas. Otro aviso: la frontera entre el poder y la delincuencia es a veces borrosa. Lo recuerda la historia de James “Whitey” Bulger, que dirigió durante décadas la mafia irlandesa de Boston y fue uno de los delincuentes más temidos de EE.UU. Bulger fue también informante del FBI y se sirvió de algunos agentes gubernamentales para prosperar en sus negocios. Murió con la misma violencia con la que vivió en una prisión de Virginia.
Más allá
Gran Pirámide de Guiza
Las Siete Maravillas. ¿Qué fue de las Siete Maravillas de la Antigüedad? Este vídeo del canal de Youtube The Historian’s Craft, explica cuáles eran esas maravillas (la tradición no siempre ha hablado de las mismas) y explica cuál fue su destino, aunque en la mayoría de los casos no está muy claro. En cualquier caso el vídeo es una buena excusa para revisitar esta lista repleta de anécdotas. (con pista de audio en castellano)
Mapas e historia. La historia del mundo en un mapa. Es la propuesta de este Atlas Histórico Mundial, un mapa interactivo con el que se puede seguir la historia política del planeta desde el año 3000 aC hasta la actualidad, que permite repasar la evolución de un mundo más pequeño a otro mucho más grandes pero más atomizado.
Déjà vu
La hora de la reconstrucción. El final de la guerra en Gaza deja una abultada factura en términos de pérdidas de vidas humanas (más de 67.000 según la ONU) que serán imposibles de compensar. Sin embargo, hay otro tipo de pérdidas, las materiales, que deberán ser reparadas; los datos indican que el 78% de los edificios y una cifra similar de las carreteras han resultado dañadas en diversos grados tras dos años de guerra devastadora. La reconstrucción deberá empezar por la retirada de escombros –se calcula que más de 60 millones de toneladas- que tardarán décadas en desaparecer por completo.
Corregir los efectos de la destrucción será, pues, una tarea titánica que deberán abordar las potencias de todo el mundo. Las iniciativas para intentar reconstruir de forma organizada y rápida las zonas arrasadas por la guerra son relativamente modernas y han corrido en paralelo con la expansión de las sociedades capitalistas. La propia dinámica de las economías industriales ha exigido que se produzcan recuperaciones veloces, que en algunos casos se han convertido directamente en extraordinariamente lucrativas. La posguerra, pues, se convierte en una oportunidad de negocio.
Una imagen de la destrucción de Gaza
El programa de recuperación más famoso, cuantioso y ambicioso es sin duda el Plan Marshall, por el que Estados Unidos volcó en Europa –incluyendo a Alemania- más de 200.000 millones de dólares actuales entre los años 1948 y 1952. La iniciativa no era en absoluto desinteresada, pues el dinero tenía que servir para mejorar los estándares de vida del Viejo Continente con el objetivo, por una parte, de frenar la expansión soviética y, por otra, construir una base sólida para la expansión de las empresas estadounidenses.
En el caso de España, tras la Guerra Civil el franquismo creó el Servicio Nacional de Regiones Devastadas, un organismo pensado para reparar los daños materiales causados por la contienda que, pese a que se mantuvo activo hasta 1957, contó proporcionalmente con muchos menos recursos que el plan Marshall. Para sus proyectos, que no fueron ajenos a prácticas corruptas, se utilizó a menudo mano de obra republicana presa.
No obstante, el antecedente más inmediato es el de la reconstrucción de Iraq tras la invasión estadounidense que depuso a Sadam Hussein en 2003. O, mejor dicho, el intento de reconstrucción. A pesar de que EE.UU. creó organismos para la recuperación del país –en realidad una fuente de negocio para sus empresas- ni la reconstrucción económica ni la política fueron precisamente fluidas. Y todo ello por no hablar de los catastróficos efectos que tuvo otra guerra, a mediados de la década pasada, contra el Estado Islámico.
