El regreso de lo sagrado
Tres místicos se encuentran en lo alto de una montaña: Shankara, Eckhart y Rumi; no es un cuento sufí, sino el punto de partida de El camino panteísta (Kairós), un ensayo que propone una espiritualidad sin templos, donde la divinidad no está fuera del mundo sino en cada rincón de él; Villavicencio articula una vía filosófica, ética y política que recupera lo sagrado en lo cotidiano, fusiona tradiciones y plantea una disciplina para vivir como si todo,el cuerpo, la Tierra, el universo, el otro, fuera Dios; frente a la ansiedad del mundo, propone una metafísica sin solemnidad, una política sin autoridad y la comprensión radical de que Dios está en todo si sabemos mirar, y que ser solidario es el camino más directo a la felicidad, porque “la vía del intelecto busca sabiduría y la vía del corazón, dar salida a esa alegría que vive en nosotros opacada”.
¿Qué es el panteísmo?
Significa que todo es Dios, que la realidad es un espejo de la divinidad misma. Lo divino está en todas las cosas.
¿Qué implica?
Un compromiso con la vida que nos rodea, una reverencia hacia la naturaleza, ver a Dios en cada árbol, en cada insecto... Pero eso no significa ser un esteta.
¿De qué hablarían Shankara, Eckhart y Rumi?
Los tres grandes místicos del hinduismo, el cristianismo y el islam tienen bastante en común. Eckhart, cristiano, pone en duda el pilar del monoteísmo al afirmar que el ser humano es Dios mismo.
¿Qué dice Rumi?
No comulga con los pasajes duros del Corán. Dice que hay una única realidad, una ética del amor hacia todos los seres y un acercamiento directo a la divinidad. Dios no es algo abstracto para ninguno de los tres; es felicidad, es conciencia, es amor.
¿Coinciden en la raíz del sufrimiento?
Sí, consideran que creer que somos un individuo separado de la totalidad nos lleva a vivir con miedo y con odio. La verdad y la felicidad no consisten por tanto en alcanzar nada, sino en volver a lo que somos, que es Dios.
¿Cómo resuelve el panteísmo el mal?
Este mundo es un gran teatro, un espectáculo mágico. Todo lo que percibimos como el mal, en realidad es un mal aparente, no es un mal real, forma parte de un juego.
¿Un juego algo macabro?
Ver que el mal es aparente nos permite actuar con más alegría. Combatir el mal, ser compasivo y ver en el otro un espejo de Dios. Significa que el fundamento de la realidad es amor, es el bien, es conciencia, es felicidad.
Entonces, ¿qué pinta la violencia?
Dios se experimenta a sí mismo en la diversidad. Alan Watts lo describe como un proceso en el que poco a poco va adentrándose en la propia película que él crea.
¿Con qué fin?
Con ninguno. La base es la experimentación: sentir. El universo es una gran carcajada.
Dice que la sociedad contemporánea debe elegir el camino panteísta.
Sí, sin ese contacto con la dimensión sagrada de la realidad el ser humano está perdido. Una de las causas fundamentales de la ansiedad, la depresión y el estrés crónico en el que vivimos, es ésta desvinculación tanto de Dios como de la naturaleza, que es el espejo más prístino de Dios.
Nietzsche mató al dios monoteísta.
Fue su forma de coronarnos, pero al matarlo nos quedamos sin nada, en un mundo exclusivamente material. Eso es muy angustiante.
Impera la espiritualidad, algo difusa.
Dios tiene que volver, pero un Dios distinto, un Dios que se expresa en la totalidad de la vida, que nos incita a amarlo en todas las cosas. El ser humano necesita esta esfera sagrada; si no, tendemos a buscar otros consuelos en el consumo, el entretenimiento, el placer, las diversas adicciones: al trabajo, al poder.
¿Por qué elige el panteísmo por encima de otras filosofías o religiones?
Creo que es un paradigma al que nos acercamos. Pasamos del animismo al politeísmo, después al monoteísmo, le siguió el ateísmo. Y ahora creo que nos encaminamos a esta visión en que lo sagrado permea toda la realidad y está en todas las cosas.
¿Cambiaría la forma de comportarnos?
La espiritualidad genuina tiene esta dimensión colectiva, que sea útil para ti y para los demás. Dios es acción y tiene que encarnarse en un amor espontáneo y una compasión hacia todas las criaturas.
Suena bien, pero…
¿No lo ve? ¡Estamos muy solos, muy aislados! Cuando actúas con compasión y ves el resultado en el otro, te produce una felicidad increíble.
¿Usted es un místico?
Siempre he buscado la trascendencia. Estuve dos años en una cabaña en el Matarraña, donde sané muchas cosas. Luego aprendí a estar en el mundo sin perderme en él.
Tuvo un largo encuentro con la soledad.
Sí, ¡y en ese encuentro salen a la luz tantas cosas que el mundo nos impide ver…! Y es duro, pero es importante.
¿Qué aprendió?
A vivir en paz conmigo mismo, a conocerme mejor, a enfrentarme a monstruos, a descubrir que el peor enemigo está en nosotros y es nuestra mente. Antes yo era de los que siempre estaba en contra y me sentía oprimido por el sistema.
En la cabaña nadie le oprimía.
Y seguía sufriendo. Entendí que el sufrimiento estaba en mí. Los monstruos están dentro de cada uno.
¿Y ahora es un místico en el barullo?
Sí. No es fácil. Intento fijarme en la sacralidad de todo en mi cotidianidad.
¿Qué frase le ilumina el día?
Actúa con amor porque todo es un espejo de lo que tú eres.
